8/30/2012

Capítulo 35 / El trío


El amo decidió pasar a la acción y usar a sus esclavos el resto de la noche con tantas ganas de saciarse con ellos como si hiciese meses que no los hubiese catado.
Agarró a Dani y lo tumbó sobre sus rodillas boca abajo y le separó las nalgas con las manos, estirándole el ojo del culo como si quisiese rasgarlo tirando hacia los lados.
El esfínter del chico se abría, dejando ver su parte interior, rosada hacia el borde y encarnada más adentro, pero toda ella jugosa y tan apetecible para comérsela como una fresa cortada al medio.

Y le ordenó a Raúl que se arrodillase junto a sus piernas y lamiese el ano de Dani, follándoselo con la lengua.
Raúl apretaba la nariz contra la carne de Dani y lo penetraba cuanto le era posible estirar la lengua para llegar a lamer el recto del chaval.
Y el amo aún estiraba más el agujero que daba la impresión que iba a ir rompiéndose siguiendo la raja del culo.

Dani gemía y respiraba agitado y no paraba de parpadear y babarse al tener la cabeza colgada sobre el suelo y la boca abierta para meter más aire en sus pulmones.
José notó la humedad de la polla del chico sobre sus muslos y se dio cuenta que sino lo remediaba pronto el muy cabrón se le correría encima como un puto cerdo.


Dejó que Raúl con sus manos siguiese separando bien los bordes el ano del otro, mientras continuaba comiéndoselo, y metió su mano por la entrepierna de Dani para retorcerle y apretarle los pelotas cortando toda posibilidad de que las vaciase.
El chaval pegó un grito de dolor, pero su polla se puso aún más dura y el capullo no cesaba de babarse igual que su boca.

Con la otra mano, José le arreó al muchacho unas hostias en la cara y en los morros y siguió repartiendo estopa pero ahora en las nalgas del otro esclavo, gritándole para que le hundiese más la lengua dentro del culo de Dani y que se lo abriese más todavía, para dejárselo bien dilatado y al crío cachondo como una loba suplicando para que lo follasen antes de que le estallasen los huevos.
Pero lo que deseaba es que se lo hiciese la perforadora que su amo lucía entre las piernas.

El culo de Raúl estaba como una grana por los azotes del amo y su polla casi reventaba como una berenjena rellena al cocerse con el calor del horno.
En ese momento el amo le dijo a Raúl que se levantase y se tumbase encima del otro y le endiñase la verga hasta el fondo de un sólo golpe.
Y se la incrustó hasta los cojones como para clavarlo a las piernas del amo. Dani lanzó otro alarido indefinido entre el placer por la violenta entrada del cipote de Raúl y el agudo puntazo de la clavada que le hizo saltar las lágrimas y estremecerse como si le atravesasen de parte a parte con una punzón de hierro.

Raúl no se movía y el amo le atizó otra manta de azotes en el culo, para obligarlo a follarse al otro esclavo como un animal salvaje monta a una hembra encelada, que se le resiste para ponerlo más ciego y excitado por subirse a su lomo y preñarla, después de haber peleado con otros machos por el derecho a cubrirla.
Pero José no quería que Raúl se corriese todavía y también le estrujó las bolas y le hizo aullar como si se las hubiese arrancado de cuajo.
 Entonces el amo se levantó bruscamente y los dos críos cayeron al suelo despegándose súbitamente y cortándoles el polvo de forma radical.

Los dos chicos tirados sobre el piso no daban recuperado el resuello y respiraban como si hubiesen acabado de correr una maratón sin beber ni gota de agua.
Tenían una sensación seca en la boca a pesar de seguir babeando y el amo les escupió dentro de ella obligándoles a tragarse su saliva.
Y los puso de rodillas para darles de mamar con su verga tremendamente excitada y chorreando suero por el orificio de la uretra.

Chupaban como becerros, peleándose por el único teto que tenían para alimentarse y José disfrutaba al ver el ansia y la codicia de sus esclavos disputándose su polla para tragársela entera.
Cuando uno conseguía desbancar al otro y engullir el cipote del amo, éste último se metía los cojones de José, relamiéndolos como si fuesen bolas de caramelo.
Pero pronto empujaba a su contrincante y aprovechaba para hacerse con la tranca del amo dejándole al otro como consuelo poder llenar su boca con los grandes huevos que fabricaban la leche que los dos esperaban saborear.

Entonces José volvió a empujarlos apartándolos de su polla y los dos chiquillos se quedaron atónitos como si los hubiesen expulsado a la calle en una noche de invierno a cero grados.
Sus bocas aún se relamían y aprovechaba el regusto del pene de su dueño, pero se veía la sorpresa en sus ojos y un gesto de interrogación como preguntándose qué nos hará ahora nuestro amo.
Y pronto lo supieron.

Los engancho por una oreja a cada uno y los tumbó en la cama boca arriba. Los miró y sonrió al verlos asustados. Luego volvió a amarrarlos por las pollas y se las apretó hasta que soltaron un chillido los dos.
Al soltarles los penes se los dejó con la marca de los dedos del terrible apretón que les había dado, pero ni con esas se les arrugaban los pitos a los dos chavales.
Seguían como dos erguidos hitos marcando el punto álgido del sexo de los dos muchachos.

El amo se dio la vuelta y de un cajón cogió un bote.
Lo abrió y metió los dedos de la mano derecha en una crema blanca y muy espesa de aspecto untuoso.
Miró a los chicos y le dijo: “Levantar las patas y abriros el culo con las manos”.
Les pringó el ano con esa manteca y se cubrió también ambas manos y comenzó a penetrarlos con los dedos, girándoles dentro del agujero y sacándolos para ponerse más crema y volver a hundirlos en los culos de los chavales, cada vez más adentro, presionando con firmeza pero sin darse prisa por meter la mano entera con brusquedad o forzando la dilatación progresiva del esfínter, que ya iba logrando con los movimientos lentos y pausados de sus dedos.
Los sacó de nuevo y puso más manteca y otra vez los metió en el ojete de los chicos, que procuraban separar a tope sus nalgas, ofreciendo totalmente el ojo del culo a su amo.

Raúl cerraba los ojos como para hacer más fuerza para relajar y vencer la resistencia de su cuerpo a dejarse poseer por la mano de su dueño y Dani, más flexible, respiraba profundamente deseoso de ser una marioneta manejada por por su amo como un guante.
Y por fin empezaron a desaparecer las dos manos de José en los cuerpos de sus esclavos y los dos gemían tranquilamente, sin espasmos, y notaban que sus cuerpos eran manejados como muñeco de un guiñol.

El amo profundizó más adentro y movía lentamente sus manos por el recto de los chavales y las sacó de nuevo pero ya no las introdujo abiertas sino que les clavó los puños, que entraron sin ninguna dificultad.
Los fisteó un buen rato y los críos sentían que sus pollas querían correrse sin estrépito y de manera discreta, notando el roce continuo de la mano cerrada de su amo paseándose por sus tripas.
Y llegó el punto en que si José mantenía el ritmo de bombeo, los huevos de los chavales dejarían fluir el esperma casi sin darse cuenta ellos mismos.
Y cuando se desenfundó a los chicos, estaban sudando como en una sauna y José también notaba que el sudor bajaba desde su frente y brotaba de su sobacos en abundancia.
Lo mejor era cambiar de terno y les ordenó bajar las patas.

Arrodilló a Dani sobre Raúl, mirándole a la cara a su compañero, para doblarlo sobre el otro chico y clavarlo en su verga, que palpitaba como loca por la calentura de la follada extrema de le había metido el amo fisteándole el culo.
Dani se empaló en la tranca de Raúl hasta sentarse en los cojones y José se arrodilló tras el muchacho y lo perforó con su verga por el mismo agujero ya ocupado por la del otro esclavo.


Y le dijo a Raúl: “Fóllalo conmigo, pero duro y sin temer que nos desollemos las pollas dentro de esta zorra, porque le vamos a hacer rozar el cielo aunque le despellejemos las tripas. Dale fuerte y no te cortes, Hazlo como cuando lo usabas a tu antojo, que yo voy a meterle caña hasta que me duela el cipote de restregarlo contra el tuyo. Jodámoslo a saco para que esta noche duerma satisfecha esta puta perra... Eso es... Dale ... Dale... Mete más e híncasela de golpe con la mía. Que se entere de lo que tiene dentro del culo, este puto vicioso... Así... Así. Míralo como se muere de gusto aunque le estamos haciendo ver las estrellas y no en un cielo cubierto de luceros en una noche de verano. Las ve de todos los colores, pero no tardará en correrse este cabrón. Y que no se te ocurra hacerlo antes de que yo lo permita, so perra, porque te estampo contra la pared de un hostión... Nos vamos a satisfacer los tres al mismo tiempo. Está claro? Sigue, Raúl, sigue calcando... Más fuerte... Más...Más... Joder! Ya me viene... Suéltala tú, Raúl y deja de apretarte el pito, Dani, que ya puedes desnatarte vivo también... Así... Sííííííííí... Ufff... Qué corridas sueltas, Raúl... Hemos llenado a éste como si fuera una redoma...sácasela despacio... Tú primero y yo le tapono un rato el agujero para que no desparrame semen por toda la cama.. Mejor me lo llevo puesto al baño y allí que la cague en el retrete... Qué te pareció el polvo, Raúl?”

Y el chico respondió: “Una gozada, amo... Tengo la polla abrasada, pero sólo siento un gusto tremendo que me recorre todo el cuerpo... Gracias, amo... Rozarme con tu verga dentro de Dani es algo que nunca soñé ni imaginaba como sería. Pero siento mucho más cuando tú me la metes y me dejas el culo como está ahora el suyo. Mi culo siempre está deseando que entres y te hartes de joderlo hasta que me preñes”.

El amo le dio un beso en la boca, aplastando a Dani contra el otro chaval, y le dijo: “Todo eso lo sé, pero tú no eres más que otro esclavo de mi propiedad y te daré lo que me de la gana y lo que me apetezca. Y lo que tú desees no importa para nada. Esta otra zorra ya lo sabe de sobra y por eso no abre el pico. De todos modos siempre consigue salir más beneficiado y se lleva más raciones de rabo que tú. Ya te dije que es muy listo y sabe como encandilar y excitar a un macho con sus movimientos y ordeñarle la polla, el muy cabrón. Y este olor que tiene tras las orejas... Joder! Me están entrando ganas de follarlo otra vez sin sacársela del culo! Es la zorra más adictiva y peligrosa que he conocido hasta ahora! Es que todo su cuerpo te incita a comerlo a trocitos, después de haberlo partido en cuatro jodiéndole el alma... Voy a sacarme a esta perra de mi polla y más tarde te doy por el culo a ti, Raúl... Pero lo hago esta noche porque te portaste como un macho con la puta que te follaste delante de todos. Y eso hay que premiarlo como se merece”.
 Y volvió a darle otro morreo en los labios.

 José agarró a Dani por la cintura y lo levanto en vilo llevándoselo al cuarto de baño, sin sacarle la polla del culo y no destapárselo para evitar que vertiese sobre la cama o por el suelo del cuarto.
Y cuando vació todo el semen acumulado en su vientre, el amo lo levantó de la taza y sin más llamó a Raúl y le ordenó que le sujetase la cabeza a Dani con la entrepierna, apretándola fuerte para que no se pudiese librar de la presa, y con una zapa en la mano derecha, José golpeó el culo del esclavo, diciendo: “Vas a dormir completo. Por dentro escocido a folladas y por fuera con las nalgas calientes como una losa expuesta durante horas al sol”.
Y le atizó cincuenta azotes con la suela de la zapatilla para premiarlo por portarse tan puta como le había exigido su amo.

Y después de un rato, mientras Dani se frotaba las nalgas que refulgían en color escarlata y humeaban aún, el amo trincó a Raúl por el cuello y lo dobló sobre los pies de la cama para darle lo prometido.
Y también le pegó duro en las nalgas al mismo tiempo que le daba por el culo con más violencia que cuando lo folló ante los otros amos.

 Pasado un tiempo y ya acostados, se folló a Dani de lado, apretándole el vientre con una mano para empitonar mejor aquel culito que aún ardía por los azotes que le había dado con tanta generosidad.
Ni que decir tiene que tuvieron otra polución después de un largo polvo; incluido Raúl que, con el culo dolorido y caliente, le pidió permiso al amo para hacerse una paja mientras éste se follaba al otro esclavo.
Cuando ya lucía el sol todavía estaban rendidos por el sueño, sobre unas sábanas acartonadas.
Y al amo y a sus dos esclavos se les notaba agotados de tanto correrse.

8/27/2012

Capítulo 34 / La ducha

 

Cerró la puerta de la habitación y José mandó a sus esclavos que se metieran en la ducha y se lavasen a fondo, restregándose bien uno al otro.
Quería verlos jugar en la ducha como cachorros inocentes, aunque Dani, debido a las circunstancias y pasadas experiencia, podía ser todo menos inocente muchacho.
Raúl, aunque pareciese contradictorio por sus antecedentes y aspecto de machote, era mucho más trasparente e inocentón que el otro y no sería extraño que ya bien crecido aún creyese en los reyes magos, ya que por su forma de ser y pensar parecía que todavía estaba en plena adolescencia.
Ambos tenían que madurar mucho y su amo se había empeñado en que lo hiciesen a su manera y guiados por su mano.
Y lo que sí tenía claro José que sentía algo más que cariño y afecto por los dos críos.

Todavía amaba a Alfonso porque no sólo fue la primera persona con la que experimentó el sexo, sino que su amante fue quien lo cuidó, enseñó y protegió siempre, dándole cariño y calor familiar desde muy joven.
A José nunca le importó ni la edad ni el problema de incapacidad sexual de Alfonso y adoraba al hombre que lo hacía feliz y con quien se le pasaban las horas sin darse cuenta.
Pero ahora estaban con él sus dos muchachos y empezaba a necesitarlos tanto como ellos a él.
Estas dos criaturas, además de su adoración y obediencia ciega, le entregaban el derecho sobre sus vidas, perteneciéndole a él como amo disponer sobre ellas como mejor le pareciese.

Los dos chicos, mojados y enjabonándose entre risas, ofrecían una estampa como para no olvidarla jamás.
Hasta las gotas que se escurrían por la piel de los chicos hasta el suelo, parecía que quisieran besarlos y retardar el paso por sus cuerpos, sorteando el vello entre los poros, para recrearse jugando ellas también antes de deslizarse destellando luz y caer sobre los pies de los chavales.
Remarcaban con su brillo el contorno de los chiquillos para destacar sus siluetas entre el vapor del agua caliente, como resaltándolos en la niebla de un bosque húmedo.
El amo no quiso interrumpirlos y se limitó a observar la escena imaginando ya como empezaría a usarlos después.


Al hacerlos salir del baño no dejó que se secasen y los abrazó por los hombros con cada uno de sus brazos para llevarlos hasta los pies de la cama.
Se sentó y los dos muchachos permanecieron en pie frente a su amo, casi pegados uno a otro, y José pasó las manos por las piernas de los chicos y les agarró los huevos a ambos, diciendo: “Estas pelotas son mis juguetes para relajar mi tensión como hacen los chinos moviendo unas bolas dentro de la mano... Yo os las sobo y os las aprieto y las estiro y si me apetece las muerdo o las chupo. Eso depende de como estén mis nervios y las ganas que tenga en ese instante de que os resulte agradable o que os duelan los cojones... Esta noche no deseo que os duelan porque los voy a vaciar hasta que me canse de usaros y ordeñar estas pollas que también son para que yo me divierta con ellas. Y si no os las corto es porque os sirven para mear y porque me gusta verlas tan indecentes y descaradas levantando la cabeza como diciendo, aquí estoy siempre dura y tiesa para poder ver cuanto ocurre a mi alrededor... Y que buena verga tiene este cabrón, verdad, Dani? No te gustaría mordérsela? Está rígida como una piedra y se lubrica ella sola nada más tocarla! Creo que si le diese un martillazo en la punta se se le incrustaría en el vientre como un perno... Se le empina con tan fuerza que resistiría cualquier peso colgado en ella... Dani, acércame ese bolso de viaje...Pero llénalo bien con todo lo que haya de peso en la habitación...Eso es... Ahora dámelo...Joder! No puedes ni levantarlo que lo traes arrastro? Trae aquí, que tienes menos fuerza que el pedo de un gorrión... Así... Lo ves? colgada por las asas del cipote de este burro y ni se le dobla...Así tenías a esta puta encandilada aunque la matases a palos... Bueno. Como experimento ya llega no vaya a ser que se rompa el muelle y no se te levante más... Y encima tienes buen culo y unas patas de la hostia! Qué bueno está este cabrón! Tú también lo estás, Dani... No pongas esa cara que últimamente me parece que andas algo celoso de tu compañero... No te llega con la cantidad de veces que te follo? O que te doy leche. Porque chupas más que éste y a partir de ahora dejaré que también se la mames con frecuencia.. Hoy lo dejaste seco mientras le daba por el culo...Y además seré más generoso aún, porque te va a volver a follar como se ventiló hoy a esa otra zorra que se corrió como una guarra con la minga de este macho en el culo...Tú que dices, Raúl?”
“Haré lo que me mandes, amo”, contestó el esclavo.
“Eso por supuesto, pero no te la pone dura este culo?” preguntó el amo.
“Sí amo. Es muy bonito y recuerdo que da gusto metérsela”, añadió el chico.

Y José, metiéndole un dedo por el ano a Dani, dijo: “Sí que da gusto entrar aquí. No sé de que está hecho por dentro este crío, pero tocarlo es algo especial. Es más suave que ninguno y siempre está jugoso y con una humedad viscosa que tanto los dedos como la polla se desliza como una cuchilla sobre la pista de hielo, casi sin rozarla, pero en un ambiente caliente y que palpita sin cesar. Tanto se estira y se encoje como se abre y se cierra como si tuviese anillos sincronizados para masajear la verga o lo que le metas por el ano a este cacho putón. Y los pezones, erizados y en punta como dos señaladores de color tostado, clavados en un tablero de terciopelo de seda, son una delicia para mordisquear o pellizcárselos clavándole las uñas para ver como se le ponen los ojos en blanco por el gusto que le da el dolor a esta zorra... Es muy puta, Raúl, pero es muy guapo y tiene un encanto que nadie puede igualar...


Hasta cuando duerme es sensual y te incita a joderlo viendo como respira y mueve el pecho... Ahora entiendes por qué te la meto en mitad de la noche cuando ya estáis dormidos los dos? Y de entrada haces como que no te enteras y parece que sigues inmerso en el sueño, pero yo sé que tu recto si está despierto y me trabaja la verga con toda su sapiencia y sus artes propios de la mejor ramera. Y en cuanto te lleno las tripas te corres en la sábana o en la mano y la cierras hasta que se seca y no la limpias hasta la mañana cuando ya te levantas para mear. Que también me he dado cuenta de eso porque al correrte tu ano me aprieta la polla y noto tus convulsiones internas aunque por fuera ni te menees. Y estoy convencido que te corres por el culo también, porque nunca vi a nadie que disfrutase tanto con algo metido por el ojete... Naciste para ser mío y para que te den por el culo principalmente. No hay duda... En cambio Raúl puede darle a los dos palos, porque si hace gozar a una puta con la chorra la mitad de lo que disfruto yo follándole el culo, tiene que ser un machacante de la leche!.Qué te da más placer Raúl? Tu polla a tu culo?”

El chaval respondió: “Amo. Tú eres el que me da placer y me da igual lo que sienta mi polla o mi culo. Si tu eres el que los usa, disfruto más con eso que con cualquier otra cosa. Cuando me tocas me pongo ardiendo y salto como si pisase la punta de un alambre. Y aunque me duela y sienta que mis entrañas se parten y se rompe mi cuerpo, no sabría explicarte que me haces sentir al follarme. Noto tu vida dentro de mi y me parece que tu cuerpo y el mío son una misma cosa, amo. A veces creo que no podré resistir más tiempo con tu verga en el culo y, sin embargo, no sólo aguanto sino que al notar que la sacas es como si me vaciases y te llevases mi alma pegada en ella. Amo, ya no es cuestión de gusto o de placer, sino de necesidad. Porque necesito que me metas esa enorme polla y que me llenes con tu leche, amo. Sé que no puedo pedírtelo ni esperar que me la des tanto como yo deseo, pero tú me has preguntado y yo te respondo lo que de verdad me gusta. Me gusta mi amo. Sólo eso”.

José apretó las piernas de los dos esclavos contra el pecho y añadió: “Raúl, no puedo creer que seas el mismo que encerré en aquel sótano... Pero lo cierto es que ahora eres el verdadero y no el de antes... No comprendo como un amo puede separar de su lado a un esclavo que le haya servido fielmente sólo porque cumple años y le parece que su cuerpo ya no es tan atractivo como antes... A ninguna criatura se le puede valorar sólo por fuera. Porque tú perderás la juventud por fuera como todos, pero para mi seguirás siendo tan crío y tan hermoso como ahora, puesto que tu ser lo es y lo será siempre...
Lo mismo que tú, Dani. Tu encanto no está solamente en esa piel sedosa y dorada sino en esa mente espabilada y esos ojos profundos con los que ves el alma de las personas. Y aunque te llame puta, no lo eres. Solamente eres un tremendo vicioso y eso me encanta. Y también sé que lo que te hace feliz es sentir como gozo contigo haga lo que te haga. Me queréis y os quiero. Eso es lo único importante ahora. Y basta de tanta palabrería y vamos a follar hasta que caigamos rendidos por el cansancio y el sueño. Esta noche haremos un trío. Y eso significa que a ti, Dani, te vamos a dar caña los dos. Y ya te dije que al despertarte no vas a poder juntar las piernas y vas a pasarlas putas durante dos días para cagar”.

El amo tenía hambre de sus esclavos y no se dormirían sin saciar el apetito hasta hartarse.
Le esperaba un arduo trabajo a dos de las vergas y dos ojetes y una elaboración masiva de esperma a los seis huevos.
Pero seguro que todo eso le valdría la pena para los tres.

8/23/2012

Capítulo 33 / La ejecución


El primero en estrenarse fue el dueño de la casa golpeando a su esclavo con el mimbre, con tal mala leche que, comparado con sus berridos, los gritos de un desollado vivo parecerían meros lamentos de damisela.
Le destrozó el pellejo rápidamente y cuando un segundo amo le dio tres varazos el cabrón se corrió como un mono enjaulado en un zoo.


Todo el cuerpo del esclavo era un entramado de rayas cárdenas sobre un fondo morado y piel levantada, de las que brotaban líneas de sangre.
Y fue descolgado y apartado del resto encerrándolo en una jaula por vaciar los huevos antes de tiempo.
Detrás le tocó al otro esclavo y también comenzó su amo a darle con la vara y al salir las primeras manchas rojas sobre su espalda se corrió, pero continuó otro amo y luego otro y volvió a echar semen por el pito nada más recibir dos trallazos dados por José.
De todos modos cumplió con su amo y se consideró que éste ganaba el premio como azotador de perros viciosos.

A José no le agradaba en exceso ver aquello y se fijó en la cara de sus esclavos, viendo el gesto desencajado y la desazón en Raúl y un cierto deseo envidioso en los ojos de Dani.
Y de inmediato indicó que lo oportuno era seguir con el primer turno de felaciones, ya que todos los amos ya tenían las pelotas congestionadas de dar leña y ver como se habían retorcido los flagelados.

Y así se hizo, empezando la rueda con Dani, que a su manejo de lengua y contracciones labiales no pudo resistirse ninguno y, la muy zorra, a todos los vació antes de que el cronómetro marcase cinco minutos por mamada.
 Con el único que casi rebasa el tiempo establecido fue con su amo, que ya estaba más acostumbrado a las succiones bucales de su puto esclavo.

 Había que tomarse un descanso y nada mejor que una merienda y beberse unas birras charlando de otros temas o comentando anécdotas y casos curiosos de otros amos o esclavos.
Y después de un par de horas las pollas ya estaban cargadas para atravesar paredes y las vejigas repletas para ser vertidas sobre los perros o dentro de sus bocas por si la ansiedad por ser usados les había dado sed.
Cada amo se meó en los de su propiedad y José repartió la meada entre los dos suyos, siempre agradecidos a lo que su amo les daba.

Y el anfitrión colocó a su esclavo con el culo en pompa y se la clavó sin lubricante y a pelo.
Lo folló un buen rato, pero no se corrió.
Sacó la verga del culo del puto y le cedió el turno a José.
La tranca de éste ya era famosa y cualquier esclavo la miraba con codicia y cara de hambre.
Y en cuanto el glande tocó el ojete del perro, el agujero se abrió y casi succionó aquel potente rabo, tragándoselo literalmente.

José le metió una follada de muerte, entrando a saco hasta tocarle el cerebro y el esclavo no soportó la presión de su leche en sus propios huevos y dejó un charco en el suelo.
Pero José la sacó sin verter ni una gota de su semen dentro del condón.
Los otros dos amos si llenaron las gomas con sendas y largas cabalgados sucesivas a lomos del perro y volvió a montarlo su amo y esta vez si le llenó las tripas de esperma.

Hubo que esperar a que el puto soltase la carga de su amo y se la metió José de nuevo y le arreó estopa con más ganas y mucho más fuerte, consiguiendo que el esclavo volviese a correrse como un cerdo sin hacerlo él.
Y entonces dijo; “Me van a estallar los cojones y me voy a aliviar con uno de mis esclavos... Raúl ven y ponte en posición abriendo las patas a tope... Y tú, Dani, mámasela, pero no hagas que se corra hasta que yo te lo ordene.
Y cuando él te llene la boca de leche, te corres tú también.
Quiero que todos vean como puedo sincronizar mi propio orgasmo con el de mis esclavos.

Y así ocurrió.
Todos llegaron a creer que José le rompería en dos el culo a Raúl, pero el chaval sólo se estremecía y temblaba de gusto, separándose las nalgas con las manos para abrir mejor el ano y notar los huevos de su amo casi dentro del culo.
Fue un polvo largo y duro.
Y sobre todo intenso y cargado de morbo y sensualidad.
El vicio y la lujuria le salían por los ojos tanto al amo como a los dos esclavos y cuando resonó la voz de José diciendo “ya!”, aumentaron los gemidos y resoplidos, entre espasmos y electrizantes escalofríos y la única boca que no dijo nada fue la de Dani, que se tragaba la leche de su compañero y manchaba su mano derecha con la suya.
Y la del amo entraba a la vez en el vientre de Raúl para escurrirle luego patas abajo.

Pero no sólo ellos tuvieron un fenomenal orgasmo.
Más de un esclavo dejó una mancha de semen en el piso y hasta un par de amos se la cascaron viendo el espléndido polvo que le metió José a su esclavo.

Y aún quedaban otros dos esclavos por usar.
Uno para ser sodomizado por cuantos más mejor y acto seguido el último que cerraba la fiesta, a punto de ser abandonado a su suerte por su dueño, chuparía las vergas recién salidas del culo de su compañero de esclavitud para limpiarlas.
Mas era preciso otro intermedio y dejar todo eso para después de la cena.
Antes de terminar con el postre, ya esperaba el bonito culo de un joven esclavo a que lo follasen el mayor número de veces posibles y cuanta polla de las presentes fuese apta para hacerlo.


Su amo hizo los honores y se la endiñó sin preámbulos y sin otro interés que dejarle el ano enrojecido y dilatado para que los demás se la hundiesen hasta el fondo, alardeando de que habían llegado más adentro que el anterior.
Fueron pasando uno a uno, primeros los amos repitiendo un par de veces, y a continuación José le ordenó a Raúl que montase al perro, tal y como lo hacía antes con Dani, sin piedad ni el menor cuidado en romperle el esfínter o partirle el culo en dos al puto y jodido chaval, que se estaban ventilando todos sin dolerles prendas por lo que sintiese o sufriese el enculado.

Raúl les dejó gratamente sorprendidos al resto de los señores, no sólo por el calibre y longitud de su verga, sino por la dureza y contundencia al usarla dentro del cuerpo de otro esclavo, ya que más que un vil ser inferior, parecía un amo más usando a su puto para dejarlo preñado y con el ojo del culo como un pimiento morrón, previamente asado al horno.

Y al joven debió gustarle la monta de Raúl porque se corrió al primer escalofrío y temblor que le trasmitió el otro antes de empezar a llenar el condón de abundante semen blanco y espeso.
Y por supuesto, cada polla, una vez desenvainada de la goma cargada de leche, se introducía en al boca del último esclavo que quedaba por usar todavía, con el fin de que las limpiase y las calentase de nuevo para repetir otro polvo en el trasero del otro perro de su amo.
Que, al ser once años más joven que él, no sólo lo había desplazado de la cama de su dueño, sino que también era la causa de que éste quisiese echarlo de su lado, a patadas si era preciso, con tal de no seguir manteniéndolo sin usarlo.

José pensaba que no hay edad ni cuerpo que no resulte atractivo para quien sabe verlo y apreciarlo.
Y mucho más si se usan todos sus recursos y resortes para obtener el mayor rendimiento en el sexo.
Y lo más importante es la relación afectiva entre amo y esclavo o entre dos amantes, porque en eso no cambia la historia sea cual sea la situación y condición de dos seres entregados y entrelazados en el abrazo íntimo de la pasión y con los sentidos avivados por la excitación previa al orgasmo.

Y eso bien lo conocía él, puesto que tanto le tiraba la cama de su amante ya maduro, como los dos jóvenes esclavos, casi críos, que ahora satisfacían ese otro tipo de sexualidad que José necesitaba como amo.

Pero por fin terminó la rueda de sexo y cada amo se retiró a su habitación, solo o acompañado por dos o uno de los esclavos que había traído, según los casos y las ganas que aún tuviesen de seguir la juerga en privado con sus propios medios.

Y a los perros que no fueses a ser usados otra vez por su propietario, se les condujo al establo para descansar sobre la paja que cubría parte de las cuadras.
 José se llevó al cuarto a sus dos muchachos.
Y mientras subían la escalera delante suya como perrillos dóciles que le abren e indican el camino a su dueño, le dijo a Dani, agarrándolo por el culo: “Qué, zorra. Crees que te voy a dejar dormir sin darte un repaso? Pues ya verás lo que te espera aún esta noche... Mañana no te vas a sentar en todo el día ni podrás andar sin ir escarranchado de patas... Entra que este culo va a saber lo que es bueno, so puta viciosa! Lo único que he conseguido con todo este festival de sexo fue excitarme pensando en como me voy a resarcir y disfrutar en grande jodiendo a mis putos esclavos yo sólo y a mi manera.

Que eso es lo que verdaderamente me gusta y me calma esta verga que pide a gritos joder tu precioso agujero y el de este otro cacho cabrón, que se ha lucido como un pavo enseñando a más de uno como se le da por el culo a otra zorra como tú... Para adentro los dos, que ahora empieza nuestra fiesta privada y voy a dejaros la boca y el ano como cuatro amapolas soltando semilla y rezumando savia”.

8/20/2012

Capítulo 32 / El juego


José tenía por delante un largo fin de semana y pensó en aprovechar el tiempo para llevar más allá la sumisión de sus esclavos y ver si el límite iba más lejos del conseguido por otros amos con sus perros esclavos.

Sería bueno poner a prueba el resultado del adiestramiento de sus siervos, comparándolo con el obtenido por algunos amigos suyos con sus esclavos y habló con ellos para organizar un fin de semana fuera de la ciudad, en la casa de campo de un buen amigo de José que tenía también dos esclavos para satisfacerse con ellos y torturarlos si andaba de mala hostia o sólo por el placer de joderlos un rato.

La casa era grande y tenía suficientes habitaciones para cuatro amos con sus putos perros, puesto que adosado al edificio principal aún estaban las antiguas cuadras que servían para guardar y guarecer por la noche al ganado en ellas.
Estaban tal cual desde que ya no se dedicaba la finca a labores de labranza y solamente habría que renovar la paja en el suelo para que se tumbasen los esclavos y descansasen o durmiesen allí si sus amos no querían usarlos en la cama o tenerlos en el suelo de la habitación.

Ya había suficientes argollas en las paredes de los pesebres para atarlos, si los amos consideraban que no debían mezclarse entre ellos o arrimarse demasiado unos a otros, puesto que todos los esclavos eran jóvenes sanos y llenos de testosterona y normalmente muchos suelen ser criaturas viciosas a las que hay que ponerle freno enjaulando sus pollas y taponándoles el ojo del culo para que no se apareen sin que lo programe y desee su dueño.

José llegó el último con sus dos ejemplares, bien lustrosos y guapos como sacados de las páginas de una revista en la que se exhiben chavales preciosos con cuerpos casi irreales.
En parte porque aparecen perfectos desde los pies al pelo y también por la pericia de los fotógrafos y los efectos que se pueden conseguir con las técnicas actuales.

Pero lo cierto es que tanto Raúl como Dani llamaron la atención de los otros amos y también de casi todos los esclavos reunidos en la casa.
Algunos de ellos se excito al verlos y sus dueños les golpearon los penes con varas de mimbre para castigar su demostración de lujuria incontrolada, hasta bajarles las pollas por el dolor de los zurriagazos que recibían en ellas y en los cojones.

A casi todos se les pusieron jaulas para mantenerlos en estado de castidad y no volver a presenciar sus amos el indecente espectáculo de sus penes erectos como los de burros olisqueando hembras en celo.

Además, en principio, esos putos perros iban a ser usados de forma solamente pasiva usándoles el culo y no tenían motivo ni necesidad que empinasen las vergas ni sintiesen gusto o gozo de ningún otro tipo que no fuese la satisfacción que obtuviese su dueño con ellos.


Un amo propuso que se colgase por las muñecas a todos los esclavos y se les azotase con mimbres para calentarlos y sensibilizarles la piel, con el fin de que notasen con dolor el roce de quien los usase y pudiesen disfrutar mucho más los amos viendo el espectáculo del perro esclavo retorciéndose e intentando emitir gemidos enmudecidos por las mordaza.
Pero para que resultase mejor la diversión, otro dijo que cada esclavo no fuese azotado por su amo sino por otro.
Y así se aseguraba que los azotes fuesen más despiadados, puesto que todos sabían que hay amos que les cogen cariño a sus putos perros y los castigan con una benevolencia no aconsejable para un mejor adiestramiento de semejantes seres miserables, que tienden a ser ruines y perezosos si ablandas la mano con ellos.
Y otro añadió que o se les colocaba a todos las jaulas en los genitales o se les ordeñase al menos dos veces seguidas antes del castigo, ya que más de uno gozaría como una perra siendo azotado y llegaría a correrse de gusto el muy cochino.

José pensó que en eso tenía razón ese amo, al menos en lo referente a Dani, que siendo un puto masoquista podría correrse hasta dos veces sin aflojar la minga si le arreaban con saña hasta hacerle sangre y reventarle la piel.
Y a él le desagradaba estropear la piel de melocotón, sedosa y dorada, de ese muchacho.
Y encima para el cabrón del chaval no era un castigo sino un puto placer.
Así que aunque en principio no le repugnase la idea, tampoco era de su gusto y prefería no compartirla ni acceder a ejecutarla con sus esclavos.

Tenía que inventar otra cosa en sustitución de eso para divertir a los otros amos sin que ninguno abusase de sus esclavos ni los lastimase por el simple motivo de verlos sufrir.
Y a otro de ellos se le ocurrió que unos esclavos compitiesen en aguantar más azotes con el mimbre, pero otros lo hiciesen soportando hacer más mamadas o aguantar pollazos por el culo.
Y así a cada esclavo lo usarían todos los amos.
Y el puto que más tiempo se mantuviese abierto de patas se le dejaría hacerse una paja y su amo sería el vencedor en lo que se refiere a domar a un perro para poner el culo y satisfacer a cualquier macho.
Y si era por la boca, el que más tiempo la tuviese abierta sin cerrarla para tragar saliva, demostraría que su dueño es un buen adiestrador de zorras mamonas y también se masturbaría delante de la concurrencia.

 Lo propuesto por este último era mejor que el plan anterior, pero tampoco convencía demasiado a José.
El no quería que otros usasen a Raúl, ya que aún no estaba adiestrado como para eso y no respondería adecuadamente, y aunque estaba seguro de la habilidad de Dani para dar placer a un macho y posiblemente fuese la puta con mejores artes entre todos los esclavos allí reunidos, no estaba seguro de que los otros amos supiesen valorar el trabajo de una zorra tan sumamente deliciosa como su esclavo más joven.

José se decidió y les dijo a los otros señores que cada cual ofreciese lo que considerase más oportuno en función de la calidad y dotes de los esclavos de su propiedad.
Y él ponía a disposición de los amos uno de sus putos perros para que demostrase que podía lograr que un macho se corriese antes de cinco minutos con una sólo mamada.


Y esta zorra chupa pollas era Dani.
A su otro esclavo se lo follaría él delante de ellos, para que viesen como podía entregarse a su amo un puto que hasta hacía muy poco sólo era un activo desconsiderado y cabrón rompedor de ojetes, sin saber obtener de ellos todo el provecho que un experto sabe sacarle a un buen culo.

El dueño de la casa ofreció a sus dos perros para que uno fuese follado por todos sin cerrarse de patas y al otro lo azotasen con el mimbre hasta que se corriese de placer el muy puto cerdo.

Otro amo dijo que su esclavo soportaría zurriagazos hasta correrse dos veces seguidas, antes de que lo hiciese el otro esclavo ofrecido por su amo para ese goce que le brindaban generosamente a sus esclavos.

Y, por último, el amo que faltaba por hablar quiso que a uno de sus esclavos lo follasen todos sin darle respiro a su ano, no sólo los amos sino también algún esclavo enseñado para usar la polla dentro de un culo, y después todos los que jodiesen a éste, le follasen la boca al otro perro de su propiedad, que ya superaba los veintinueve años, pronto cumpliría treinta, y en poco tiempo pensaba deshacerse de él, puesto que ya estaba demasiado usado y no le daba el suficiente placer que justificase el gasto de mantenerlo.
A este amo sólo le gustaban los esclavos muy jóvenes.
Lo que estaba claro es que la contienda iba a ser larga, puesto que las bolas de los amos tenían que recargarse y las vergas volver a ponerse rígidas e inhiestas después de calcarse a cada esclavo destinado a poner el culo o los mamones les extrajesen la leche.

Los amos aceptaron la propuesta de José, desenjaularon los penes de sus esclavos y comenzó el torneo.
Pensaron que lo primero sería colgar a los dos esclavos que iban a disfrutar las caricias de la vara de mimbre, pero no era lo más conveniente azotarlos al mismo tiempo, ya que los espectadores podrían centrar su atención más en uno que en otro y perderse parte del espectáculo.
A parte se pretendía con ello que los demás esclavos se cagaran de miedo viendo el castigo y oyendo los gritos de los azotados, porque se decidió no taparles la boca con mordazas para que el acto tuviese un sonido más real y completo.
Y si se les zurraba al mismo tiempo, el resto de los putos esclavos no pasarían dos veces el mismo terror.
Por eso, sin duda, era mejor por turno y de ese modo los amos no se perderían detalle de los espasmos y gestos de ninguno de los breados, ni se les evitaba a los perros que lo presenciasen hacerse caca dos veces, asustados por si a alguno de ellos lo sumaban al número para zurrarlo vivo por todas partes.
 Un castigo si no es ejemplar, sólo significa un sufrimiento inútil para que otros aprendan a comportarse y satisfacer a sus amos.

José no veía con buenos ojos prácticas tan brutales, pero aquellos pobres esclavos no eran suyos y era consciente del placer que puede darle a un ser inferior como a Dani, por ejemplo, el dolor que le infrinja su amo, ya sea por puro capricho o como castigo merecido por no agradarle o desobedecerle.
En cuyo caso el esclavo es indigno de su señor y además será despreciado por éste.

Ya sólo quedaba comenzar los juegos, utilizando a los esclavos para la diversión y entretenimiento de sus amos.
En la cara de los perros se reflejaba la tensión, los nervios, el temor y hasta el deseo de satisfacer sus más bajos y libidinosos instintos.

Los señores demostraban con sus gestos el convencimiento de que vencerían en la contienda y el orgullo por hallarse y ser reconocido como experto domador entre los mejores adiestradores de esclavos en todos las prácticas y aspectos de la sumisión y poseer tan buenos ejemplares para lucirse ante sus amigos.

8/17/2012

Capítulo 31 / La consecuencia


Las relaciones entre el capitán y el general se mantenían frías y limitadas al estricto cumplimiento de sus respectivas obligaciones militares.
Casi dos meses después no habían avanzado ni un palmo para acercarse el uno al otro fuera del cuartel, ni parecía que el jefe tuviese la menor intención de hacerlo.
José aguantaba comiéndose las ganas de hablarle o de cogerle la mano como antes, pero dentro de su estrategia no cabía declinar ni bajar la guardia ante el contrario. Además, cuanto más tiempo pasaba con sus esclavos, más entendía que su relación sexual con otro hombre ya no podría ser jamás de otro tipo que no fuese el de la dominación, en calidad de amo sobre el otro, y la sumisión ciega y absoluta del que estuviese dispuesto a ser sometido a su dominio como esclavo.


Y ya no tenía que buscar ni adquirir a nadie que le sirviese como sumiso, puesto que poseía dos jóvenes guapos, sanos y absolutamente entregados a su capricho y poder sobre ellos.
Y, por si no fuera bastante para que lo complaciesen totalmente e hiciesen cuanto le daba la gana, los dos chavales estaban enamorados de su amo hasta el tuétano de sus huesos.
Por qué entonces pensaba aún en su amante?
Creía que de verdad iba a volver y postrarse a sus pies como otro esclavo más, al mismo nivel que los dos chiquillos que ya le servían?
Y si tanto le amaba todavía. qué motivo le hacía desear tenerlo como siervo en lugar de volver a ser su amante?

Esas preguntas giraban como un torbellino en la cabeza de José, pero nunca encontraba la respuesta ni una solución adecuada al dilema que se había planteado en su vida. Volver con Alfonso como años atrás, no le era posible, puesto que ya no sentía ni podía disfrutar la sexualidad de la misma manera que antes de comenzar con el juego de dominar a otros para darle gusto a su amante.
Alfonso lo metió en el mundo del sexo entre amos y esclavos, siempre más jóvenes que José, y ahora su apetito sexual y su mente necesitaban el placer de sentir la superioridad de su voluntad y su fuerza sobre otro hombre y deleitarse usándolo pensando sólo en su propio gozo, aunque ello supusiese solamente dolor físico y humillación moral para el sometido.
E incluso ese sufrimiento y ese reconocimiento de inferioridad absoluta del dominado, le causaba un plus añadido al éxtasis del delirio cuando alcanzaba el orgasmo.

José tenía alma de amo y quizás nunca lo habría sabido si no lo empujase su amante a abusar de otros jóvenes machos para amansar el complejo que le produjo perder su potencia viril y reduciendo su placer sexual al gusto que podría darle a su joven amante.
Pero es posible que su mentalidad y posición le impidiesen reconocer y admitir que ese era su único papel en la cama con otro hombre y en lugar de ser él quien le hiciese gozar a su fogoso amante, quiso que otros aún más jóvenes y hermosos tomasen su lugar mientras él contemplaba el placer y el orgasmo de su amado José tras un espejo.

Puede que Alfonso no calculase bien su planteamiento o no alcanzase a prever las consecuencias que le acarrearía al amante, pero lo cierto es que le destapó los ojos a un mundo desconocido, que latía en silencio dentro del alma de José.
Porque el capitán no se volvió amo por voluntad del general ni para darle gusto a éste. José nació para ser amo y sólo era cuestión de tiempo que lo averiguase, ya fuese solo o impulsado por otro como en su caso.
Pero su espíritu dominante y su voluntad ya estaban dentro de él para brotar como un torrente de lujuriosa fuerza y pasión que arrastrase a otros seres nacidos para ser esclavos, engulléndolos hasta devorarlos y abrasarlos con el fuego de su sexo y la fuerza de su espíritu indomable.
Con una sola mirada podía causar al esclavo más daño que si lo golpeasen con un puño de hierro.
Y su voz sonaba en la mente de los sometidos como el trueno que ensordece tras la chispa de luz que rasga el cielo y amedrenta a cualquier criatura sobre la tierra.

Así era José realmente y ahora sólo sus dos esclavos conocían al verdadero hombre que vestía el uniforme de capitán.
Un macho con una potencia sexual exhibida en una verga incomparable, que tanto podía ser el más amable y cariñoso de los hombres como el más duro, exigente y áspero de los humanos.
Pero siempre mentalmente equilibrado y procurando, ante todo, ser justo en el trato a sus esclavos, dentro de unos límites razonables, sin olvidar que sólo eran criaturas hechas para ser suyas y satisfacer sus deseos cumpliendo lo que la voluntad de su único amo les dictara.

Y ahora ya no había marcha atrás para José ni tampoco para sus dos jóvenes esclavos.
El capitán, al admitirlos como de su propiedad, adquirió con ello la sagrada responsabilidad que todo amo tiene de cuidar y proteger al ser que se entrega a su dominio como esclavo.
Y los dos muchachos ni querían ni podían ser más que meros sujetos sin voluntad propia, ni deseo alguno u otra apetencia que la de ser útiles en todo a su dueño. Sabiendo que para el amo tendrían menos importancia que el más humilde animal de su casa si lo hubiere.
Sencillamente seres inferiores que con su mera presencia ante el amo manchaban su áurea de dignidad e incomodarían su mundo de perfección si no aprendiesen a comportarse y humillarse a los pies de su señor.
Y por el simple hecho de existir ya merecían el castigo de su amo y hasta el desprecio si no sabían satisfacerle como les exigiera en cada momento.

Raúl y Dani no sólo tenían muy asumido todo eso, sino que les faltaban horas al día para poner en práctica su afán de servir y complacer a su señor.
Y el capitán nunca se saciaba lo suficiente viendo, tocando, acariciando, oliendo, besando, saboreando y estrechando contra su pecho a ambos muchachos.
Ni mucho menos penetrándolos por la boca y por el culo o gozando con el calor de su carne recién azotada.

Le gustaban sus chicos y le hacían más feliz de lo que nunca ellos podrían suponer. Pero si sabían el grado de atracción que ejercían sus cuerpos sobre su amo, aunque no sospechaban hasta que punto pudiese atraerle también lo que había dentro de cada uno de ellos.


Los chavales se conformaban con estar con José y que éste los mantuviese consigo. Pero el capitán también padecía las consecuencias de haberle seguido aquel juego al general y accedido a tomar esclavos para divertir a su amante.
Ya era un amo propietario de dos criaturas que le ganaban el corazón por momentos. Dos muchachos distintos en todo y diferentes hasta ser el antítesis el uno del otro, pero ambos estupendos, tiernos y atractivos, con un físico que podrían empinar hasta las losas del suelo al pisarlo.

Y lo fundamental era que José estaba plenamente convencido de la bondad de estos críos y la capacidad de entrega que podía obtener de ellos.
Y aunque a veces se plantease apartarlos de sí y borrarlos de su mente, le fue completamente imposible olvidar que dos chiquillos aguardaban sus azotes o sus caricias, sus besos o sus guantazos y su polla y su leche con idéntica ilusión y nerviosismo que pudieron esperar los regalos en navidad siendo más niños.

Dani y Raúl compartirían sus días y sus noches con José, con el general o sin él.
Y sobre eso ya no le quedaba la menor duda al capitán.
Siervos, esclavos o amantes, podría llamarlos como le pareciera y hacerles lo que estimase oportuno, porque los dos muchachos eran exclusivamente suyos y nacidos para darle el placer que quisiese gozar con ellos y del modo que más le gustase.

Estaba seguro que ambos críos llegarían a ser dos esclavos perfectos para él, que era a quien los chicos deseaban como amo, antes incluso de saberlo ellos mismos.
Por eso siempre hemos de tener presente que algunos hechos en la vida nos acarrean consecuencias imprevisibles e irremediables. Y tanto si son buenas como malas, hemos de asumirlas y aceptarlas para seguir el camino por la ruta que vayamos eligiendo y marcando a nuestro paso.

8/13/2012

Capítulo 30 / Las sensaciones


Los dos esclavos levantaron la vista al tiempo y la figura del amo se enmarcaba en la puerta del cuarto de servicio.
Callados, aguantando casi la respiración, los dos chavales esperaban oír su nombre ordenándole que siguiese a su dueño para servirle según mejor le conviniese al amo.
José entró y se paró entre ambos sin decir nada, pero mirándolos alternativamente, y les dijo que se levantasen.

Agarró a Dani por los hombros y lo puso contra la pared y le metió un dedo en el ano, diciendo. “Estas cachonda o te has lavado hace poco?  Da la sensación de que te chorrea el culo en cuanto se te toca por aquí dentro... Y para ser agua es demasiado seroso... Eres tan zorra que te humedeces el agujero sólo con imaginar que te van a endiñar un polvazo...


Acércate, Raúl... Date la vuelta y dóblate.... También estas mojado por dentro...Pero sólo parece agua... Veo que tenéis los dos el culo dispuesto para que os use antes de la merienda...Pero no sé si me apetece...Os veo con muchas ganas a los dos y me huele que os habéis estado metiendo mano... Al menos ya estabais empalmados cuando entré...Pero eso os pasa siempre en cuanto oléis que se acerca mi polla... Mirarla bien... Qué ojos de codicia pones puto cabrón!.Me refiero a ti, Raúl, que casi te gusta más que a este otro. Y eso que ya ves como le babea el culo cuando le llega a las narices el olor de mis huevos...Tengo ganas de tomar un café...Prepáralo y servírmelo en la sala... Y rápido o le doy gusto a la mano con vuestras nalgas en lugar de la verga dentro de ese par de jugosos agujeros”.

Los chicos se apresuraron a atender a su señor, mientras él se acomodaba de nuevo en el sillón más cómodo de la sala y pronto le servían su café, que llevaba Dani en una bandeja.
José le mandó a Raúl ponerse a cuatro patas a su lado y le hizo una señal al otro para que colocará la bandeja sobre la espalda del esclavo como si fuese una mesa.
Raúl no podía moverse para no derramar el contenido de la taza ni respirar demasiado fuerte por si acaso hacía temblar lo que había sobre su cuerpo.
Dani se quedó de pie al otro lado del sillón y el amo le ordenó arrodillarse en el suelo junto a Raúl y le dijo que esa tarde quería ser atendido con sutileza y que le sirviese y le diese el pocillo en la mano como una delicada geisha.

Dani se esmeró lo mejor que supo y pudo, pero no debió agradar totalmente a su señor, puesto que nada más dejar el platillo en la mano del esclavo, para ponerlo otra vez en la bandeja, le arreó un sopapo en la cara y el servicio se fue al carajo contra el suelo y se hizo pedazos.
Raúl se sobresaltó y casi se carga lo que tenía sobre la espalda y a Dani lo puso el amo sobre las rodillas con el culo mirando al techo y le arreó los azotes más fuertes y sonoros que nunca le habían dado hasta ese día.

Le dejó las nalgas con sendos rosetones de color carmín y podría hervirse en ellas agua para hacer una infusión de poleo o té.
El puto chaval lloraba, pero sentía como el ardor y el picor de su carne golpeada le calentaba la sangre y su polla se empinaba vertiendo baba.
José lo tiró al suelo de golpe y de una patada derribó también al que usaba de mesa mandando a tomar por culo la bandeja y cuanto en ella habían puesto sus esclavos.

 José se puso en pie y les gritó: “Sois dos inútiles! Os voy a enseñar modales y como se atiende al amo a base de arrancaros la piel si es preciso... Y tú, Raúl, vamos a ver si también se te empina la picha con el capullo cubierto de cera ardiendo. Estoy harto de veros siempre con el jodido pito tieso a los dos!”
Agarró al chico por las orejas y lo arrastró hasta una mesa.
Lo subió encima del tablero boca arriba y con un velón gordo encendido fue tapando toda la polla del muchacho con la cera que caía derretida, pero desde tan cerca que Raúl no pudo reprimir los gritos y quejidos por la sensación dolorosa parecida a una quemadura.


Y cuando más chilló fue al llegar al glande y notar el intenso y ardiente escozor de la cera en la punta del capullo.
Pero su pene no se desinfló y todavía se le puso más duro.

El amo le dio la vuelta sobre la misma mesa y le atizó unas hostias con la mano en el ojete y luego, abriéndoselo con los dedos, también vertió cera caliente en el agujero del culo del chaval.
Y ya no comprobó si seguía excitado.
Tiró de la piernas del chico hasta dejar el culo doblado en el borde de la tabla y sin más perforó la capa de cera con la verga y le dio por el culo golpeándole los muslos contra el filo de la mesa.
Raúl no pudo evitar correrse nada más sentir la fuerza de su amo dentro de su cuerpo y José aún le calcó más adentro retardando el momento de vaciar sus bolas en el recto del chico.

Cuando se la sacó le dijo que si volvía a correrse sin su permiso lo caparía.
Pero por el momento le arrancó la cera de la polla a tirones y sólo le puso una jaula de plástico rígido para que no se empalmase mientras tuviese el pene encerrado en ella.

A Dani no lo folló, que es lo que quería el muy puto, ni le dio leche en la boca. Simplemente le selló el ano con cera derretida, como en otro tiempo le había hecho el otro capitán, y le ató el pito doblándoselo hacia atrás, bien escondido entre las piernas del chaval como si no fuese un tío o le hubiesen cortado el pene.
Primero tuvo que ordeñarlo dos veces seguidas, porque al tenerlo tan tieso era imposible doblegarle el pitorro de mear y poder metérselo en la entrepierna.

Después los llevó otra vez al cuarto del servicio y los dejó sujetos por el cuello con cadenas cortas y enganchadas a la pared con la suficiente distancia para que no pudiesen tocarse.
A media noche el amo volvió al improvisado calabozo y sus esclavos, con hambre y sed y ganas de mear, seguían sentados en el suelo con la cabeza baja y los ojos húmedos de haber llorado.
José no habló, pero los soltó y los cogió de la mano y los puso en pie. Y dijo: “Voy a daros de comer... Vamos”.

En la cocina los sentó a la mesa vacía y les vendó los ojos a los dos.
Después de un rato los chicos olieron algo delante de ellos y tocaron un plato con las manos y el amo dijo: “Comer eso”.
Ellos metieron las manos y fueron cogiendo pequeños trozos de carne untada en algo que al acercarlo a la boca pudieron sentir el olor a semen que despedía la salsa.
Ambos devoraron todo lo que encontraron en el plato y se chuparon los dedos para aprovechar hasta la última brizna que supiese a la leche que les daba su señor.
El amo les dio de beber poniéndole unos vasos grandes en la mano derecha y apuraron el líquido que olía a meo.
Pero no era muy fuerte el sabor, así que supusieron que la mayor parte del contenido era agua.

Para los dos muchachos fue un extraordinario banquete, pero aún les quedaba el postre y sería lo mejor.
El amo le metió en la boca, por riguroso turno, su gruesa verga cubierta de crema, mezclada con esperma, y los chavales saborearon el más delicioso dulce de su vida.

Al destaparles los ojos los besó en la boca a los dos y les dijo: “Sé que os ha gustado mucho la cena, dada el ansia conque la habéis comido... Pero podrías distinguir el ingrediente que os supo tan rico?”
“Semen y meo, amo”, dijeron al mismo tiempo los esclavos.
“Sí. Pero de quién?”, preguntó el amo.
Y Raúl dijo: “El de la carne era tuyo, amo y el meo también... La leche del postre no me parecía tan espesa como la tuya, señor. Pero no sé de quien era”.
“Y tú que opinas, Dani?”, inquirió el amo.
Y el chico contestó: “Por el olor y siendo tan espesa, sin duda la de la carne es tuya, amo... el meo también, aunque tenía demasiada agua, pero el olor picante es el de mi amo... Pero la leche de la crema no es ni tuya ni de Raúl. Es mía, amo”.

José añadió: “Eres un experto, Dani. Pero eso significa que has probado tu semen. Cuando fue?”
“Nunca que no fuese lamiéndolo del suelo, amo... Pero si no es tuyo, que es inconfundible para mi, ni de Raúl, que si lo probé más de una vez y recuerdo su olor, textura y sabor, no puede ser de otro que no sea yo, amo”.
“ Es verdad”, dijo José, pero añadió: “Tenías ventaja puesto que Raúl nunca aprobó la tuya y la suya no pudo saborearla como para distinguirla con claridad. De todos modos sois buenos catadores... Vamos a la cama... Conmigo. Os quiero a los dos esta noche a mi lado”.

Los esclavos fueron tras el amo y se acostaron en su cama, pegándose a él por ambos flancos, y éste les babó y pringó la boca de besos.
Pero no liberó de la jaula al pito de Raúl ni a Dani del tapón anal de cera y del cordel que le ataba la picha entre las piernas.
Y los dejó dormir de esa guisa, aunque sí permitió que measen antes de acostarse para no mojar las sábanas.

José tardó en conciliar el sueño y no paraba de pensar en su amante y que por su culpa y la frialdad que se mostraron al encontrarse, había descargado su mal humor y su cabreo en aquellas dos criaturas que tenía a cada lado de su cama.
Y eso le dolía ya que no lo hizo por sentir placer, sino por rabia y ansia de aliviar el dolor de su alma herida haciendo sufrir a sus esclavos.
Ambos eran suyos y también le servían para eso, pero en realidad no los había disfrutado como él quería ni tampoco le consoló hacerlo de ese modo.
En resumen, no le había sido útil para nada de lo que pretendía y solamente había zurrado con dureza a Dani y lastimado y preñado a Raúl.

Luego, a solas, reflexionó y amainó su cólera para jugar con los dos chavales disfrazando la cena de entretenimiento, mas no olvidó el distanciamiento con su amante. Volvió a ver a sus esclavos, ya dormidos y mirando hacia él como para no perderlo, y les libró las pollas del castigo impuesto por la insolente potencia viril de los dos muchachos, siempre con sus miembros erectos y los cojones cargados, frente a la debilidad sexual e impotencia del hombre que amaba desde hacía años, cuyo complejo había provocado el altercado entre ellos, poniendo como excusa a los dos jóvenes de los que ahora ya no quería ni podía desprenderse sin mutilar una parte de su propio ser.

Al liberarles los penes, los chicos se despertaron y no esperaron ni pidieron su permiso para abrazarlo, mirándolo como sólo un niño ve a un ser que le parece el héroe de las más grandes hazañas creadas por su ilusión infantil.
José empezó a ver claro que sus esclavos no sólo le agradecían ser suyos y le adoraban como a su dueño, sino que además le amaban a cambio de nada.
Sólo esperaban que él se sintiese a gusto con ellos y procurar servirle como criados y objetos de placer lo mejor posible.

José apretó contra sí los cuerpos de sus guapos esclavos y aspiró el olor particular de cada uno, que era algo que lo excitaba sobre manera, pero aún así sentía que le faltaba algo más para ser feliz.
 Posiblemente su corazón de soldado no se conformaba con ir ganando batallas y aspiraba a ganar la guerra contra los tercos complejos del alma del general.
Necesitaba aflojar la tensión él también y le dió la vuelta a Dani para sacarle del culo el tapón de cera y lo folló antes de dormirse.


El chico se corrió con su amo y se volvió a correr otra vez en sueños igual que Raúl.
En cuanto se levantases los tres, habría que cambiar de sábanas sino quería el amo dormir la noche siguiente en un lecho almidonado a trozos.

8/10/2012

Capítulo 29 / Los sentidos


Reencontrarse con el general no fue violento pues tanto el como José se limitaron al trato normal entre militares de diferente rango, cada uno en su sitio y posición, y Dani, a salvo al lado del capitán, también cumplía con sus obligaciones de asistente, abriendo la boca lo menos posible y supliendo la falta de su compañero que todavía lo mantenían de baja por decisión de su amo.

El esclavo abría bien los ojos y los oídos para estar atento y que no se le escapase ni una palabra o un gesto de ambos oficiales, y fue transcurriendo la jornada sin problemas ni un mal roce o contratiempo entre los amantes ni mucho menos por su presencia.

Dani era muy listo y sabía ponerse en el lugar justo y en el momento adecuado y hasta hacerse invisible si era preciso.
Poseía unos sentidos agudos y muy desarrollados tanto en la superficie de su piel como dentro de su cerebro.

 Raúl esperaba en casa la vuelta de su amo y su compañero y seguía el guión y el ritmo marcado por el capitán para hacer los ejercicios físicos diarios, típicos del ejército para mantener bien entrenados a sus soldados y dotarles sus cuerpos de fortaleza física, puesto que la mental importa más en el caso de los oficiales que han de mandarlos.

 Al oír la puerta el chico fue a recibir a su señor, deseoso de verse envuelto en la atmósfera de atracción que emanaba de su dueño, y sin saber bien el motivo ni por qué lo hacía en ese instante, se postró a sus pies besando el suelo.

José se detuvo y lo miró sin inmutarse, mientras Dani, detrás del amo, miraba más a éste que al otro esclavo.
Raúl no levantó la cabeza ni alzó la vista y quedó quieto como si fuese una figura de barro y el amo le dijo: “Temías que no volviese?”
“No, amo”, respondió el chaval.
“Entonces por qué rezas así?”, preguntó el amo.
Y el esclavo añadió: “No rezo, señor. Me pongo a tus pies que es el único lugar que merezco para ser digno de seguir a tu lado. Permite que limpie tus botas con mi lengua y luego lama tus pies cansados y sudorosos, porque mi única alegría es tu bienestar y tu placer es mi mejor premio”.

José se volvió a Dani y le dijo: “Ese es un perro que ama a su dueño. Aprende de él cuyo corazón es el de un verdadero esclavo... Raúl, lame mis botas y descálzame después para relajarme los pies con la lengua. Y puede que antes de la noche tengas una ración doble de leche...Dani, vete al cuarto del servicio y desnúdate. Sin perder tiempo, arregla, limpia, y ordena la cocina, la sala y el resto de la casa. Y date prisa en preparar mi uniforme para mañana y planchar el resto de la ropa que ya esté seca. Y cuando termines todas las tareas, espera allí sentado en el suelo hasta que te llame...Quiero disfrutar de este puto perro con tranquilidad... Vamos Raúl, voy a sentarme en el sillón y empezarás tu labor. Y esmérate o te planto la suela en los morros con una patada”.

El perro siguió al amo a cuatro patas y José se despanzurró en su asiento estirando las piernas para facilitar el trabajo a su esclavo.
Raúl pasó la lengua por las botas de su dueño y les sacó brillo hasta en las suelas. Luego lo descalzó y acercó los pies de su amo a sus narices aspirando el olor de los calcetines húmedos que aún soltaban el hedor caliente del sudor.
Desnudó cada pie con mimo y los baño con su saliva usando la lengua como esponja. José con la cabeza reclinada hacía atrás y los ojos cerrados se hallaba en un trance tal que le hizo suponer haber llegado a alcanzar el nirvana.


Raúl levantó la cabeza y miró a su amo y se atrevió a interrumpir su aparente letargo pidiéndole que le dejase besarle los pies.
José no se movió ni hizo ningún ademán, pero el esclavo entendió que le premiaba autorizándole a besarlos y lo hizo con la devoción propia de una beata que tuviera en sus manos las reliquias del santo patrón de su pueblo.

José abrió los ojos y miró la espalda arqueada del perro esclavo y sólo pensó en que lo había adiestrado muy bien para que lo sirviese.
Cuando el amo se cansó de estar quieto, se limitó a empujarlo con los pies, tirando al esclavo de espaldas al suelo y se levantó.
En la puerta de la sala volvió la cabeza y le dijo al esclavo: “Sueltas demasiadas babas pero has hecho bien el trabajo... Ahora vete y prepárate por si quiero usarte de puta más tarde... Me voy a mi habitación a descansar y que nadie me moleste... Y dile a la otra zorra que en cuanto termine su trabajo se prepare también por si acaso... Os quiero siempre con los bajos bien limpios... Ya lo sabes”.

El esclavo se puso en pie y esperó a que el amo saliese antes que él y se aprestó a ir al baño a asearse otra vez y meterse dos lavativas bien llenas para agradar y complacer mejor a su dueño.
Dani oyó el agua de la ducha y fue a ver que hacía su compañero.
Y éste al verlo le dijo: “El amo quiere que estemos dispuestos para él. Termina lo que te ha ordenado y límpiate por si te llama para usarnos”.
El chaval más joven recorrió el cuerpo desnudo y mojado del otro y preguntó: “Y cómo quiere usarnos?”
 Y el otro esclavo respondió: “Como lo que somos. Sus zorras o sus perros. Eso depende de lo que le apetezca... Y sólo espero que nunca se canse de nosotros y deje de usarnos por otro que sepa ponerlo más cachondo y le excite con mayor fuerza la polla... No has pensado que pudiera ocurrir eso, Dani? Yo sí. Esta mañana no podía quitármelo de la cabeza”.
Y Dani le preguntó: “Por eso lo recibiste así? Como un perro?”
“Sí. Haré lo que sea por seguir a su lado”, contestó el otro chico.
Dani se calló un minuto y añadió: “De momento no hay problema. Le gustamos demasiado y lo ponemos como una moto en cuanto nos ve y nos toca...Y además no crees que también siente por nosotros algo más que ganas de darnos por el culo?”
Raúl no esperó y contestó: “Quizás sí, pero el otro es su amante. No lo olvides. A ese lo ama desde hace años y a nosotros acaba de conocernos”.
“Pero nosotros somos jóvenes y el otro no! su cuerpo no puede gustarle como el nuestro ni le apetece sobarlo como lo hace con nosotros”, dijo Dani.
Y Raúl le respondió: “Y qué sabemos que pasa cuando están solos? Nunca hemos visto como se besan ni mucho menos como se folla nuestro amo a su amante. Creo que el amor puede hacer mucho más apetecible el cuerpo maduro del otro frente al nuestro o el de otro joven cualquiera. Y eso me da miedo porque el amo no nos ama como al otro”.

Hubo un silencio y habló Dani: “Raúl, estás enamorado del amo, verdad?”
Y el chico le confesó: “Sí. Nunca supe que se podría sentir algo parecido por alguien hasta ahora. Y va más allá de que su cuerpo me guste o me alucine esa verga que tiene el muy jodido y que si me las hizo pasar putas con ella, ahora adoro esa tranca y su sabor y olor y la necesito dentro de mi cuerpo como el aire para respirar. Cuando no lo veo o no lo siento cerca me entra una congoja que me seca la boca y no soy capaz de tragar ni agua. Sólo deseo sentir su leche en mi lengua y notar como baja por la garganta. O sufrir los retortijones que me provoca con ella cuando me la mete por el culo y me llena las tripas”.

Dani miró a otro lado y con los ojos húmedos añadió: “Qué sentías por mi?”
Raúl le miró la espalda y el culo y dijo: “Antes y ahora siento atracción por tu cuerpo, que disfrace de desprecio por un marica y que en realidad era miedo a que los demás supiesen que yo lo era también. Y te tengo mucho cariño. Más del que te imaginas porque además eres de mi amo también y él goza contigo y le gustas y creo que te quiere más que a mi”.

El chico se volvió y se acercó a su compañero, metiéndose en la ducha con él y le habló casi al oído:
“Raúl. Yo te quería y me sentí atraído por ti desde el principio. Hasta me hacía feliz tu desprecio y tu rudeza y brutalidad... Luego apareció el amo y me trató de otra manera... Me cuidó y me dio cariño. Después me enseñó como se folla un culo con una cacho verga que quita la respiración cuando te la hace tragar por la boca y comprendí que ese era un hombre de verdad. Un macho. El tipo con lo que siempre había soñado casi desde niño. Ser poseído por un cabrón que me destrozase las tripas y me partiese en dos dándome por el culo sin parar, arreándome hostias y llamándome puta zorra, hasta lograr que me arrastre tras él, suplicándole más y más, para poder saciar el vicio y la desazón que llevo dentro y que sólo se calma cuando el dolor físico que sufro, junto al placer del que me usa, me vuelve loco de gozo y no puedo explicarte hasta que punto puedo llegar a disfrutar cuanto más bestia y salvaje sea el amo conmigo...Me embotan los sentidos las punzadas agudas que mis nervios me mandan a la cabeza y mi olfato ayuda a que me corra de gusto respirando el cuerpo de mi amo... Sólo oírlo ordenarme alguna cosa hace que moje los calzoncillos por delante y por detrás... La presencia del amo saca mi sensibilidad a flor de piel y me pongo nervioso como una gata histérica cuando sus ojos se calvan en los míos... Yo también lo amo, Raúl. Y no sólo lo prefiero a cualquier otro, sino que lo necesito para colmar mi ansia y necesidad continua de macho... Tú me hiciste ver que era una auténtica puta y que sólo sirvo para satisfacer a un hombre. Y ahora ese macho es mi amo y el resto ya no me importan”

Raúl alargó su mano hasta el hombro de Dani y le preguntó: “Ya no te gusto ni te atrae mi cuerpo?”
Y el otro respondió: “Me gustas todavía y al tenerte cerca tu olor me la pone dura y el rozarme con tu piel es volver a sentir las mismas ganas de tu cuerpo que tenía cuando era tuyo. Si no fuésemos sus esclavos, te suplicaría que me follases y me dieses hostias hasta que se cansase tu mano de arrearme guantazos y azotes... Soy una zorra... Tú lo has dicho. Pero ahora sólo podemos tocarnos si él lo desea y quiere ver como nos sobamos o nos apareamos”.

El agua tibia cayó sobre la cabeza de Dani y mojó su cuerpo igual que el de Raúl.
Se miraban uno al otro sin acercarse más de lo necesario para entrar juntos en el bañera, pero no dejaban de contemplarse enteros, fijándose los ojos de cada uno los genitales del otro.
Sus sentidos excitaban sus penes y el vello se les erizaba sobre la piel.
Raúl enjabonó al otro muchacho, arrodillándose para limpiarle mejor las piernas, los huevos, el pene y el culo.
Los dedos de Raúl resbalaban hacía esas partes más sugestivas del bajo cuerpo de Dani, o se le deslizaban sobre las curvas del trasero y los marcados y esbeltos músculos del muchacho.
Era tan agradable tocarlo y aspirar ese perfume natural que lo envolvía, que Raúl no pudo evitar besarle las nalgas y desear lamerle sin pudor la raja del culo.

Dani bajó los ojos y se volvió para ver a su compañero acariciándole los muslos y le dijo: “Ya no te pertenecen, Raúl, porque ahora son de mi amo igual que los tuyos...Pero deja que yo también enjabone tu piel y deje que mis sentidos se crean libres para hacerme imaginar que puedo darte el placer que no supiste apreciar cuando me tuviste en tus manos y yo quería ser tuyo absolutamente... El amo descansa y no podemos traicionar la confianza que nos da y el privilegio de tenernos en su casa como un objeto más de su propiedad. Lavémonos bien y esperemos que el amo elija cual de los dos ha de complacerle y satisfacer sus caprichos”.
“Lo sé, Dani. Y nunca ofendería al amo otra vez”, dijo Raúl.


El otro esclavo sonrió y dándole la vuelta a su compañero para enjabonarlo mejor, añadió: “Raúl, déjame que te ayude que se más de esto que tú. Ya sabes que si algo aprendí en el campamento fue a prepararme para que un macho goce con mi cuerpo mejor que con la más experta puta del mundo... Y si algo se hacer bien es darle el máximo gusto a quien me folla por cualquiera de los agujeros de mi cuerpo, cuando me interesa dejarlo satisfecho y saciado de sexo”.
“Gracias, Dani, respondió Raúl.
Y Dani siguió hablándole: “En cambio tú sólo puedes ser fuego y pasión y locura desgarrada cuando te folla el amo porque sólo tu propio amor hacia él te llena y calma la lujuria que antes te consumía cuando me penetrabas a mi... Entre tú y yo esa es la diferencia, Raúl... Yo amo al capitán y me sube a la cima del mundo con su verga, pero podría hacerle sentir placer a cualquier otro aunque yo no pueda despegarme ni un palmo de la tierra mojada por el sudor del que me está jodiendo... Sin embargo tú sólo sabes darle placer a él porque eres incapaz de entregarte y de abrirle el culo a cualquier otro, ni siquiera por compromiso. Y si alguno quiere usar tu polla se te pondría dura pero tú sientes que traicionas a tu dueño y solamente sufres. Tanto, que llegas a desear la amputasen, como le suplicaste al amo el otro día... A no ser que el amo te obligase a montarme a mi, verdad?”
“Sí”, respondió el otro chico.
Dani continuó: “Y eso es lo que te pasó con el general, porque mientras sólo quiso mamártela hiciste un esfuerzo para darle la leche, pero cuando te exigió que se la metieses por el culo sin ordenártelo el amo, te pareció un ultraje hacia él y estalló el problema con su amante a causa de eso. El general se celó al darse cuenta por tu actitud fría y recelosa que estás enamorado del capitán, tanto como yo, y quiso apartarnos de su amante. El sospechaba de mi y entendió en ese momento que con quien corre más peligro su amor es contigo, porque tú no sabes ni puedes disimular los celos ni tu deseo de ser el preferido del amo y haces lo imposible para que te desee y puedas retenerlo dentro de tu culo”.

Raúl casi lloraba y le dijo a Dani: “No puedo sufrir que me desprecie, pero sé que nunca me querrá por todo lo que te hice antes. Y eso me mata... Cuando veo como te acaricia y te habla y como su excita al verte y como le abres el ojo del culo para que entre a saco en ti, noto que algo se rompe en mi pecho y me duele realmente como si me diese un puñetazo tremendo en el esternón. Y para colmo ver como te folla me excita y el olor de tu semen y el suyo me pone caliente como un brasero y me abalanzaría sobre los dos para lameros y besaros por todas partes... Y ni puedo hacerlo ni me atrevería sin que el amo lo ordenase. Por eso quisiera ser su único esclavo o que me desease ha más que a nadie”.

Dani lo miró fijamente y le espetó: “No te lo voy a poner fácil dejándote el camino libre. Voy a luchar por mantener un sitio en su corazón y sentir siempre su verga rompiéndome el vientre por dentro si quiere clavarme al colchón de su cama a todas horas. Es mi amo y el hombre al que quiero amar de por vida lo mismo que tú. O aprendes a compartirlo conmigo o será la guerra entre ambos y la perderemos los dos. El amo sabe demasiado para dejar que intentemos monopolizarlo, Raúl. Y si llega a perder a su amante no podemos hacer que se aburra de nosotros y nos aparte de su vida. Ni tú ni yo queremos eso. No sólo nos cambió la vida al aceptarnos, sino que nos transformó en algo mucho mejor. Sus esclavos para vivir sólo por él y para darle placer”.

Raúl abrazó a Dani y se secó los ojos.
Luego los dos muchachos salieron del baño y fueron al cuarto del servicio a esperar sentados en el suelo a que su amo los llamase para usarlos.

8/06/2012

Capítulo 28 / La atracción


José había decidido cual sería la solución para resolver el conflicto en sus relaciones íntimas con los tres seres que le importaban y por los que sentía un intenso sentimiento afectivo y, además, una tremenda atracción física, espiritual y sexual, que subyugaba su carácter independiente, libre y dominante, lazándolo con una particular situación de dependencia hacia los tres hombres que cerraban el estrecho circulo de su vida actual.

Tres eslabones de una misma cadena, que con la falta de alguno de ellos no sólo se rompía la magia del mundo personal de José, sino que se hundiría una parte de su alma en la melancolía por la falta de un miembro desgajado de si misma.
En cualquier caso no es fácil que se mantenga una idéntica atracción entre varios sujetos de la misma especie, sean o no de igual sexo, y en el triángulo creado por José lógicamente había primacías en función de su estado de ánimo, el momento y la función que requería de cada uno de los otros.

Ahora podría ser más fuerte la ternura y la atracción física por el más joven.
Y, sin embargo, en algunos instantes el deseo de sexo salvaje más intenso lo ejercía el otro muchacho de aspecto viril y con un carácter más difícil de dominar.
Aunque quizás esa impresión que tenía José respecto a Raúl solamente fuese aparente y no tan real como quiso demostrar el chico en su momento.
Y es frecuente que los seres como Dani, que aún conservan algo de niños y su suavidad mueve a cuidarlos y protegerlos como delicadas y preciadas piezas de porcelana, dentro contienen la erupción de un volcán de pasiones y fuerza que asustaría al mismísimo fundador del imperio mongol Gengis Kan, dominador de reinos y hasta de los orgullosos imperios jin, tanguta, kara-kitai y corasmio. Es decir gran parte de la inmensa China.

Y para complicar más las cosas estaba el amante.
El general ya maduro al que José amaba y aún sentía por él un deseo sexual distinto al de los chicos, pero tan necesario que a veces le resultaba irreprimible.
Y en otras ocasiones, eso podría ser cuestionable o puesto en duda, desde un punto de vista más estricto, comparado con el furor y la brutal explosión de su necesidad de dominar y someter a otros, hasta ahora siempre más jóvenes que él, pero que no solamente le seducían sus hermosos y frescos cuerpos, sino el hecho de sentir el poder sobre ellos y verlos sumisos y postrados a sus pies, esperando ser usados conforme a sus deseos y caprichos.

El placer de saberse amo absoluto de otros seres, en este caso de su misma especie y sexo, hacía que un erótico escalofrío de intenso placer recorriese su cuerpo desde el cerebro hasta la punta del pito.


Que en el caso de José, realmente llamarle así, simplemente pito, no era muy apropiado, dada la envergadura y calibre del caño con que meaba el joven oficial.
Y no digamos cuando este instrumento, bien engrasado y puesto a punto, se disponía a perforar algún culo o dejar su munición en la boca de algún tío, porque hubo legendarios cañones en el mundo que pudieran haberle envidiado por su tamaño, potencia y alcance de tiro.

Sus balas eran pequeñas, puesto que los espermatozoides son diminutos y juguetones y no paran de mover una colita que tienen para desplazarse a toda leche.
Pero los soltaba en tal cantidad que podrían fertilizar toda una manada de zorras o perras en celo y ansiosas por parir preciosos cachorros.
Así que no es raro que el estómago de sus esclavos tardase en digerir la leche de su amo cuando se la hacía tragar por la boca, o que les costase tiempo terminar de cagarla si se la depositaba dentro del culo.

Si los muy putos tuviesen una manecilla de reloj en los ojos, que indicase el nivel de llenado como en el tanque de gasolina de un automóvil, cada vez que el amo descargaba en ellos la lefa, este artilugio puesto en ambos ojos, marcaría lleno hasta el borde.
Y daría igual que fuese por arriba o por abajo, puesto que tanto el estómago como la tripa estarían conectados a estos medidores.

Y cuando era a Dani al que llenaba, sus ojitos se le encendían en verde intenso.
Pero si esa vez al que le tocaba era a Raúl y para el otro no quedaba suficiente, las lucecitas del chico se volvían de un rojo vivo, advirtiendo que se estaba quedando sin combustible para seguir camino.

Cuando un amo tiene esclavos tan jóvenes, se les debe llenar el depósito con más frecuencia, porque aún están en plena formación y terminando de desarrollarse y queman mucha más energía.
Rondando los veinte años solamente, ya se sabe, sus pollas no se bajan ni para mear. Y al mínimo roce el glande les toca el ombligo por lo menos.

Perece mentira que algunos con unas pelotitas tan pequeñas y pegadas el culo, puedan fabricar y expulsar tanta leche cuando se les pone bien calientes y cachondos.
Y unos azotitos bien dados en el culete son definitivos para eso.
Los hay que cuando quieren decir “qué me corro!”, ya se han vaciado los muy cochinos.
Y lógicamente, al hacerlo sin permiso y a antes de tiempo, merecen un severo castigo. Y es el mejor remedio para un perro esclavo, porque los azotes dados en serio y con mano dura, les vuelven a poner burros y la verga les quema como un tizón encendido, al sentir el ardor y el dolor en las nalgas.


Y el amo los folla otra vez con mucha más fuerza y rascándoles el recto para que se enteren hasta donde se la mete su dueño, provocándoles que babeen como putas por la boca, por el pene y por el culo, pero los preña una o dos veces seguidas sin sacarla, si su potencia sexual se lo permite, sin dejar que el muy cerdo del esclavo lo haga aunque le estallen la bolas por la presión de la leche acumulada en ellas.

Y si el amo quiere poner al miserable más caliente todavía, que siga dándole fuerte con la mano en las cachas mientras lo monta y lo jode vivo.
 Es un tratamiento que nunca falla para enseñar al esclavo cual es su obligación y para que le sirve a su amo y ponerlo en su sitio sin que vuelva a salirse de madre.
Y si lo hace, entonces se recurre a un castigo más severo, dependiendo de lo que más miedo y dolor el cause al puto perro, sin caer en darle más gusto con eso, si el esclavo es masoca y lo que busca es que su dueño le cause dolor para pasarlo teta no su amo solamente, sino el muy cabrón del jodido miserable, que goza como una perra sufriendo hasta desnatarse de tanto correrse, por mucho que le aten la punta del capullo y los cojones.
Y si le clavan agujas y lo pinzan retorciéndole los pezones y los huevos y la polla o cualquier otra parte de su vil anatomía, todavía se lo pasa mejor.
Y si lo cubren con cera derretida, tan caliente que le queme la piel, entonces su orgasmo es impúdico y escandaloso aunque sea interno y no le salga por el orificio de la uretra ni una gota de semen o babilla.
Cosa que sería difícil, desde luego, dado que los esclavos, cuanto más putos y más zorras, menos continencia tienen para evitar que sus pelotas rezumen y suelten por lo menos suero, cuando no puro esperma de perro.

El amo ha de conocer con que ganado juega y como apretarle las tuercas en cada momento y situación.
Acertar siempre con la medida adecuada y justa no es nada fácil.
Y precisamente equivocarse lo menos posible es lo que hace grande a un amo y que sus esclavos lo respeten y adoren.
Y de eso a enamorarse del amo sólo es añadir un pequeño matiz al dominio y a la obediencia y es el lazo más poderoso que ata al esclavo a su amo.
Y eso se llama amor y se propaga entre ambos como vasos comunicantes.

José sabía todo eso y procuraba ponerlo en práctica.
Y los resultados que iba obteniendo con sus esclavos eran inmejorables.
Los dominaba, los sometía, los usaba como él deseaba y según el tratamiento más adecuado a cada uno de ellos para obtener y sacarles el máximo placer para su dueño.

Y no olvidaba que el dulce y aniñado Dani era un completo masoquista, así que José cuidaba mucho que castigos debía aplicarle y hasta donde podía causarle dolor y hacerlo sufrir físicamente, para que el chico no gozase a su modo, sino como le gustaba a su amo.

Dolor para el esclavo y placer para su dueño, que también era gozo para el puto Dani, pero sin convertir el castigo en una recompensa erótica y sexual para el muchacho solamente.
Eso no le impedía a Dani calentarse y excitarse ante su amo simplemente con mirarle a los ojos y saber que en cualquier momento su cuerpo iba a ser penetrado y colmado por la generosa afluencia de semilla que su dueño solía regalarle a diario, regándolo con saliva y sudor para que floreciesen mejor las flores del delirio y el éxtasis en el tierno esclavo, traspasado siempre por el goce de su dios y señor.

Raúl, a su modo, disfrutaba siendo usado por José, sabiendo que le daba placer a su amo de la manera que éste quisiese o le apeteciese más en ese instante.
Se sentía un juguete de su dueño.
Un mero objeto cuyo amo usa como mejor le convenía y eso era su mayor satisfacción, tanto mental como física.
Y se corría tan sólo con pensarlo estando despierto o soñarlo mientras dormía.
Todo su cuerpo era sexo al servicio y para el mayor goce de su señor, porque estaba perdidamente enamorado de José, aunque también le gustase el cuerpo de Dani y le pusiese la verga dura como el acero olerle el culo o vérselo en cualquier posición.

Pero la atracción por su amo era distinta y el cuerpo de José le provocaba lo que jamás había sentido al ver a otro hombre ya fuese vestido o desnudo.
Lo ponía como una moto de carreras a toda pastilla y a velocidad desenfrenada.
La cercanía de José le subía la adrenalina a Raúl y la testosterona le hervía como en una olla a presión y la tremenda verga se le deshacía en leche, desinflándole el potente par de huevos que el colgaban en la húmeda entrepierna.

Hasta el vello del pubis se le erizaba y se perlaba de pequeñas gotas de sudor al oler el cuerpo de su amo, anunciando su presencia, u oír la voz de su amado y deseado señor, que sonaba en los oídos del chaval desarmando sus defensas como las trompetas lo hicieron derribando las murallas de Jericó.

A José solamente le faltaba ver a su amante a sus plantas, suplicándole como lo dos muchachos una mirada o si al amo le placía, una caricia.

Y ganarse diariamente como los dos jóvenes el favor de su señor para que lo tomase o le permitiese ver como gozaba a cualquiera de sus otros esclavos, arrodillado en el suelo y en silencio, esperando sólo lo que su amo quisiese darle.


Ya fuese un premio, follándole con su recia verga la boca o el culo y nutriéndolo con la leche de sus divinos huevos, o un castigo, colgándolo como una res desollada después de aplicarle una sesión de terapia con pinzas y electrodos, o amarrado por el cuello como un perro y flagelado con su propia fusta o azotado con el bastón de mando, con empuñadura de oro, que lucía al vestir el uniforme de gala de general.

Y José podía asegurar que su amante seguía atraído por él y lo amaba al punto de doblegar su orgullo y ser otro puto esclavo del capitán, con tal de no perder el amor de su amante.

8/02/2012

Capítulo 27 / La solución



José tuvo una idea para solucionar el conflicto surgido con su amante el general y los dos esclavos.
Había que salvaguardar a Dani de cualquier posibilidad de caer en manos de su antiguo capitán y, ante todo, impedir que apartasen de su lado a esa criatura que ya le tenía ganado el corazón.
Lo mejor para el chaval era apartarlo del peligro dejando la vida militar.
Era un chiquillo con tan sólo dieciocho años y aún tenía casi todo por vivir y José disponía del tiempo que necesitase para cincelar al muchacho como mejor le pareciese.
Educarlo, enseñarle cualquier disciplina y adiestrarlo para servirle y serle útil de la mejor manera posible.
El chico no era tonto y su mente despierta le facultaba para estudiar y aprender con rapidez.
Además no tenía carácter para ser militar.
Así que lo más provechoso para el muchacho era formarlo por si tuviese necesidad de realizar algún trabajo propio de una profesión cualificada.
Dani dejaría el ejército y se pondría a estudiar lo que decidiese su amo como más adecuado a las características, condiciones y capacidad intelectual del chico.
Pero eso José lo pensaría con calma, ya que si algo no debía tener Dani en su vida era otra prisa o ansia que darle placer a su dueño.
Lo quería sólo para él y permanentemente a su disposición, sin otro lazo que ser el único propietario del chaval.

Con Raúl la situación era distinta.
Este si tenía dotes para ser un buen soldado, pero también deseaba su amo tenerlo siempre dispuesto a ser usado como le pareciese más oportuno y el chico podría dar muy buen juego para múltiples utilidades.
Y una de ellas podría ser servirle a su señor de anzuelo para pescar a otros putos sumisos, ya fuese para usarlos simplemente o esclavizarlos también si alguno de ellos le complacía lo suficiente para admitirlo en propiedad de forma permanente.

El ejército es una fuente inagotable de piezas jóvenes para ser capturadas y domadas por una mano hábil y experta como la de un amo fuerte y duro como José y la propia disciplina militar hace de ellos un buen caldo de cultivo para que acepten la obediencia a un amo sin rechistar ni cuestionarse la racionalidad de tal conducta.

Se les entrena para cumplir órdenes sin plantearse la oportunidad ni su proporcionalidad y mucho menos las consecuencias de tales mandatos.
Un buen soldado sólo debe servir con su misión manejando las armas y cumplir lo que dispongan sus superiores.
Lo mismo que hace un esclavo, pero éste con el sólo fin de satisfacer y complacer a su señor.

Y antes de acometer sus planes y tareas, el amo quiso ver como seguía la evolución de los daños producidos por el duro castigo sufrido por Raúl y destapó al muchacho, que todavía estaba adormilado, y observó su espalda y sus nalgas, con mejor aspecto pero todavía con las señales de los azotes que cruzaron su carne en todas direcciones.
José tenía que admitir que aquel muchacho estaba más bueno que el pan recién cocido en un horno de leña a primeras horas de la madrugada.
Y no resistió besarlo y despertarlo haciéndole cosquillas con la lengua por toda la espina dorsal.

Raúl volvió la vista hacia su señor y se estremeció de gusto al sentir las húmedas caricias en su espalda.
Y sus piernas se separaron inconscientemente o por vicio, pero dejaron franca la entrada trasera de su cuerpo.


José relamió el redondo agujero del chico y le metió saliva dentro con la lengua, para dejarlo suave y jugoso como el hueco que deja la pepita al extirparla de un fruto carnoso, y le introdujo dos dedos enteros por el ano, disfrutando con la cálida suavidad de la delicada mucosa interior del cuerpo de Raúl.
La respiración agitada del chico y los movimientos espasmódicos que recorrían sus miembros, así como el calor de su sangre trasmitido desde el recto del chaval a los terminales sensitivos de su amo desde la yema de los dedos, le puso a José la verga como un tronco de un castaño añejo, tanto por la consistencia y dureza de su madera erguida, como por el diámetro de su circunferencia, engordando año a año su perímetro.
Y todo ese caudal sanguíneo, embutido en un cilindro de carne rígida y contundente, que a más de un culo podría causarle pánico por su envergadura, se clavó en el esfínter de Raúl con un violento movimiento de la pelvis de José que lo introdujo hasta el mismo nacimiento de los pelos de sus cojones.
Y acostándose sobre el cuerpo del esclavo, le dejó el ojete como una margarita después que la desojasen pétalo a pétalo, con el me quiere o no me quiere de un corazón adolescente, que lo que consigue es joder la flor y dejarla hecha trizas.

Pero en este caso, el culo de Raúl no sólo terminó repleto con el semen de su amo, sino que tanto o más placer como recibió su dueño al follarlo, lo sintió el chico al ser jodido por la polla de su dios y mojó la sábana con su leche.
Un amo con más de un esclavo siempre tiene el problema de dosificar sus fuerzas y repartir de una manera controlada el regalo de sus generosas atenciones en una justa proporción para sus esclavos.
Dejando a salvo siempre las preferencias o caprichos que el dueño tenga en cada momento para usar a uno u otro, sin preocuparse de las ansias de los putos viciosos que lo sirven, ni tener en cuenta otra cosa que no sea su deseo o la atracción que más le provoque el cuerpo de uno de ellos sobre el resto.

 Aunque en el caso de José ambos chavales le gustaban un montón y sus dos cuerpos se la ponían igual de dura.
Así que le costaba trabajo decidirse a cual de ellos se follaría primero.
O si lo hacía al mismo tiempo con los dos, en cual descargaría su semen.
Y también le quedaba la solución salomónica de repartir la leche en la boca de ambos. Pero lo que no le gustaba era dejar a uno de lo dos sin nada y por eso, cuando terminó con Raúl, a Dani le besó con fuerza en la boca y le metió mano por todas partes y le dejó chuparle la polla hasta que volvió a endurecérsela y el muchacho pudo sacar algo sabroso de ella.

A Dani le gustaba la leche de su amo más que el caramelo más exquisito y más dulce que la miel de romero.
Pero por el momento lo prioritario para el capitán era recuperar a su amante.
Y esta vez, José quería cobrar una pieza digna de un campeón.
El capitán había decidido domar al general y someterlo a su voluntad, haciendo del amante otro esclavo a su servicio.

José amaba a Alfonso, pero, por el bien de los dos, ya era el momento de poner al general en su sitio y sacar de su interior la verdadera naturaleza del ser sumiso y débil en que el complejo por su impotencia lo había convertido.
José estaba seguro que Alfonso volvería arrastrándose a sus pies, arrepentido y suplicándole que no dejase de ser su amante.
Porque el general no podría soportar no volver a sentirse amado y poseído por el hombre que desde que era un joven cadete le había llenado el vacío y la carencia de una vida sin ilusiones a consecuencia de un trágico accidente.

Pero, aunque le perdonase porque también lo amaba, José le pondría unas condiciones implacables.
Y eso supondría la exigencia de que acatase ser su esclavo, lo mismo que los dos muchachos que ya poseía.
Alfonso haría lo que José desease y le serviría como le diese la gana a su amante, que se convertiría en su dueño y señor.
Y si Alfonso efectivamente llamaba a la puerta de la casa de José rogándole su perdón, lo primero que el amo haría con su nuevo esclavo sería darle el castigo que por su estupidez se había ganado a pulso.

El general, sin galones ni atributo de mando, desnudo mostrando su vergüenza ante los otros dos esclavos, recibiría de propia mano de José los azotes que estimase necesarios para escarmentarlo y someterlo a su dominio y potestad de amo.

José estaba dispuesto a adiestrar al general haciendo de él lo mismo que lograra con Raúl.
Su puta zorra para follarlo o usarlo de vil sirviente, según el humor con que amaneciese ese día.
De un macho acomplejado por lo que él creía una dudosa hombría, haría un perro satisfecho y agradecido porque su amo lo montase y tratase como a la perra más zorra y miserable del país.
Alfonso no sólo amaría a José como amante sino que lo adoraría como su amo y su dios, de la misma manera que ocurría con Dani y con Raúl.


Era una apuesta difícil y arriesgada, mas José estaba convencido que conocía muy bien a su amante y ganaría esa partida.
 Lo más difícil ya estaba hecho.
Había roto el delgado espejo que separaba dos realidades intentando ocultar que en ambos lados del cristal sólo había un amo.
Pero en uno de ellos el señor usaba a dos esclavos jóvenes y hermosos y en el otro un esclavo maduro sólo quería ver lo que en el fondo deseaba que le hiciese a él su amado y joven amo.

A veces, quien aparenta ser más fuerte y autoritario resulta el más vulnerable y dócil ante un verdadero domador de hombres y machos, que dentro de ellos sólo hay espíritu y mentalidad de putos esclavos.

Y el capitán meditó y planeó su estrategia y se preparó para tomar la plaza al asalto, pero el primer paso tendría que darlo el general.
Era un juego de ajedrez entre los dos amantes y ahora le tocaba mover ficha a uno de ellos.

Y ese era el general, que bebía mostrar arrepentimiento y solicitar a su joven amante que lo admitiese y lo tomase como esclavo a su servicio, junto a los dos jóvenes que mostraban su provocadora y desnuda belleza en la casa de su amo, el capitán.