8/10/2012

Capítulo 29 / Los sentidos


Reencontrarse con el general no fue violento pues tanto el como José se limitaron al trato normal entre militares de diferente rango, cada uno en su sitio y posición, y Dani, a salvo al lado del capitán, también cumplía con sus obligaciones de asistente, abriendo la boca lo menos posible y supliendo la falta de su compañero que todavía lo mantenían de baja por decisión de su amo.

El esclavo abría bien los ojos y los oídos para estar atento y que no se le escapase ni una palabra o un gesto de ambos oficiales, y fue transcurriendo la jornada sin problemas ni un mal roce o contratiempo entre los amantes ni mucho menos por su presencia.

Dani era muy listo y sabía ponerse en el lugar justo y en el momento adecuado y hasta hacerse invisible si era preciso.
Poseía unos sentidos agudos y muy desarrollados tanto en la superficie de su piel como dentro de su cerebro.

 Raúl esperaba en casa la vuelta de su amo y su compañero y seguía el guión y el ritmo marcado por el capitán para hacer los ejercicios físicos diarios, típicos del ejército para mantener bien entrenados a sus soldados y dotarles sus cuerpos de fortaleza física, puesto que la mental importa más en el caso de los oficiales que han de mandarlos.

 Al oír la puerta el chico fue a recibir a su señor, deseoso de verse envuelto en la atmósfera de atracción que emanaba de su dueño, y sin saber bien el motivo ni por qué lo hacía en ese instante, se postró a sus pies besando el suelo.

José se detuvo y lo miró sin inmutarse, mientras Dani, detrás del amo, miraba más a éste que al otro esclavo.
Raúl no levantó la cabeza ni alzó la vista y quedó quieto como si fuese una figura de barro y el amo le dijo: “Temías que no volviese?”
“No, amo”, respondió el chaval.
“Entonces por qué rezas así?”, preguntó el amo.
Y el esclavo añadió: “No rezo, señor. Me pongo a tus pies que es el único lugar que merezco para ser digno de seguir a tu lado. Permite que limpie tus botas con mi lengua y luego lama tus pies cansados y sudorosos, porque mi única alegría es tu bienestar y tu placer es mi mejor premio”.

José se volvió a Dani y le dijo: “Ese es un perro que ama a su dueño. Aprende de él cuyo corazón es el de un verdadero esclavo... Raúl, lame mis botas y descálzame después para relajarme los pies con la lengua. Y puede que antes de la noche tengas una ración doble de leche...Dani, vete al cuarto del servicio y desnúdate. Sin perder tiempo, arregla, limpia, y ordena la cocina, la sala y el resto de la casa. Y date prisa en preparar mi uniforme para mañana y planchar el resto de la ropa que ya esté seca. Y cuando termines todas las tareas, espera allí sentado en el suelo hasta que te llame...Quiero disfrutar de este puto perro con tranquilidad... Vamos Raúl, voy a sentarme en el sillón y empezarás tu labor. Y esmérate o te planto la suela en los morros con una patada”.

El perro siguió al amo a cuatro patas y José se despanzurró en su asiento estirando las piernas para facilitar el trabajo a su esclavo.
Raúl pasó la lengua por las botas de su dueño y les sacó brillo hasta en las suelas. Luego lo descalzó y acercó los pies de su amo a sus narices aspirando el olor de los calcetines húmedos que aún soltaban el hedor caliente del sudor.
Desnudó cada pie con mimo y los baño con su saliva usando la lengua como esponja. José con la cabeza reclinada hacía atrás y los ojos cerrados se hallaba en un trance tal que le hizo suponer haber llegado a alcanzar el nirvana.


Raúl levantó la cabeza y miró a su amo y se atrevió a interrumpir su aparente letargo pidiéndole que le dejase besarle los pies.
José no se movió ni hizo ningún ademán, pero el esclavo entendió que le premiaba autorizándole a besarlos y lo hizo con la devoción propia de una beata que tuviera en sus manos las reliquias del santo patrón de su pueblo.

José abrió los ojos y miró la espalda arqueada del perro esclavo y sólo pensó en que lo había adiestrado muy bien para que lo sirviese.
Cuando el amo se cansó de estar quieto, se limitó a empujarlo con los pies, tirando al esclavo de espaldas al suelo y se levantó.
En la puerta de la sala volvió la cabeza y le dijo al esclavo: “Sueltas demasiadas babas pero has hecho bien el trabajo... Ahora vete y prepárate por si quiero usarte de puta más tarde... Me voy a mi habitación a descansar y que nadie me moleste... Y dile a la otra zorra que en cuanto termine su trabajo se prepare también por si acaso... Os quiero siempre con los bajos bien limpios... Ya lo sabes”.

El esclavo se puso en pie y esperó a que el amo saliese antes que él y se aprestó a ir al baño a asearse otra vez y meterse dos lavativas bien llenas para agradar y complacer mejor a su dueño.
Dani oyó el agua de la ducha y fue a ver que hacía su compañero.
Y éste al verlo le dijo: “El amo quiere que estemos dispuestos para él. Termina lo que te ha ordenado y límpiate por si te llama para usarnos”.
El chaval más joven recorrió el cuerpo desnudo y mojado del otro y preguntó: “Y cómo quiere usarnos?”
 Y el otro esclavo respondió: “Como lo que somos. Sus zorras o sus perros. Eso depende de lo que le apetezca... Y sólo espero que nunca se canse de nosotros y deje de usarnos por otro que sepa ponerlo más cachondo y le excite con mayor fuerza la polla... No has pensado que pudiera ocurrir eso, Dani? Yo sí. Esta mañana no podía quitármelo de la cabeza”.
Y Dani le preguntó: “Por eso lo recibiste así? Como un perro?”
“Sí. Haré lo que sea por seguir a su lado”, contestó el otro chico.
Dani se calló un minuto y añadió: “De momento no hay problema. Le gustamos demasiado y lo ponemos como una moto en cuanto nos ve y nos toca...Y además no crees que también siente por nosotros algo más que ganas de darnos por el culo?”
Raúl no esperó y contestó: “Quizás sí, pero el otro es su amante. No lo olvides. A ese lo ama desde hace años y a nosotros acaba de conocernos”.
“Pero nosotros somos jóvenes y el otro no! su cuerpo no puede gustarle como el nuestro ni le apetece sobarlo como lo hace con nosotros”, dijo Dani.
Y Raúl le respondió: “Y qué sabemos que pasa cuando están solos? Nunca hemos visto como se besan ni mucho menos como se folla nuestro amo a su amante. Creo que el amor puede hacer mucho más apetecible el cuerpo maduro del otro frente al nuestro o el de otro joven cualquiera. Y eso me da miedo porque el amo no nos ama como al otro”.

Hubo un silencio y habló Dani: “Raúl, estás enamorado del amo, verdad?”
Y el chico le confesó: “Sí. Nunca supe que se podría sentir algo parecido por alguien hasta ahora. Y va más allá de que su cuerpo me guste o me alucine esa verga que tiene el muy jodido y que si me las hizo pasar putas con ella, ahora adoro esa tranca y su sabor y olor y la necesito dentro de mi cuerpo como el aire para respirar. Cuando no lo veo o no lo siento cerca me entra una congoja que me seca la boca y no soy capaz de tragar ni agua. Sólo deseo sentir su leche en mi lengua y notar como baja por la garganta. O sufrir los retortijones que me provoca con ella cuando me la mete por el culo y me llena las tripas”.

Dani miró a otro lado y con los ojos húmedos añadió: “Qué sentías por mi?”
Raúl le miró la espalda y el culo y dijo: “Antes y ahora siento atracción por tu cuerpo, que disfrace de desprecio por un marica y que en realidad era miedo a que los demás supiesen que yo lo era también. Y te tengo mucho cariño. Más del que te imaginas porque además eres de mi amo también y él goza contigo y le gustas y creo que te quiere más que a mi”.

El chico se volvió y se acercó a su compañero, metiéndose en la ducha con él y le habló casi al oído:
“Raúl. Yo te quería y me sentí atraído por ti desde el principio. Hasta me hacía feliz tu desprecio y tu rudeza y brutalidad... Luego apareció el amo y me trató de otra manera... Me cuidó y me dio cariño. Después me enseñó como se folla un culo con una cacho verga que quita la respiración cuando te la hace tragar por la boca y comprendí que ese era un hombre de verdad. Un macho. El tipo con lo que siempre había soñado casi desde niño. Ser poseído por un cabrón que me destrozase las tripas y me partiese en dos dándome por el culo sin parar, arreándome hostias y llamándome puta zorra, hasta lograr que me arrastre tras él, suplicándole más y más, para poder saciar el vicio y la desazón que llevo dentro y que sólo se calma cuando el dolor físico que sufro, junto al placer del que me usa, me vuelve loco de gozo y no puedo explicarte hasta que punto puedo llegar a disfrutar cuanto más bestia y salvaje sea el amo conmigo...Me embotan los sentidos las punzadas agudas que mis nervios me mandan a la cabeza y mi olfato ayuda a que me corra de gusto respirando el cuerpo de mi amo... Sólo oírlo ordenarme alguna cosa hace que moje los calzoncillos por delante y por detrás... La presencia del amo saca mi sensibilidad a flor de piel y me pongo nervioso como una gata histérica cuando sus ojos se calvan en los míos... Yo también lo amo, Raúl. Y no sólo lo prefiero a cualquier otro, sino que lo necesito para colmar mi ansia y necesidad continua de macho... Tú me hiciste ver que era una auténtica puta y que sólo sirvo para satisfacer a un hombre. Y ahora ese macho es mi amo y el resto ya no me importan”

Raúl alargó su mano hasta el hombro de Dani y le preguntó: “Ya no te gusto ni te atrae mi cuerpo?”
Y el otro respondió: “Me gustas todavía y al tenerte cerca tu olor me la pone dura y el rozarme con tu piel es volver a sentir las mismas ganas de tu cuerpo que tenía cuando era tuyo. Si no fuésemos sus esclavos, te suplicaría que me follases y me dieses hostias hasta que se cansase tu mano de arrearme guantazos y azotes... Soy una zorra... Tú lo has dicho. Pero ahora sólo podemos tocarnos si él lo desea y quiere ver como nos sobamos o nos apareamos”.

El agua tibia cayó sobre la cabeza de Dani y mojó su cuerpo igual que el de Raúl.
Se miraban uno al otro sin acercarse más de lo necesario para entrar juntos en el bañera, pero no dejaban de contemplarse enteros, fijándose los ojos de cada uno los genitales del otro.
Sus sentidos excitaban sus penes y el vello se les erizaba sobre la piel.
Raúl enjabonó al otro muchacho, arrodillándose para limpiarle mejor las piernas, los huevos, el pene y el culo.
Los dedos de Raúl resbalaban hacía esas partes más sugestivas del bajo cuerpo de Dani, o se le deslizaban sobre las curvas del trasero y los marcados y esbeltos músculos del muchacho.
Era tan agradable tocarlo y aspirar ese perfume natural que lo envolvía, que Raúl no pudo evitar besarle las nalgas y desear lamerle sin pudor la raja del culo.

Dani bajó los ojos y se volvió para ver a su compañero acariciándole los muslos y le dijo: “Ya no te pertenecen, Raúl, porque ahora son de mi amo igual que los tuyos...Pero deja que yo también enjabone tu piel y deje que mis sentidos se crean libres para hacerme imaginar que puedo darte el placer que no supiste apreciar cuando me tuviste en tus manos y yo quería ser tuyo absolutamente... El amo descansa y no podemos traicionar la confianza que nos da y el privilegio de tenernos en su casa como un objeto más de su propiedad. Lavémonos bien y esperemos que el amo elija cual de los dos ha de complacerle y satisfacer sus caprichos”.
“Lo sé, Dani. Y nunca ofendería al amo otra vez”, dijo Raúl.


El otro esclavo sonrió y dándole la vuelta a su compañero para enjabonarlo mejor, añadió: “Raúl, déjame que te ayude que se más de esto que tú. Ya sabes que si algo aprendí en el campamento fue a prepararme para que un macho goce con mi cuerpo mejor que con la más experta puta del mundo... Y si algo se hacer bien es darle el máximo gusto a quien me folla por cualquiera de los agujeros de mi cuerpo, cuando me interesa dejarlo satisfecho y saciado de sexo”.
“Gracias, Dani, respondió Raúl.
Y Dani siguió hablándole: “En cambio tú sólo puedes ser fuego y pasión y locura desgarrada cuando te folla el amo porque sólo tu propio amor hacia él te llena y calma la lujuria que antes te consumía cuando me penetrabas a mi... Entre tú y yo esa es la diferencia, Raúl... Yo amo al capitán y me sube a la cima del mundo con su verga, pero podría hacerle sentir placer a cualquier otro aunque yo no pueda despegarme ni un palmo de la tierra mojada por el sudor del que me está jodiendo... Sin embargo tú sólo sabes darle placer a él porque eres incapaz de entregarte y de abrirle el culo a cualquier otro, ni siquiera por compromiso. Y si alguno quiere usar tu polla se te pondría dura pero tú sientes que traicionas a tu dueño y solamente sufres. Tanto, que llegas a desear la amputasen, como le suplicaste al amo el otro día... A no ser que el amo te obligase a montarme a mi, verdad?”
“Sí”, respondió el otro chico.
Dani continuó: “Y eso es lo que te pasó con el general, porque mientras sólo quiso mamártela hiciste un esfuerzo para darle la leche, pero cuando te exigió que se la metieses por el culo sin ordenártelo el amo, te pareció un ultraje hacia él y estalló el problema con su amante a causa de eso. El general se celó al darse cuenta por tu actitud fría y recelosa que estás enamorado del capitán, tanto como yo, y quiso apartarnos de su amante. El sospechaba de mi y entendió en ese momento que con quien corre más peligro su amor es contigo, porque tú no sabes ni puedes disimular los celos ni tu deseo de ser el preferido del amo y haces lo imposible para que te desee y puedas retenerlo dentro de tu culo”.

Raúl casi lloraba y le dijo a Dani: “No puedo sufrir que me desprecie, pero sé que nunca me querrá por todo lo que te hice antes. Y eso me mata... Cuando veo como te acaricia y te habla y como su excita al verte y como le abres el ojo del culo para que entre a saco en ti, noto que algo se rompe en mi pecho y me duele realmente como si me diese un puñetazo tremendo en el esternón. Y para colmo ver como te folla me excita y el olor de tu semen y el suyo me pone caliente como un brasero y me abalanzaría sobre los dos para lameros y besaros por todas partes... Y ni puedo hacerlo ni me atrevería sin que el amo lo ordenase. Por eso quisiera ser su único esclavo o que me desease ha más que a nadie”.

Dani lo miró fijamente y le espetó: “No te lo voy a poner fácil dejándote el camino libre. Voy a luchar por mantener un sitio en su corazón y sentir siempre su verga rompiéndome el vientre por dentro si quiere clavarme al colchón de su cama a todas horas. Es mi amo y el hombre al que quiero amar de por vida lo mismo que tú. O aprendes a compartirlo conmigo o será la guerra entre ambos y la perderemos los dos. El amo sabe demasiado para dejar que intentemos monopolizarlo, Raúl. Y si llega a perder a su amante no podemos hacer que se aburra de nosotros y nos aparte de su vida. Ni tú ni yo queremos eso. No sólo nos cambió la vida al aceptarnos, sino que nos transformó en algo mucho mejor. Sus esclavos para vivir sólo por él y para darle placer”.

Raúl abrazó a Dani y se secó los ojos.
Luego los dos muchachos salieron del baño y fueron al cuarto del servicio a esperar sentados en el suelo a que su amo los llamase para usarlos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario