8/30/2012

Capítulo 35 / El trío


El amo decidió pasar a la acción y usar a sus esclavos el resto de la noche con tantas ganas de saciarse con ellos como si hiciese meses que no los hubiese catado.
Agarró a Dani y lo tumbó sobre sus rodillas boca abajo y le separó las nalgas con las manos, estirándole el ojo del culo como si quisiese rasgarlo tirando hacia los lados.
El esfínter del chico se abría, dejando ver su parte interior, rosada hacia el borde y encarnada más adentro, pero toda ella jugosa y tan apetecible para comérsela como una fresa cortada al medio.

Y le ordenó a Raúl que se arrodillase junto a sus piernas y lamiese el ano de Dani, follándoselo con la lengua.
Raúl apretaba la nariz contra la carne de Dani y lo penetraba cuanto le era posible estirar la lengua para llegar a lamer el recto del chaval.
Y el amo aún estiraba más el agujero que daba la impresión que iba a ir rompiéndose siguiendo la raja del culo.

Dani gemía y respiraba agitado y no paraba de parpadear y babarse al tener la cabeza colgada sobre el suelo y la boca abierta para meter más aire en sus pulmones.
José notó la humedad de la polla del chico sobre sus muslos y se dio cuenta que sino lo remediaba pronto el muy cabrón se le correría encima como un puto cerdo.


Dejó que Raúl con sus manos siguiese separando bien los bordes el ano del otro, mientras continuaba comiéndoselo, y metió su mano por la entrepierna de Dani para retorcerle y apretarle los pelotas cortando toda posibilidad de que las vaciase.
El chaval pegó un grito de dolor, pero su polla se puso aún más dura y el capullo no cesaba de babarse igual que su boca.

Con la otra mano, José le arreó al muchacho unas hostias en la cara y en los morros y siguió repartiendo estopa pero ahora en las nalgas del otro esclavo, gritándole para que le hundiese más la lengua dentro del culo de Dani y que se lo abriese más todavía, para dejárselo bien dilatado y al crío cachondo como una loba suplicando para que lo follasen antes de que le estallasen los huevos.
Pero lo que deseaba es que se lo hiciese la perforadora que su amo lucía entre las piernas.

El culo de Raúl estaba como una grana por los azotes del amo y su polla casi reventaba como una berenjena rellena al cocerse con el calor del horno.
En ese momento el amo le dijo a Raúl que se levantase y se tumbase encima del otro y le endiñase la verga hasta el fondo de un sólo golpe.
Y se la incrustó hasta los cojones como para clavarlo a las piernas del amo. Dani lanzó otro alarido indefinido entre el placer por la violenta entrada del cipote de Raúl y el agudo puntazo de la clavada que le hizo saltar las lágrimas y estremecerse como si le atravesasen de parte a parte con una punzón de hierro.

Raúl no se movía y el amo le atizó otra manta de azotes en el culo, para obligarlo a follarse al otro esclavo como un animal salvaje monta a una hembra encelada, que se le resiste para ponerlo más ciego y excitado por subirse a su lomo y preñarla, después de haber peleado con otros machos por el derecho a cubrirla.
Pero José no quería que Raúl se corriese todavía y también le estrujó las bolas y le hizo aullar como si se las hubiese arrancado de cuajo.
 Entonces el amo se levantó bruscamente y los dos críos cayeron al suelo despegándose súbitamente y cortándoles el polvo de forma radical.

Los dos chicos tirados sobre el piso no daban recuperado el resuello y respiraban como si hubiesen acabado de correr una maratón sin beber ni gota de agua.
Tenían una sensación seca en la boca a pesar de seguir babeando y el amo les escupió dentro de ella obligándoles a tragarse su saliva.
Y los puso de rodillas para darles de mamar con su verga tremendamente excitada y chorreando suero por el orificio de la uretra.

Chupaban como becerros, peleándose por el único teto que tenían para alimentarse y José disfrutaba al ver el ansia y la codicia de sus esclavos disputándose su polla para tragársela entera.
Cuando uno conseguía desbancar al otro y engullir el cipote del amo, éste último se metía los cojones de José, relamiéndolos como si fuesen bolas de caramelo.
Pero pronto empujaba a su contrincante y aprovechaba para hacerse con la tranca del amo dejándole al otro como consuelo poder llenar su boca con los grandes huevos que fabricaban la leche que los dos esperaban saborear.

Entonces José volvió a empujarlos apartándolos de su polla y los dos chiquillos se quedaron atónitos como si los hubiesen expulsado a la calle en una noche de invierno a cero grados.
Sus bocas aún se relamían y aprovechaba el regusto del pene de su dueño, pero se veía la sorpresa en sus ojos y un gesto de interrogación como preguntándose qué nos hará ahora nuestro amo.
Y pronto lo supieron.

Los engancho por una oreja a cada uno y los tumbó en la cama boca arriba. Los miró y sonrió al verlos asustados. Luego volvió a amarrarlos por las pollas y se las apretó hasta que soltaron un chillido los dos.
Al soltarles los penes se los dejó con la marca de los dedos del terrible apretón que les había dado, pero ni con esas se les arrugaban los pitos a los dos chavales.
Seguían como dos erguidos hitos marcando el punto álgido del sexo de los dos muchachos.

El amo se dio la vuelta y de un cajón cogió un bote.
Lo abrió y metió los dedos de la mano derecha en una crema blanca y muy espesa de aspecto untuoso.
Miró a los chicos y le dijo: “Levantar las patas y abriros el culo con las manos”.
Les pringó el ano con esa manteca y se cubrió también ambas manos y comenzó a penetrarlos con los dedos, girándoles dentro del agujero y sacándolos para ponerse más crema y volver a hundirlos en los culos de los chavales, cada vez más adentro, presionando con firmeza pero sin darse prisa por meter la mano entera con brusquedad o forzando la dilatación progresiva del esfínter, que ya iba logrando con los movimientos lentos y pausados de sus dedos.
Los sacó de nuevo y puso más manteca y otra vez los metió en el ojete de los chicos, que procuraban separar a tope sus nalgas, ofreciendo totalmente el ojo del culo a su amo.

Raúl cerraba los ojos como para hacer más fuerza para relajar y vencer la resistencia de su cuerpo a dejarse poseer por la mano de su dueño y Dani, más flexible, respiraba profundamente deseoso de ser una marioneta manejada por por su amo como un guante.
Y por fin empezaron a desaparecer las dos manos de José en los cuerpos de sus esclavos y los dos gemían tranquilamente, sin espasmos, y notaban que sus cuerpos eran manejados como muñeco de un guiñol.

El amo profundizó más adentro y movía lentamente sus manos por el recto de los chavales y las sacó de nuevo pero ya no las introdujo abiertas sino que les clavó los puños, que entraron sin ninguna dificultad.
Los fisteó un buen rato y los críos sentían que sus pollas querían correrse sin estrépito y de manera discreta, notando el roce continuo de la mano cerrada de su amo paseándose por sus tripas.
Y llegó el punto en que si José mantenía el ritmo de bombeo, los huevos de los chavales dejarían fluir el esperma casi sin darse cuenta ellos mismos.
Y cuando se desenfundó a los chicos, estaban sudando como en una sauna y José también notaba que el sudor bajaba desde su frente y brotaba de su sobacos en abundancia.
Lo mejor era cambiar de terno y les ordenó bajar las patas.

Arrodilló a Dani sobre Raúl, mirándole a la cara a su compañero, para doblarlo sobre el otro chico y clavarlo en su verga, que palpitaba como loca por la calentura de la follada extrema de le había metido el amo fisteándole el culo.
Dani se empaló en la tranca de Raúl hasta sentarse en los cojones y José se arrodilló tras el muchacho y lo perforó con su verga por el mismo agujero ya ocupado por la del otro esclavo.


Y le dijo a Raúl: “Fóllalo conmigo, pero duro y sin temer que nos desollemos las pollas dentro de esta zorra, porque le vamos a hacer rozar el cielo aunque le despellejemos las tripas. Dale fuerte y no te cortes, Hazlo como cuando lo usabas a tu antojo, que yo voy a meterle caña hasta que me duela el cipote de restregarlo contra el tuyo. Jodámoslo a saco para que esta noche duerma satisfecha esta puta perra... Eso es... Dale ... Dale... Mete más e híncasela de golpe con la mía. Que se entere de lo que tiene dentro del culo, este puto vicioso... Así... Así. Míralo como se muere de gusto aunque le estamos haciendo ver las estrellas y no en un cielo cubierto de luceros en una noche de verano. Las ve de todos los colores, pero no tardará en correrse este cabrón. Y que no se te ocurra hacerlo antes de que yo lo permita, so perra, porque te estampo contra la pared de un hostión... Nos vamos a satisfacer los tres al mismo tiempo. Está claro? Sigue, Raúl, sigue calcando... Más fuerte... Más...Más... Joder! Ya me viene... Suéltala tú, Raúl y deja de apretarte el pito, Dani, que ya puedes desnatarte vivo también... Así... Sííííííííí... Ufff... Qué corridas sueltas, Raúl... Hemos llenado a éste como si fuera una redoma...sácasela despacio... Tú primero y yo le tapono un rato el agujero para que no desparrame semen por toda la cama.. Mejor me lo llevo puesto al baño y allí que la cague en el retrete... Qué te pareció el polvo, Raúl?”

Y el chico respondió: “Una gozada, amo... Tengo la polla abrasada, pero sólo siento un gusto tremendo que me recorre todo el cuerpo... Gracias, amo... Rozarme con tu verga dentro de Dani es algo que nunca soñé ni imaginaba como sería. Pero siento mucho más cuando tú me la metes y me dejas el culo como está ahora el suyo. Mi culo siempre está deseando que entres y te hartes de joderlo hasta que me preñes”.

El amo le dio un beso en la boca, aplastando a Dani contra el otro chaval, y le dijo: “Todo eso lo sé, pero tú no eres más que otro esclavo de mi propiedad y te daré lo que me de la gana y lo que me apetezca. Y lo que tú desees no importa para nada. Esta otra zorra ya lo sabe de sobra y por eso no abre el pico. De todos modos siempre consigue salir más beneficiado y se lleva más raciones de rabo que tú. Ya te dije que es muy listo y sabe como encandilar y excitar a un macho con sus movimientos y ordeñarle la polla, el muy cabrón. Y este olor que tiene tras las orejas... Joder! Me están entrando ganas de follarlo otra vez sin sacársela del culo! Es la zorra más adictiva y peligrosa que he conocido hasta ahora! Es que todo su cuerpo te incita a comerlo a trocitos, después de haberlo partido en cuatro jodiéndole el alma... Voy a sacarme a esta perra de mi polla y más tarde te doy por el culo a ti, Raúl... Pero lo hago esta noche porque te portaste como un macho con la puta que te follaste delante de todos. Y eso hay que premiarlo como se merece”.
 Y volvió a darle otro morreo en los labios.

 José agarró a Dani por la cintura y lo levanto en vilo llevándoselo al cuarto de baño, sin sacarle la polla del culo y no destapárselo para evitar que vertiese sobre la cama o por el suelo del cuarto.
Y cuando vació todo el semen acumulado en su vientre, el amo lo levantó de la taza y sin más llamó a Raúl y le ordenó que le sujetase la cabeza a Dani con la entrepierna, apretándola fuerte para que no se pudiese librar de la presa, y con una zapa en la mano derecha, José golpeó el culo del esclavo, diciendo: “Vas a dormir completo. Por dentro escocido a folladas y por fuera con las nalgas calientes como una losa expuesta durante horas al sol”.
Y le atizó cincuenta azotes con la suela de la zapatilla para premiarlo por portarse tan puta como le había exigido su amo.

Y después de un rato, mientras Dani se frotaba las nalgas que refulgían en color escarlata y humeaban aún, el amo trincó a Raúl por el cuello y lo dobló sobre los pies de la cama para darle lo prometido.
Y también le pegó duro en las nalgas al mismo tiempo que le daba por el culo con más violencia que cuando lo folló ante los otros amos.

 Pasado un tiempo y ya acostados, se folló a Dani de lado, apretándole el vientre con una mano para empitonar mejor aquel culito que aún ardía por los azotes que le había dado con tanta generosidad.
Ni que decir tiene que tuvieron otra polución después de un largo polvo; incluido Raúl que, con el culo dolorido y caliente, le pidió permiso al amo para hacerse una paja mientras éste se follaba al otro esclavo.
Cuando ya lucía el sol todavía estaban rendidos por el sueño, sobre unas sábanas acartonadas.
Y al amo y a sus dos esclavos se les notaba agotados de tanto correrse.

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