6/28/2012

Capítulo 17 / El amante



“Buenos días mi general”, saludó José al entrar en el despacho de Jefe del cuartel.
El general, sentado en su mesa miró al capitán y le preguntó: “Qué tal llegaron tus chicos?”
“Bien, señor. Uno es encantador y el otro lo será muy pronto. Pero por ahora aún está en adiestramiento, mi general”, respondió José.
“Vamos, José, Que estamos solos. Deja el tratamiento... Ven y dame un beso”, dijo el jefe.
“Aquí?”, se asombró el capitán.
Y el jefe dijo: “Vaya. Seguro que tu te follas a los chavales en el despacho y te asusta darme un beso a mi aquí, donde no puede entrar nadie sin permiso! Cuantos años hace que eres mi amante, José”.
“Muchos, Alfonso. Desde que nos conocimos en al academia siendo yo un cadete y tú un profesor”, contestó el capitán.
“Y aún me quieres?”, pregunto el jefe.
“Sabes que sí. Más que nunca. Y por ti hago todo esto”, contestó José.
El general dijo: “Lo sé, José. Y te agradezco tu amor y entrega durante todos estos años. Y ahora soy general y todo será mucho más fácil para nosotros. Ya ves lo sencillo que fue conseguir a esos dos mozalbetes tan monos. El puto cabrón de la medallas de guerra debe andar jodido por el desierto. A ver si se lo follan y se relaja de una puta vez. Que tipo más zafio y cretino! Y realmente maltrató tanto al asistente?”
 “Sí. Mucho. Como para fusilarlo por cerdo y animal. Y el otro mocoso también le hizo de las suyas al pobre infeliz”, aclaró José.


“Pobre chico... Y ahora que tal está?”, inquirió el general.
Y José le dijo: “Bien. Es un chaval muy majo y tiene buen corazón y un culo que dan ganas de comérselo. Le dije que le hiciese al otro lo que le diese la gana para vengarse y le dio un beso en la mejilla. Inspira cariño y es como un cervatillo desvalido. Me gusta”.

El general se levantó del sillón y se acercó a José. Y le preguntó: “Te gusta o le quieres? Sientes compasión solamente o hay algo más?”
José miró a su amante y le contestó: “Alfonso tu eres mi vida desde que nos conocimos y te quiero más que a nadie en este mundo. No tengo otra familia que tú. Eres mi amante y mi padre, también. El resto sólo son cuerpos para usar y que tu disfrutes viéndolo”.
El general sonrió pero añadió: “José, eso quizás fuese así hasta ahora. Pero nunca metiste en tu casa a ningún chaval de los que has usado para complacerme, ni te has empeñado en rescatarlo de las manos de otro para que fuese tu esclavo. En todos estos años me has hecho muy feliz y has conseguido que recuperase la ilusión por vivir después del desafortunado accidente en el que perdí a mi mujer y la hombría”.

 
José lo interrumpió y le dijo: “Eso no lo acepto, Alfonso. Tú desgraciadamente perdiste a Ana, pero no dejaste de ser todo un hombre por quedar impotente por las lesiones. Yo te amo y siempre me has gustado como hombre y como persona. Y nuestros ratos de sexo han sido entre dos machos. Hay muchos que sin perder la capacidad viril sólo les gusta poner el culo y que otro tío se los folle. Como es el caso de esa criatura que ahora tengo conmigo y de todos los que pasaron antes por mi cama, para que tu desde tu punto de observación lo vieses y luego disfrutásemos los dos solos con nuestro amor y nuestros juegos sexuales. Y ahora será lo mismo. Yo usaré a los dos chicos y los follaré como hice ayer con Dani, mientras tú lo veías tras el espejo. Lo único que aún no has visto es como le doy por el culo al otro o le zurro, pero eso pronto lo verás también. Te gustó la sesión de ayer?”

El general se lo pensó un minuto y contestó: “Mucho. El chico es verdaderamente guapo. Pero no sé si le estaremos haciendo daño, porque me dio la impresión que no sólo disfrutaba con el sexo sino que además gozaba porque eras tú quien lo usaba y lo follaba. Creo que se está enamorando de ti, José. Lo cual tampoco me extraña, dado que yo también lo estoy desde que te vi por primera vez en la academia. Eras tan joven y tan arrogante! Y con ese cuerpo con el que te parió tu madre, la pobre. Yo no tuve hijos, pero te encontré a ti y colmaste mi vida asumiendo todos los papeles al faltar mi mujer. De hijo y de amante. La verdad es que quien prueba esa verga no puede olvidarla fácilmente. Por eso temo que ese muchacho sufra si llega a saber por que lo tienes en casa y lo disfrutas de ese modo”.

José se asomó a la ventana y le aclaró al amante: “Alfonso, duermo en la misma cama con ese muchacho y me gusta tenerlo abrazado y besarlo y cuidarlo. Y creo que así compenso todo lo demás. Le tengo cariño. Quizás siento lo que nunca sentí por otro chico de los que use hasta ahora y me gusta mucho estar con él y tocarlo. Es muy cariñoso y agradece hasta una mirada cuando ve en ella algo de calor humano. Me gustaría que lo conocieses mejor y que llegases a tenerle afecto también. No tiene por que sufrir por lo nuestro. Estoy seguro que lo comprendería y no le importaría en absoluto servir para darte placer viendo como yo lo disfruto para gozar los tres al mismo tiempo. Pero por ahora es mejor que ninguno de los dos sepa que tú también estas detrás de un espejo. Sólo podrán saber que tu casa esta pegada a la mía. Te quiero, Alfonso. Y pase lo que pase con ese chico, tú estarás ahí conmigo siempre”.

“Esta bien, capitán. Preséntame a mis nuevos asistentes. Bueno a ese mozo tan cándido porque al otro ya le vi la cara en el campamento cuando le di las órdenes para él y su compañero de tienda. Y no creo que el ascenso a general me haya cambiado para que no me reconozca ese rufián. Menos mal que nunca te vieron allí o no se dieron cuenta y pudiste cazarlos a los dos más tarde. Que pasen”.
 
Los dos chicos entraron en el despacho del gran jefe y tan firmes y serios estaban al saludarlo que Raúl no se percató que era el mismo coronel que mandaba el regimiento en el que prestaba anteriormente servicio, pero ahora con galones y mando de general.
Y por eso José pudo planear el hacerse con Dani para ser su esclavo.
Pero al ver como se las gastaba el otro mozo jugando a ser chulo más que amo y comerciar con el compañero, decidió quedarse con ambos y someterlos a su dominio, adiestrándolos para servirse mejor de ellos y montar las sesiones de sexo duro para su deleite y el de su amante.




Lo que no contaba José era con la bondad y ternura de Dani y esa mirada inocente y dulce del jodido crío.
Puesto que en el cuerpo y en el culo ya se había fijado al verlo en el campamento con el otro capitán del demonio y con su puto compañero de tienda.
José, aunque estaba de permiso, fue allí pare pasar unos días con su amante, el entonces coronel del regimiento, y se quedó con el muchacho al verlo tan triste y decaído.
El resto no hace falta volver a contarlo.

“A sus órdenes, mi general”, saludaron los dos soldados al unísono.
Y el jefe dijo: “Descansen soldados. Son mis asistentes y los de mi ayudante, así que no hace falta tanta parafernalia ni tanto taconazo y hostias en vinagre cada vez que entren para algo o les llame. A Raúl ya lo conozco del campamento pero a Dani aún no lo había visto. Déjeme quedarme con su cara para que la próxima vez que entre no crea que es un extraño”.

 El general le echó una ojeada al chaval y se fijó de reojo en la cara de pasmo de Raúl al darse cuenta que estaba ante el mismo que le entregó a Dani a su cuidado, dándole los órdenes y el permiso para irse juntos del campamento; y tembló.
Si el capitán hablaba, estaba perdido.
Y su destino como esclavo ya era definitivo.
Así que era mejor asumirlo cuanto antes y entregarse totalmente a su amo para lograr su perdón y que lo tratase como a Dani, si eso era posible todavía.

Y volvió a hablar el jefe: “Bien. Parecen buenos chicos los dos. Pueden retirarse, pero no se vayan muy lejos que en cualquier momento tanto yo como mi ayudante podemos necesitar sus servicios”.
“A sus órdenes mi general”, dijeron los dos soldados y se fueron.
Y el general se dirigió a su ayudante: “Supiste elegir, José. Me gustan los dos, pero ese crío que te hace latir el corazón más de prisa es verdaderamente guapo y no me extraña que te guste tanto. Ayer no lo vi tan de cerca ni tan al natural como ahora y es encantador, desde luego. Creo que esta noche disfrutaré más con la sesión. Pero que sea con los dos. El otro está muy bueno, el muy hijo de puta. Y quiero verlo en pelotas cuanto antes. Y se duro con él porque necesito algo de distracción y aliciente para ocupar este puesto. Y con el otro no seas demasiado blando, que se te nota mucho y se te va a ver el plumero antes de tiempo. Deja que crea que aún no te ha conquistado”.

José intervino y se defendió: “Alfonso. Lo que pueda llegar a sentir por el muchacho no me va a ablandar ni a dejar de tratarlo como un esclavo. Y creo que ayer le metí bastante caña al chaval para ser su primera sesión. Precisamente si me gusta es por su condición sumisa y obediente, además de ser un chaval cariñoso y muy agradable en todos los sentidos. Pero yo no concibo el sexo de una forma que podríamos llamar tradicional. Para mi, desde hace tiempo, el placer consiste en dominar y usar a otro tío como me de la gana y abusar de su cuerpo y de su mente hasta someterlo a mi capricho absoluto. Excepto contigo, que es diferente. Y si te gusta ver como uso a otros es porque también quieres verme feliz y gozar con mi satisfacción mental y sexual. No es cierto?”
Y el general le dijo: “En parte sí y en parte porque me gusta verlo. Por eso quiero que lo hagas como yo te digo. Y que, como siempre, reserves algo de leche en tus pelotas para mi. Aunque últimamente no lo hagamos demasiado a menudo. La frecuencia de nuestros encuentros sexuales se va distanciando cada vez más, pero eso no importa. Me siento feliz de la otra manera. Y ahora vete y dales un repaso a tus chicos si te apetece. Que de sobra sé como se te ponen los cojones si no los vacías con cierta frecuencia. Venga follador. Rómpeles el culo y llénales la barriga de leche a los dos”.

“A sus órdenes mi general. Será como ordene y me los calzaré a ambos, mi general”, contestó el capitán, riéndose con su amante, que añadió:
“Serás cabrón!. Vete antes de que te de una colleja.
Pero disfrutalos que merece la pena”.

Y el capitán abandonó el despacho del general para reunirse en el suyo con sus dos asistentes esclavos.

6/25/2012

Capítulo 16 / El secuestro


Ni Dani ni Raúl habían visto todavía al general, a pesar de estar a su servicio y el de su capitán ayudante.
Raúl sólo había sacado brillo con la lengua a las botas del gran jefe, pero hasta que lo llevaron a su nuevo destino y conducido luego al despacho del capitán no había respirado aire puro desde que fuera sacado del apartamento de José, el día en que le vendió a Dani.


Ni tampoco había visto la luz ni salido de un sótano en el que permaneció amarrado con cadenas, unas veces suspendido del techo, otras sujeto a una pared como un condenado en una antigua prisión o mazmorra medieval, o simplemente atado por el cuello como un perro.

Dos individuos altos y fuertes, con uniforme de policía militar, aparecieron en el apartamento de José y éste, en su condición de capitán, les ordenó el arresto de Raúl, por hechos extremadamente graves, tales como malos tratos a un compañero, proxenetismo y, lo peor, tráfico de esclavos.
Todo ello suficiente para no salir de un castillo de por vida o incluso ir a un penal a cumplir una fuerte condena.
Y por supuesto no percibió ni un céntimo por la pretendida venta de Dani.
Todo fue una trampa que le vino a la manos a José para cazarlo y amenazarlo diciéndole que su único destino en la vida era ser su esclavo para todo uso, o pudrirse de por vida en prisión, donde también le daría por culo y sería la puta de todos los reclusos.

El mismo tipo de chantaje que esclavizó en su momento a Dani, también servía para privarle de libertad de por vida a Raúl.
La deferencia estaba en quien se lo hacía.
También era un capitán, pero, sin tantos méritos ni medallas como el otro, evidentemente no era un hijo de puta ni tenía nada que ver con la calaña del otro cabrón que abusó de Dani.

José era un amo y sabía como tratar a un esclavo.
Y hasta el jodido Raúl tenía que darse cuenta de la diferencia en comparación de como él mismo había tratado a Dani.
Pero en lugar de ser conducido a un calabozo del ejército, el soldado fue llevado a un sótano, donde los supuestos policías militares lo retuvieron secuestrado y, bajo la dirección y siguiendo órdenes de José, lo domaron, sometieron, azotaron y usaron hasta convertirlo en un dócil perro, cuyo amo era José.

El amo y los dos carceleros practicaron con él toda clase de actos de sexo bocal y anal, unas veces sin permitirle experimentar el goce de correrse al ser follado, dado que le ponían una jaula que impedía la erección de su pene, y otras, que fue lo más doloroso y humillante para Raúl, dándole por el culo o penetrándolo con consoladores hasta que su polla se excitase y llegase a verter leche a chorros sin pajearse con la mano.
Y no hicieron falta muchas sesiones para eso, porque al chico en realidad le ponía cachondo que se la metiesen y gozaba como una perra cuando un macho lo montaba, más si ese era dotado y la verga le entraba de forma brutal hasta lo más hondo de su cuerpo.

Y sobre todo le daba un gusto especial si quién lo usaba era José con su enorme tranca y ese par de cojones dignos de un fábula épica.
Apenas pudo dormir y no paraban de darle caña, aplicándole tortura a base de descargas eléctricas, estiramiento y retorcimiento de pezones, polla y huevos con pinzas, golpes, azotes, penetraciones cada vez más brutales, folladas de boca y culo, meadas, escupitajos y cuanta vejación puede soportar un ser sin sufrir daños irreversibles.
Su ano terminó tan ya dilatado que admitía la penetración con objetos de grosores y tamaños considerables y el puto se ponía como un burro oliendo a una hembra en celo.

Todo su anterior machismo era pura pantalla que pretendía ocultar una homosexualidad solapada, cuya verdadera fantasía de sus sueños húmedos era ser follado con brutalidad por tíos fuertes con enormes pollas que le partiesen el ano en dos, con independencia que también disfrutase dándole por el culo a otro chico de la misa manera que le gustaría que se lo hiciesen a él.

Raúl era tan gay como Dani o el mismo José.
La deferencia estaba en sus respectivos roles y en que José y Dani lo tenían asumido y Raúl necesitó un tratamiento especial para reconocerlo.
Como se dice en el ambiente de relacionas sexuales, Raúl era redondo o versátil, pero si le daban a elegir, ante una buena verga, prefería poner la boca o el culo y notar como le entraba un chorro de semen espeso y caliente.

En cuanto llegaron a la casa de José, ambos esclavos se quitaron la ropa y el amo le colocó un collar de perro a Raúl, para atarlo a un argolla anclada a la pared de un cuarto estrecho, cuya única ventilación se la proporcionaba un ventanuco enrejado.
A Dani lo abrazó y besó y le mandó ponerse un morboso slip de cuero negro y le rodeó el cuello con una gruesa cadena de acero.

El chico estaba verdaderamente seductor con ese breve atuendo y José le dijo: “Eres precioso y voy a gozar contigo hasta que llegue la noche... No sufras por ese puto porque cuanto peor lo trate más disfruta el muy cabrón. Y luego, cuando ya me haya saciado contigo y un descanso recupere mis ganas de sexo y llene a tope mis pelotas mirando tu cuerpo y sobándote el culo, le daré a él su parte de leche, porque también he de alimentarlo y cuidarlo aunque por ahora no lo merezca en absoluto. Y antes de dormir le calentaré el culo para que no pase frío estando solo en ese cuartucho. Porque a ti te castigaré de otra manera. Viendo como le zurro a él y destrozándote el agujero del culo con mi cipote. Crees que será un duro castigo para ti?”
“Amo. No me gusta verlo sufrir ni puedo mirar sin angustia como le pegas. Pero que me destroces el culo con esa polla no es un castigo sino un premio, amo”, respondió Dani.


José se echó a reír y añadió: “Eres un crío encantador, Dani. Ves esto que cuelga del techo?. Se llama sling. Siéntate y tirate hacia atrás agarrado a las cadenas”.
El chico hizo lo que el amo le ordenó y éste lo ató a los cuatro extremos con grilletes de cuero. Y volvió a decirle: “Voy a disfrutar con la primera sesión de sexo duro a que te someto. Aspira esto y relájate y abre el culo cuanto sea posible porque te haré gozar como nunca lo has hecho. Confía en tu amo y te llevaré al límite del éxtasis conmigo. Dani, voy a hacer de ti el ser más dichoso de la tierra”.

El amo le bajó el slip y ató fuerte los huevos y la base de la polla a su esclavo y le pinzó unos electrodos en los pezones y en la punta del capullo. También le metió un dildo de metal unido a un cable por el culo y se colocó al lado de la cara del muchacho metiéndole la verga en la boca. Y comenzó el juego.

El esclavo mamaba la gran tranca de su amo y éste le daba descargas intermitentes o seguidas en cada una de las partes conectadas a la corriente o al mismo tiempo en todas ellas, aumentando la intensidad o bajándola, notando los efectos de todo ello en las chupadas y presión que la boca del esclavo le dada en su grueso y endurecido falo. Al mismo tiempo, los testículos del chaval se llenaban de semen, pero su pene no podía expulsarlo y la sensación del chico era que se corría sin parar pero sin echar ni una gota de líquido por el capullo.

Con cada descarga le entraba un escalofrío parecido a un orgasmo y su piel se erizaba y la pelusilla de su cuerpo se ponía de punta.
Su afán era paliar ese placer intenso e indefinido, casi doloroso, queriendo tragarse entera la polla de su amo.
Y, sobre todo, saboreando la leche que pronto le regalarían los cojones de José por mucho que se esforzasen en contener el caudal de esperma que ya pugnaba por salir de su cuerpo y entrar en el de Dani.

Pero el amo le retiró la verga de la boca justo cuando ya sentía el chico el gustillo salado en su lengua y se fue a los pies del sling para retirar el dildo eléctrico y sustituirlo en el culo del chico por su propia verga. Y entonces siguió con las descargas al tiempo que follaba al esclavo, que se volvía loco y hasta los ojos le quedaban en blanco por el delirio extremo que le hacía experimentar su dueño.
La polla de Dani se deshacía en agua, pero ni una gota de esperma se asomaba por el orificio de su uretra.
Y las bolas de José parecían una fabrica de espermatozoides a tiempo completo, pero que no acababa nunca la faena para darle descanso al personal y dejar salir la mercancía ya elaborada.
Y la follada era interminable y el estado de ansiedad de Dani se volvía insufrible para el chico.

El amo sacó la verga del culo del esclavo y la acercó hasta su boca diciendo: “Recibe mi regalo y agradece a tu amo la generosidad conque te trata. Abre más la boca, Dani”. Y los chorros de leche de José cayeron dentro de la boca del chico que sintió como resbalaba el nutriente y espeso semen de su amo por su garganta.
El amo volvió hacia el culo del chaval y le metió la mano hurgando cada vez más a fondo y Dani notaba que entre eso y las descargas se corría de un modo sordo y mudo hacia dentro al no poder expulsar su semen por el capullo.
Y cuando el amo le desató los huevos y la polla se derramó sobre el vientre de Dani una leche acuosa que se le escurrió fácilmente por un costado.

Dani estaba empapado en sudor y se había babado de tanta tensión acumulada en su cuerpo y su amo lo bajo del potro de correas de cuero, llevándolo en brazos hasta el baño y diciéndole: “Me haces feliz, Dani. Y me das más placer que cualquier otro esclavo que haya tenido, porque no sólo poseo tu cuerpo sino tu alma también y siento como la penetro y la follo con la mía. Ahora voy a bañarte y ponerte aún más guapo y luego cenamos y descansamos un rato antes de dormir juntos muy abrazados. Pero antes de ir a la cama contigo tengo que encargarme de ese perro, para que también tenga un buen sueño y mañana este algo contento y te mire con buena cara. Y tu verás como uso a tu querido Raúl y podrás comprobar lo que queda del macho que te maltrató cuando al muy cabrón le dan por el culo o le dejan mamar un cipote lleno de leche”.

José se duchó con su esclavo y se besaron bajo el agua tibia y el chico tocó con las manos el cielo en cada caricia y en cada beso del hombre que era su señor.
Dani ya no cambiaba esa vida y su condición de esclavo por nada del mundo, ni podía imaginarse separado del amo que lo cuidaba y lo trataba como nadie lo había hecho hasta entonces.

Lo que lamentaba era ver a Raúl permanentemente humillado, porque , a pesar de lo mal que se había portado con él, lo quería y le gustaba su físico y sentir el roce de su piel y oler su cuerpo.
Y que ahora, aún siendo un perro esclavo, no apestaba como antes cuando no le daba la gana de lavarse y se descalzaba dentro de la tienda.
Seguramente el amo debía obligarle a asearse mejor, pero el chico no lo sabía con certeza, puesto que todavía no había visto como José regaba con agua fría a Raúl después de restregarle la piel con un cepillo y jabón.
Sin olvidar que de paso le metía agua por el culo, a modo de lavativa, para ser usado y que no manchase la verga de su amo.


Y antes de ir a la cama con Dani, José agarró de la mano al chico y con él a su lado le hizo una visita al perro.

Le dio por el culo en seco y sin llenarle la barriga, le llenó el estómago de semen tras una larga mamada que le hizo el esclavo, y sin permitirle descargar los huevos, el amo cogió la correa y le cruzó las nalgas a zurriagazos y con el culo ardiendo y sin poder sentarse en el suelo le obligó a ponerse de rodillas y dejó que se corriese para lamer el suelo limpiando su propio semen.

“Y ahora tumbate en el jergón, puta de mierda y bésame los pies antes de que te rompa la cara a hostias”, le dijo el dueño. Y
Raúl contestó pegando la frente al suelo: “Sí amo. Gracias, amo”.
Y le beso los pies a su señor.
José y Dani se besaron hasta quedarse dormidos en la cama del amo.

6/22/2012

Capítulo 15 / El destino


Dani entró en el coche de su amo sin saber realmente donde se dirigían, pero de lo que estaba seguro es que donde fuera que lo llevase estaría seguro con él.
José habló durante el viaje de muchas cosas intrascendentes y el chico lo escuchaba atento, sin otra preocupación que agradar al hombre que hasta el momento sólo le había dado placer y hasta el afecto que nunca tuvo y siempre buscó en otras personas que terminaron abusando de él.
El trayecto hasta el lugar de destino fue agradable y el amo procuró que su esclavo estuviese tranquilo y alegre, protegiéndolo y cuidándolo más como un padre que como un amo.

Lo único que no pegaba con ese rol paternal fue la follada que le metió en un área de descanso, que no llegó a descargar los cojones en las tripas del chico, pero si en la boca para entretenerle el estómago hasta la hora de comer.


El muchacho se quedaba mirando a su amo mientras éste conducía y empezó a darse cuenta de lo atractiva que era su fisonomía, convenciéndose por momentos que realmente era un hombre muy guapo.
Cuando reía parecía mucho más joven y su dentadura tan uniforme y cuidada le adornaba considerablemente la boca perfilada por unos labios firmes muy atrayentes para el chico.
La sombra de la barba le producía un morbo especial a Dani, que si no fuese un esclavo se lanzaría a besar a José, procurando restregar las mejillas contra las suyas para sentir el roce de esos pelos duros y medio afeitados que le ponían cachondo perdido con sólo verlos.
José también miraba a su esclavo de reojo, sin perder de vista el control de la carretera, y se daba cuenta de la belleza casi inocente del chico y lo mucho que le estaba gustando ser el amo de un crío como Dani.
Era una gozada romperle el culito a pollazos y se la mamaba mejor de lo que pudiese hacerlo un ternero con el teto de la ubre de la vaca.
Y el tacto de la piel del muchacho le empinaba automáticamente la polla.
Y además le estaba cogiendo cariño al chaval, porque Dani era un buen chico en todos los sentidos.

Llegaron a la ciudad y José tomo el camino que les llevaría al destino de Dani.
El chaval miró a su amo al detener el coche frente a la entrada del cuartel y éste le dijo: “Entra y no te preocupes por nada que pronto tendrás noticias mías. No olvides que eres mi esclavo y no voy a perder el dinero que pagué por ti”.
El muchacho no pudo evitar que se le humedeciesen los ojos y sólo pudo decirle a su amo: “No quiero irme. Soy tuyo. No me dejes aquí, amo”.
José sonrió y le contestó: “No te preocupes que no pienso dejarte mucho tiempo solo. Ve. Entra y presentate donde dice el papel. Y no llores que eres un soldado. Y de los mejores además. Hasta pronto”.

Dani cruzó la puerta mirando atrás y algo en su cabeza le gritaba que se diese la vuelta y echase a correr junto a su amo.
El muchacho se informó donde debía personarse y llegó hasta el despacho del ayudante del general que mandaba la división.
Llamó a la puerta y oyó una voz familiar que le decía: “Adelante”.
El chico entró, vestido de paisano todavía, y tras la mesa estaba un oficial en pie y de espaldas, que miraba el exterior por una ventana.
Vestía uniforme de campaña y el pantalón ajustado le marcaba un culo portentosamente redondo y aparentemente duro.
El tipo era fuerte y de buen tamaño y sus espaldas casi tapaban la luz que entraba por los cristales.

Dani saludó: “A sus ordenes mi...” Pero la voz del oficial le interrumpió:
“Soldado. Llega un poco tarde a su puesto. Esta mañana no pude contar son sus servicios como asistente. Y encima se presenta sin uniforme”.
“Señor...” quiso decir el chaval, pero el oficial fue tajante y se volvió hacia él:
“Silencio, mientras habla un superior, soldado! Entre en ese cuarto y póngase el uniforme reglamentario”.
“Señor, es que no teng...! quiso alegar el chico y lo interrumpió de nuevo el oficial.
“Entre ahí, soldado!”
 Dani fue hacia la puerta que le indicaba el militar y dentro de la habitación había un uniforme de campaña sobre una silla.
El chico empezó a desnudarse para cambiarse de atuendo y notó unos brazos musculosos que le agarraban la cintura por la espalda, al tiempo que le decían: “Por qué te has entretenido tanto en llagar hasta aquí?”
Y él contestó: “Señor. Tuve que presentar los papeles y...”
“Calla.... Sobran las explicaciones. Pero tenía ganas de follarte otra vez”.

 El oficial le bajó los calzoncillos y Dani escuchó el ruido de la cremallera de la bragueta del militar, que la abría para sacar la verga que ya reclamaba su entrada en el culo del chico.
 Y el oficial le susurró al oído del soldado: “Confía siempre en mi, porque nunca dejarás de pertenecerme. Y tu única misión aquí es servirme como corresponde a un esclavo”.
“Si, amo... Perdón. Sí mi capitán”, respondió el muchacho.
Y no había terminado de decirlo cuando ya la polla del capitán entraba por su esfínter para follarle el culo, de pie y sin más lubricante que la babilla que rezumaba de dicho miembro al ojete del chico.
El capitán apretó fuerte contra las nalgas del soldado y su chorra se clavó hasta pegar los cojonazos en el ano del chaval, dándole empellones que zarandeaban la cabeza de Dani como si fuese a salir volando.
El capitán sujetó el mentón de soldado y le giró la cara para besarlo y le dijo: “Mi pequeño esclavo, cómo iba a dejarte solo y abandonarte con lo que pagué por ti al cabrón de tu colega? Dani, me perteneces desde mucho antes de lo que crees y no serás de ningún otro sin que yo lo permita... Bésame y ábrete más de patas que quiero llegar mucho más adentro que el jodido Raúl, que a estas alturas ya tiene el culo como un bebedero de patos sedientos por la sequía. Abre el culo, pequeño. Abre el culo, que te voy a joder hasta que se me quede dormida la verga dentro de tu culo... Así, así. Eso es, ábrelo más”.
“Sí amo...Sí, sí, sí... Por favor, amo. Fóllame, amo. Fóllame, mi amo. Te lo suplico... Dame por el culo hasta romperme el agujero, mi amo”, decía Dani loco de emoción y agudizada su lujuria al máximo.

Ambos se corrieron y el capitán le ordenó al soldado que entrase en el baño, anexo al cuarto donde se encontraban, para cagar la leche y que no manchase el trasero de los pantalones en cuanto se vistiese de uniforme.
Dani aún estaba perplejo por encontrarse con su amo, con galones de capitán, en las dependencias del jefe supremo del cuartel, pero no se atrevía a preguntarle ni articular otra palabra que no fuese para darle las gracias por estar con él y saber que era su esclavo a todos los efectos.
El amo le hizo cambiarse de calzoncillos y antes de abrocharse el cinturón le metió la mano por la raja del culo diciéndole: “En cuanto salgamos de servicio te los rompo y te vuelvo a dar caña para que vayas lleno de leche hasta casa... Ahora ponte en tu sitio y cumple con tu misión de asistente del capitán ayudante del general. Pero eso no significa que dejes de ser mi esclavo ni un solo momento del día y de la noche”.

El oficial salió del cuarto y llamó a un cabo para ordenarle que trajese a su despacho al soldado arrestado en el calabozo.
Dani quedó junto a la mesa del despacho, porque así se lo ordenó su amo, y vio entrar a dos soldados que escoltaban a Raúl.

Y el capitán dijo: “Retírense y dejen al detenido”.
Raúl estaba firmes mirando al suelo y el oficial le gritó: “Soldado! Levante la vista ante su oficial superior... Dani, ahí tienes a tu colega. Sumiso y obediente como debe ser un puto esclavo... Raúl, bajate los pantalones... Rápido... Ahora dóblate y separa las nalgas para que tu compañero vea lo bien que te han tratado el culo desde que te vendió... Ves que agujero más redondo y abierto tiene? La muy puta disfruta como una cerda en cuanto le meten una verga dentro. Y cuanto más grande y gorda mejor... Verdad, zorra?”
“Sí amo”, contestó Raúl.
“Eso no basta, puta. Dile a tu amigo como disfrutas cuando te follo y te zurro como a una perra.... vamos cuéntale todo lo que te meto por el ojete y como pasas las noche”.


Raúl habló y le contó a su compañero: “El amo me azota con una fusta o su correa y me penetra el culo con dildos enormes y duermo atado como una perra y con un cono encajado en el ano, después de que me han follado varias veces y he mamado todas la pollas que mi amo quiera darme generosamente. Y no puedo correrme porque llevo una jaula en el pito para que ni se empalme cuando me dan por el culo o me trago la leche del amo y de otros dos machos que le sirven y me tiene vigilado todo el tiempo”.
“Eso no es todo. Sigue”, dijo el capitán.
Y Raúl medio llorando continuó: “Dani. Te pido perdón por todo lo que te hice, porque soy un puto cerdo y un cabrón que no merece más que tu desprecio. Y te suplico que me hagas lo que te de la gana ahora mismo, puesto que nuestro amo me entrega a ti para que te vengues como quieras”.

Dani, no parpadeaba ni era capaz de tragar saliva. Su boca estaba seca para hablar y su cabeza no coordinaba los pensamiento ni entendía que estaba pasando allí.

Y fue el capitán quien habló: “Dani, te permito que le hagas lo que quieras... Ya sea pegarle o cortarle los huevos. Lo que tu decidas... hazlo porque por unos minutos serás libre para ello y luego sólo harás lo que tu amo te ordene”.

Dani se quedó parado sin decidirse a moverse ni a hacer otra cosa que mirar a su dueño y al ver la cara ceñuda de su amo, se acercó a Raúl y muy despacio le besó en la mejilla. Luego miró a su amo y volvió a su lado.

Y el amo le dijo: “Dani eres demasiado noble y bueno para codearte con esta basura. Pero también es mi esclavo y tendrás que soportarlo a tu lado. Pero nunca se atreverá a tocarte ni a hacer otra cosa que no sea besarte el culo para que yo te folle mejor... Ya ves el macho que te vendió resultó ser la mayor puta del país. Hasta le entra mi mano por el culo, a la muy tragona. Y la verdad es que no tiene mal culo esta zorra! Tiene un buen cuerpo y por eso no me cuesta mucho encontrar machos que la usen y le pongan el coño como una flor desojada...Venga, guarra!  Súbete los pantalones que ya se acabó tu arresto. Y ahora a servirme de asistente con tu camarada, que es mi otro esclavo. Pero él es el favorito y quien duerme conmigo en mi cama. Tú sólo eres una perra y duermes en el suelo! Y vete a limpiarle las botas al general... Pero con la lengua, puesto que le gustan muy brillantes... Y al acabar, vendrás a mi casa con nosotros. Por cierto, zorra de mierda, no traes puestas las braguitas que te compré! Mañana te las quiero ver debajo de los pantalones. Sabrás, Dani, que, después del adiestramiento al que fue sometido, ahora las únicas tetas que le preocupan son las suyas. sobre todo por lo que disfruta con el dolor de las pinzas retorciéndole los pezones. Y no piensa en otro chocho que en ese que tiene detrás y que no vive sin tenerlo relleno de carne o de látex. Verdad, cerda?”
"Sí amo”, respondió Raúl.

Dani no podía creerlo. Su nuevo capitán era su amo. Su adorado amo.
Y su compañero en el ejército y en la esclavitud era Raúl. El que lo vendió a su amo.
Y el chico ahora sentía que realmente José era su único y verdadero amo y que quería servirle de por vida como esclavo.
Qué más novedades tendría que ver aún en ese cuartel?.

6/19/2012

Capítulo 14 / El polvo


Dani se sorprendió al oír el ruido de la puerta de la casa y no ver a su amo entrar en el dormitorio para soltarlo.
Esperó agitado y al rato su dueño apareció totalmente desnudo y con dos bolsas de viaje en las manos.
Y le dijo: “Dani, hay que dejar listo el equipaje antes de dormir y así nada más despertarnos saldremos en coche para que te presentes en tu nuevo destino.
Tengo las órdenes que te han dado y que guardaba tu colega y vamos a ir para que no te empurren por desertor.
Una vez allí arreglaré tu situación para que sigas a mi servicio.
He traído ropa interior y alguna cosa más, puesto que no vas a andar por ahí desnudo. Está dentro de esta bolsa. Pruébatela”.

Y José puso una de las bolsas encima de la cama y de su interior sacó varios calzoncillos de diferentes tipos y colores para ver cuales le quedaban mejor a su esclavo.
El chico seguía atado, pero se puso en pie y se dispuso a ir probándose los slips, pero el amo le dijo: “Espera. Primero voy a liberarte del collar”.
Dani se pasó la mano por el cuello acariciando la sensación de libertad y se sentó en al cama para ver lo que su dueño le había traído.
El amo veía la alegría del chico y la incredulidad que traslucían sus ojos ante el despliegue de ropa interior esparcida sobre la cama y Dani se tumbó de espaldas sin poder reaccionar por la generosidad de su amo.

 José tuvo que decirle que quería ver lo bien que le quedaban los calzoncillos y cual de ellos le hacía mejor culo.


Porque le gustaba ver a su esclavo atractivo y le ponía cachondo sobarle las nalgas sobre la tela y luego bajarlos despacio dejando ver la raja del culo y meter la mano entre las cachas para tocarle el ojete.

Dani se fue poniendo los slips que su dueño le indicaba y se paseaba por la habitación luciendo el modelo, esperando la aprobación positiva o negativa de su dueño respecto a si le hacía o no buen culo.
Al ponerse el quinto, José le dijo que se acercase y dándole la vuelta lo colocó de espaldas para palparle los glúteos y meterle los dedos por las perneras hasta llegar al ojete.

Le introdujo un dedo y hurgó un poco dentro y sin sacárselo le bajó los calzoncillos con la otra mano.
El chico no se movía atento a los tocamientos de su amo y éste le besó las nalgas y con la lengua se fue adentrando hasta llegar donde ya esperaba su dedo.
Dani sentía el gusto húmedo de las caricias y notó como la lengua de su amo sustituía al otro intruso, metiendo la punta con ansia para penetrar más a fondo que el anterior ocupante del ano del chico.

Y José dijo: “Esto ya está a punto”.


El muchacho oyó el escupitajo que su amo lanzaba sobre la verga y su cuerpo fue atrapado por un brazo velludo de su dueño mientras que en el esfínter sentía la presión de algo duro y caliente que empujaba hacia dentro para entrar en él.

Por un momento Dani temió un puntazo de dolor, pero respiró hondo y procuró relajarse para aflojar los músculos y dejar el culo en posición para ser atacado.
Al fin había llegado el momento que esperaba con la inquietud del que aguarda algo inevitable pero no por ello menos deseado.

La potente verga de su amo enfilaba su agujero para invadirlo y tomarlo definitivamente para su placer absoluto.
Dani cerró los ojos mientras el convoy no llegó a su termino, tocando su ano con la intersección de dos bolas pletóricas de semen, y la maniobra principió con un vaivén lento y acompasado, que aceleraba sin pausa ni mermar la intensidad hasta convertirse en una desenfrenada agitación de ambos cuerpos unidos por un único vínculo de carne recia y contundente.

José, por fin se estaba follando a su esclavo y lo elevaba del suelo, izándolo con el impulso de los muslos en cada embate brutal que el chico recibía por detrás.
El muchacho se agarraba a los brazos de su amo y éste levantó uno para girar la cara del esclavo y poder juntar los labios con el primer beso de pasión que le daban a Dani en su vida.

Dani no sentía dolor alguno.
Era la primera vez que su culo no sufría y dentro notaba un gusto irresistible por el frotamiento de algo tan grande y duro que no paraba de moverse y rozarse con las paredes del recto del muchacho.
La próstata del chaval saltaba de alegría y todo su cuerpo se estremecía y el poco vello de sus piernas y brazos se erizaban como los pelos de un gato asustado.
Era como estar sentado en un caballito de feria que trotaba al son de una música que embotaba sus sentidos hasta casi perder el control de si mismo.

 El amo dio media vuelta y sin dejar de agitarlo con su nabo, lo apoyó en la cama hasta dejarlo a cuatro patas y al chico no le hizo falta que le dijera que se abriese de piernas y levantase bien el culo para clavársela entera y que su dueño viese como su émbolo entraba y salía por el ojete de Dani.

Cuando le apretaba a fondo, el esclavo notaba el cacho largo y macizo que lo ensartaba, asombrándose él mismo de que todo aquel miembro pudiese caber en su redondo y pequeño culo.
Pero la follada no tenía fin y el pito del chico ya no podía aguantar ni un minuto más sin dejar salir la leche que asomaba sin cesar por su uretra.
José le tocó el capullo a su esclavo y lo lubricó con el suero que le manaba por la punta y le dijo: “Estás cachondo, mi pequeño puto. Esperas que te preñe, verdad? Pues hoy sólo te daré un anticipo de lo que serán los polvos que te esperan. Así que voy a dejar que mis pelotas te llenen y de paso esto te servirá de lavativa por si te vuelvo a follar más tarde.

Y Dani sintió como chorros calientes colmaban su tripa, recordándole los enemas que se metía para servir a sus amos anteriores.
Pero no le habían dado permiso para satisfacerse él y el chico estaba congestionado por el esfuerzo en contener su huevos llenos.
El amo, viendo las mejillas de Dani coloradas y su frente llena de sudor, le dijo: “Ahora puedes correrte, antes de que te saque mi polla del culo. Suelta la leche en mi mano”.
Y Dani se vertió en la mano de su dueño como un grifo abierto a tope.
Y por primera vez experimentaba un placer que no le causaba dolor al mismo tiempo, aún a pesar que su amo le había dado por el culo con mucha más fuerza que el puto capitán y Raúl juntos.

Aquella noche el muchacho durmió sin separarse ni un milímetro del cuerpo de su dueño y el olor de su amo le pareció el mejor aroma de la tierra.
Ya se sentía propiedad de José, porque lo había poseído y enriquecido con el esperma que conservaba en su vientre como un tesoro.

El amo le permitió dejarlo dentro y no echarlo fuera de su cuerpo durante toda esa noche y al chico le dio el sueño acariciándose la barriga con la mano.
Estaba preñado de su amo y para no perder nada apretaba el culo hasta que sus músculos se relajaron en un sueño pacífico.

Todavía era temprano cuando José despertó al chico y le mandó ir la baño con él.
El amo dejó que mease primero el esclavo y vaciase el vientre también.
Y luego lo hizo él sacudiendo el final de la meada en la boca del muchacho que le chupó el capullo como si las gotas doradas fuesen néctar de dioses.
Y después de desayunar algo, se vistieron y cargaron sus bolsas para emprender el viaje al destino de Dani.

6/16/2012

Capítulo 13 / El collar


 
El amo despertó a su esclavo y le dijo: “Tengo que salir, pero volveré para darte la cena. Y no duermas más porque esta noche no tendrás sueño y mañana saldremos temprano. Voy a dejarte atado, pero sólo por el cuello. No creo que intentes escapar pero aún es pronto para andar suelto estando solo. Con este collar cerrado con candado y esta cadena sujeta a la pared será suficiente. No es muy larga pero te permitirá moverte por la habitación. Y antes de irme dejaré que mees. Luego tendrás que aguantarte las ganas hasta que regrese otra vez. Voy a ver como va ese ojete, Ven y échate sobre mis piernas... Hum. Esto va mucho mejor. Al menos ya no hay herida y se está poniendo sonrosado como debe ser. A pesar de todo parece muy pequeño. Casi sin estrenar aún. Me gusta. Sabía que haría una buena compra. Un poco más de pomada y a esperar un poco más antes de usarlo”

José se marchó de la casa y el esclavo, amarrado por el cuello como un perro, quedó solo sin saber que hacer ni como matar el tiempo hasta que su amo volviese.
Se sentó en el suelo con la espalda apoyada en la cama y miró su pene, que en comparación con el de su nuevo amo era como de juguete, y se excitó al recordar el tamaño del miembro viril de su dueño.
Se dio cuenta que estaba ansioso por tener todo eso dentro de su cuerpo y no solamente en la boca.
Y se dijo: “Cuándo considerará que estoy listo para follarme y clavarme su portentoso instrumento en mi culo? Me va a partir, pero seguro que sabe hacerlo y no me dolerá tanto. Hasta puede que sienta gusto y tenga que hacer esfuerzos para no correrme. Dejará que me corra yo también? Seguro que prefiere tenerme con los huevos llenos. Pero si luego duermo abrazado a él y noto su polla pegada a mi, no sé si me saldrá toda la leche sin querer. Y entonces me pegará y ya me dijo que serían muy duros sus castigos. Pero eso no me da miedo porque no me hará daño. Sólo me dolerá y arderá el culo, seguramente, y ya estoy acostumbrado. Creo que me gusta la sensación de notar la carne como si estuviese ardiendo y el picor que dejan los azotes en el culo. Espero que me zurre pero que no me venda a otro por no obedecerle bien. Y si no le agrado cuando me de por el culo? Aunque me mate con su verga lo abriré a tope y al estar toda dentro apretaré el agujero para que le de mas gusto y quiera follarme más veces. Que me folle hasta si estoy dormido. Que no quiera más culo que el mío. Haré lo que quiera para ser la mejor zorra que haya tenido nunca. Al menos él no busca tías con tetas como melones y un coño en el sitio de la polla. Me la tocará alguna vez? No creo. Eso no lo hacen los machos. Joden a un marica como yo pero sólo les importa el ojo del culo y meterla hasta el fondo para disfrutar ellos a saco. Porque en realidad es como si estuviesen follando con un tía, pero con un solo agujero. Unicamente te pueden dar por detrás. Pero a mi me gusta que me la metan y me den fuerte. Cada vez me da más morbo y me gusta cuando entra de golpe y, sobre todo, al correrse dentro de mis tripas. Eso me gusta mucho. Más que en la boca, pero a casi todos les va más hacerlo así. Debe ponerlos cachondos ver como la traga otro tío. Bueno, un maricón. Y a mi ya me gusta el sabor del semen. Y el de mi nuevo amo es la hostia de bueno. Y que cantidad me dio! A ver si es verdad y tengo el mismo postre después de la cena. Y eso que el de Raúl siempre me supo muy rico. Pero él ya no está conmigo ni y sólo me soportaba mientras no tuviese un coño para meterla. Ahora soy de otro amo y tengo que complacerlo como sea porque no parece un mal tío y me gusta que me proteja, aunque después me castigue y me folle a lo bestia. Al fin y al cabo, al ser mi dueño y haberme comprado tiene derecho a eso, si le apetece. Y me gusta aunque me duela. Y ya no creo que llegue a hacerme daño”.

Habrían pasado unas cuatro horas y el amo llegó cansado al apartamento.
Lo primero que hizo fue ir a ver al chico y soltarle la cadena, pero no le quitó el collar.
Y le dijo: “Has pasado miedo estando solo?”
“No amo”, respondió Dani.
Y el amo continuó: “Tendrás hambre. Vamos a cenar. Te gustan las hamburguesas?”
“Sí amo”, contestó el chico.
“Sabes preparar una ensalada?”, le preguntó el amo.
“Sí amo”, dijo el chaval.
“Ok. Pero no le pongas demasiado vinagre Y antes de nada ve a mear”, puntualizó el otro.

Apenas habló el amo mientras comían y Dani lo miraba esperando que dijese algo.
Al menos si le parecía bien como le había aliñado la ensalada, pero José lo veía al servirle agua en el vaso y lo único que le dijo fue si quería algo más antes del postre.
El chico contestó que no y el amo le hizo una seña para que se acercase y se postrase a su lado de rodillas.
El amo giró la silla y separó las piernas para dejar a Dani entre ellas y se desabrochó la bragueta para darle la leche al muchacho.



Dani vio otra vez la verga de su amo, empinada como una torre, y la asaltó con la boca engulléndola despacio para no atragantarse.
El amo miraba al chico como le trabajaba el pene, para extraerle el esperma y dejar las pelotas vacías, y antes de dársela le dijo: “Te gusta?”
“Sí amo”, respondió el chaval.
“ Me refiero si te gusta ser un esclavo... Mi esclavo”, aclaró el amo.
“Sí amo. Antes no lo sabía, pero después de todo lo que pasó sé que nací para serlo. Y soy tu esclavo. Te pertenezco y mi cuerpo es tuyo”, le respondió el muchacho.
Y José le dijo: “No quiero ser dueño de tu cuerpo solamente... Soy tu dueño absoluto. De tu persona y me perteneces en cuerpo y alma. Por eso quiero dominar hasta tus pensamientos y no sólo tus necesidades fisiológicas. Lo entiendes?”
Dani, sin dejar de sostener la mirada de su dueño, le contestó: “Sí amo. Será como quieras y haré y pensaré lo que digas”.

José afirmó con la cabeza y añadió. “No me basta con que sea así porque yo te lo imponga... Tienes que desear lo mismo que yo deseo y hacer lo que yo quiera que hicieses aún si decírtelo. Tienes que ser parte de mi para servirme y complacerme... Pero eso ya lo comprenderás más adelante... Ahora limítate a obedecer”.

Dani se tocaba el collar como para que su amo se diese cuenta que no se lo había quitado, Y José le dijo: “Voy a salir otra vez, así que tendré que atarte... Por eso llevas el collar puesto...Te molesta?”.
“No amo”, dijo Dani.
Y su amo le puntualizó: “El collar es como un signo de pertenencia a un amo. Es como con los perros. Si llevan collar quiere decir que tienen dueño y no son vagabundos. Y así no los meten en la perrera municipal. Por eso a los esclavos también se les pone un collar. Y además sirve para tenerlos sujetos cuando el amo lo cree necesario. Por ejemplo si te llevase a los bares que frecuento, no podrías ir sin tu collar o cualquier otro amo creería que eres un pobre perro sin amo y se apoderaría de ti. E incluso en esos sitios es conveniente tenerte amarrado por la cadena por si acaso. Un cachorrillo como tú puede ser una presa fácil y apetecible para más de uno. Comprendes por que te puse el collar y no te lo he quitado?”
 “Sí amo”, dijo Dani mirando al suelo.
Y el amo le aclaró: “Pero no lo llevarás siempre, ni tampoco en casa. Y menos en la cama porque no podría morderte el cuello si me apetece. Pero ahora te dejaré atado otra vez porque me voy, aunque no volveré muy tarde. Tenemos que dormir para salir mañana de viaje”.

Dani quedó solo otra vez, sentado en el suelo y atado a la cama por el cuello con la cadena sujeta al collar.
No entendía el miedo del amo a que se escapara si cerraba la puerta con llave y cerrojo. Y, además, no se había dado cuenta todavía que él no se escaparía a ninguna parte aún estando la puerta abierta de par en par?
 Adonde iba a ir estando solo!
 Cómo podría hacer para que su amo lo conociese mejor y supiese que estaba a gusto siendo su esclavo y no era necesario un collar para demostrar que era suyo ni la cadena para sujetarlo a su lado.
Y cómo podía saber el chico que el amo ya lo conocía desde el primer día que llegó al acuartelamiento para las maniobras!
Le dolió su mirada triste y el caminar humillado de aquel muchacho tan joven que con sólo mirarle a los ojos nadie podría ser capaz de causarle ningún daño.
Pero se le veía infeliz y con miedo a cuanto le rodeaba.
Y eso primero le extrañó y luego le preocupó, hasta averiguar las razones del infortunio del chico y empezar a poner remedio.
Lo que no había imaginado era hasta que punto estaba en malas manos el chaval.
Ni mucho menos que clase de camarada le había tocado en suerte.
Pero ahora el objetivo era educar bien al muchacho para que lo complaciese sexualmente.
Y también hacer que los maltratadores lamentasen haber vejado gratuitamente al chaval que él había elegido para ser su esclavo desde el momento en que lo vio con el capitán al que servía de asistente.



La tortura no se justifica si no acompaña al placer de causarla y sufrirla por amor, tanto por parte del amo como del esclavo.

6/13/2012

Capítulo 12 / El miedo



Dani sentía miedo.
Le daba pánico aquella situación incierta sin saber cual era su destino ni que pensaba hacer con él el hombre que lo había comprado.
Le había dicho a Raúl que no le pegase porque no quería que se estropease la mercancía.

Pero para qué quería a un esclavo el tío? Deseaba usarlo él como a una zorra, tal y como hacía Raúl en un principio, o también iba a alquilarlo a otros tíos que pagasen por follarlo.
Era un caso más de trata de blancas, bueno, en este caso blancos, aunque lo tratasen como a una puta, convertida en esclava sexual a la fuerza.
Dani no paraba de darle vueltas a su cabeza, pero no lograba aclararse de lo que le había sucedido realmente.
Mejor dicho, de lo que le sucedería a partir de entonces. Si llegaba al siguiente día para poder contarlo y no lo habría matado aquel fulano.
Aunque si pensaba con cierta lógica, el estado de su piel no importaría para hacer filetes.
Así que tenía que ser para encerrarlo en una casa de putas donde, tíos mayores, ansiosos de carne joven, pagasen bien por los servidos de un jovenzuelo.
Y por eso no podía estar magullado o con lesiones para no deslucir el producto.

El chico se estaba cagando y no era por haber comido en exceso y tener la tripa llena, sino de puro miedo.
Cualquier ruido lo sobresaltaba y aunque fuese su fin, estaba deseando que apareciese de nuevo el hombre joven y fuerte y que acabase de una vez el suplicio de las dudas que lo asaltaban.

Y el tipo entró en la habitación y se acercó al chico.
Le miró a los ojos y le dijo: “Ya eres mío. Fue duro llegar a un acuerdo, pero lo logramos. Pedía demasiado por ti tu colega, o lo que fuese ese cabrón. Me saliste caro, pero creo que me compensará haberte comprado. La verdad es que no estás mal y hasta resultas atractivo”.

Ya no había dudas. Iba a ser otra vez la puta de un proxeneta.
Dani no decía exactamente esa palabra, puesto que ni la conocía ni sabría su significado, pero eso era lo que pensaba del oficio de ese fulano.

Y el hombre siguió diciéndole: “Te voy a destapar la boca, pero no grites o tendré que tomar otras medidas”.
Y le quitó el trapo de la boca. Dani no dijo ni pío y se limitó a mirar al suelo.
Y aquel tipo continuó hablando: “Pareces un buen chico. Voy a soltarte. Y ni intentes escapar porque no puedes. La puerta está cerrada con llave y un cerrojo de seguridad. Y además es blindada”.
Desató al chico y Dani se frotó las marcas de la soga en las muñecas y el cuello.
El hombre lo levantó del suelo y lo tumbó sobre la cama. Y añadió: “Hay que cuidarte esa piel. Está muy seca y aún se notan marcas de latigazos... Te daba muy fuerte, por lo que veo... Sobre todo en el culo...Ponte boca abajo”.
Dani obedeció como ya estaba acostumbrado a hacerlo con el capitán y con su anterior amo, y el hombre volvió con un bote de crema hidratante y le puso un chorro sobre la espalda y deslizó las manos suavemente sobre la piel del chaval.
Era refrescante la sensación que le daba aquello a Dani y por un momento dejó de temer algo malo de aquel individuo.
Sintió otro chorro de crema en las nalgas y otra vez las palmas de las manos de tío le acariciaban extendiendo la frescura por su carne, sin dejar ni un sólo recodo sin aliviar.

Notó los dedos del hombre en la raja del culo y como uno o dos se entretenían un rato en su ojete, pero apenas lo penetraron.
El tío le habló otra vez: “Es precioso este agujero. Pero últimamente lo han maltratado bastante... Habrá que poner remedio a eso también”.


Dani seguía sin entender nada, pero por primera vez las manos de otro hombre no le hacían daño al tocarlo.
Fuese cual fuese su destino, por el momento no se lo hacían pasar mal.
Las manos continuaron su labor por los muslos y las piernas del muchacho y no se pararon al llegar a los pies.
Y, cuando ya tenía las plantas bien frescas y relajadas, le dijo su captor: “Date la vuelta y seguimos por delante”.

Así fue de abajo arriba dejando la piel de Dani como la de un bebe recién bañado y para rematar el masaje, le pasó un paño muy fino secándole el cuerpo y quitando los restos de crema que pudiesen quedar sin absorber.


El tipo salió del cuarto y al volver estaba desnudo. Dani pudo ver su cuerpo con vello y musculoso, mucho más fuerte y grande que el de Raúl, y el badajo, gordo como un salchichón, que le colgada delante de unos cojones considerables, que por el tamaño deberían almacenar leche en cantidad industrial.
El conjunto de los genitales del fulano era para asustar o delirar, según el cristal conque se les viese.
Pero indudablemente tenía un par de pelotas tremendas y un cipote cojonudo. El chico ya se figuró que vendría a continuación y se preparó para resistir los embates de polla y palmadas en el culo, que sin duda iba a endiñarle su nuevo amo.
Y que según la talla que calzaba, lo cascaría en dos como una nuez si se la clavaba a lo bestia.

El hombre le indicó con la mano que le hiciese hueco en la cama y se acostó al lado de Dani.
El chico no sabía que hacer ni como portarse, pero el otro resolvió el dilema atrayéndolo hacia él y abrazándolo como si fuese un oso de peluche.
El muchacho quedó quieto entre los brazos peludos y macizos de aquel hombre joven, mirándole fijamente, y éste le dijo: “Vamos. Duerme un rato. Ya tendremos tiempo de hacer otras cosas. Ahora estamos cansados los dos, por distintos motivos. Así que descansemos juntos... Y no tengas miedo de mi. No voy a causarte ningún daño. Venga, pequeño. Cierra los ojos y descansa si no quieres dormir. Y si te cansas de verme, puedes darte la vuelta y ver hacia el otro lado. No me importa”.
El hombre bajó los párpados y aparentemente se quedó dormido.

Dani no podía conciliar el sueño en tales circunstancias y aún sintiéndose a gusto abrazado por un tío como aquel, prefirió darle la espalda y mirar hacia la pared de la habitación.
Le vino a la mente la imagen de Raúl, con su gesto duro y de eterno cabreo, y corrieron lágrimas por sus mejillas.
Era cierto que sólo un cabrón hijo de puta podría haberlo vendido, pero el chico se colgó de su compañero, en cuanto lo conoció durante las maniobras, y hasta su rudeza y brusquedad le hacían sentir un extraño placer distinto al gusto que normalmente debería provocarle el sexo.
Pero Raúl ya no estaba con él y ahora tendría que sobrevivir a lo que su puta suerte le deparaba con un nuevo amo, o lo que fuese aquel tipo.

Debió pasar una hora y el hombre ni se movía, pero Dani notó en su culo el miembro grueso del fulano, que crecía y se endurecía y, por el calor que despedía aquel falo, era seguro que la sangre le hervía en las venas.
El chaval apretó las nalgas y echó hacia atrás el culo, presionando la verga del tío, que estaba totalmente pegado a su espalda.
Pero éste no meneó ni un dedo. Parecía sumido en un profundo sueño todavía, aunque su pene ya se había despertado hacía un rato.

Dani, aún no las tenía todas consigo y el miedo le atenazaba el corazón, pero, por otro lado, el olor de un cuerpo viril junto a él y semejante cacho de carne presionando su raja, lo calentó y su pito respondió con la prontitud y energía de sus pocos años. Estaba excitado y notaba como involuntariamente le latía el ano.
Y claro que le daba miedo una tranca de tal envergadura.
Mas, qué se sentiría con todo aquel mondongo moviéndose dentro del culo? se preguntaba el chico.

Seguramente si empujaba muy fuerte lo reventaría, pero la entrada de un capullo así por el ojete podría ser la gloria o el fin del mundo para el culo de Dani.
Y al fin la mano del tipo se movió sobre la cadera de Dani y apretó el cuerpo del chico contra el suyo, diciendo: “Estás despierto?”
“Sí, amo”, contestó Dani.
“Eres listo y me agrada que sepas cual es tu lugar sin necesidad de zurrarte ni darte tortazos. Creo que vas a gustarme como esclavo”.
El chico respondió: “Gracias, amo”.
Y el amo dijo: “Tendrás hambre...Tienes que comer algo”.


Dani, naturalmente entendió que era la hora de un biberón de la leche de su nuevo amo e hizo ademán de buscar la polla con su boca, pero el hombre le sujetó la cabeza por el mentón y diciendo: “No. En la cocina tengo unas pizzas y voy a prepararlas para comerlas ahora. Te gusta la pizza?”

 El muchacho hasta se puso rojo por no entender a su amo, pero respondió con una sonrisa: “Sí, amo... Aunque últimamente sólo comía pichas, amo”.
“Lo supongo a la vista de quién te tenía como esclavo. Pero comerás como es debido, incluso cuando se trate de picha, también”.
Y lo dijo agarrándose el imponente manubrio con la mano derecha y agitándolo en el aire.

Se levantaron de la cama y sin ropa comieron en al cocina y bebieron cervezas.
Y el nuevo amo de Dani se reía y hacía reír al muchacho.
Y lo miraba con otros ojos distintos a los de Raúl. Sin rabia ni furor.
Y Dani empezó a mirar sin miedo al hombre que tenía delante.
De quien sólo sabía que se llamaba José y aún no llegaba a los treinta y cinco años, según le pareció al chaval.

6/10/2012

Capítulo 11 / El parque


Dani amaneció temprano, a pesar de estar molido a polvos y golpes, pero su amo tenía muy mal dormir y no paró de moverse y dar vueltas en la cama, hasta que por dos veces tiró al pobre chico al suelo.
Y el coitado terminó quedándose sobre la moqueta envuelto una manta que encontró dentro del armario.
Al menos ahí ya no se daba más batacazos, puesto que más abajo ya no caía.
Y sobre las diez, Raúl se despertó empalmado y quiso servirse del agujero anal de su propiedad para bajar la presión de sus cojones y aliviar la vejiga sin necesidad de ir al baño.


Y cuando le salió del culo se levantó, le ordenó a Dani que le preparase la bañera con agua caliente y espuma y una vez maqueado y hecho un pincel, le pagó los servicios al esclavo con una patada en el culo y se fueron a que el señor desayunase para recuperar fuerzas e ir al parque en condiciones, a cazar algún buen cliente para su zorra.

A Dani le dio a comer una de las puntas del cruasán, que estaba algo tostada de más, y un café para quitarle la cara de sueño, que le marcaba las ojeras y deslucía el producto para la venta.
Llegaron al parque y se fueron directamente a la zona en la cual, según se había informado Raúl en una guía gay, había ligoteo y oteó el entorno en busca de una buena presa.

No había mucho personal a esas horas y Dani se cansó de dar vueltas por los paseos accesorios, mirando con pudor a los tíos del tipo que su amo le había indicado como probables clientes, hasta que con los pies doloridos de andar despacio de de un lado a otro, se sentó en un banco exponiéndose a las represalias de Raúl.
Allí estaba sentado, cuando se acercó un hombre fuerte, con el pelo cortado al cepillo y, aunque Dani no era demasiado perspicaz para calcular edades, le echó alrededor de los treinta.
Llevaba ropa deportiva y por sus modales y gestos se le veía muy macho.


El hombre se paró frente al chico y le preguntó: “Puede sentarme?”
Dani lo miró de reojo y dijo: “Sí”.
"Dando un paseo?”, volvió a decir el tío.
Y Dani sólo respondió: “Sí. Bueno. Estoy con... (no podía decirle a aquel hombre que estaba con su amo y pensó como referirse a Raúl)... con un compañero... Estamos en el ejército, pero ahora tenemos permiso”.
“Ah. Yo también estoy de paso y me apeteció pasear por el parque... Tu amigo es ese que viene por ahí?”
 Al chico se le mudó la color, como se decía en las novelas de antes, y Raúl ya traía cara de contar dinero alquilando a su esclavo para un rato de sexo.

“Hola”, saludó Raúl.
“Hola”, contestó el tío y continuó: “Ya me dijo tu camarada que sois militares y estáis de permiso... Yo tampoco vivo aquí. Mejor dicho, tengo una casa en esta ciudad pero ahora estoy fuera por un tiempo. Y por lo que veo a los tres nos gusta pasear y disfrutar del aire libre y tranquilo”.
Raúl miró con dureza a su esclavo, como anunciándole que lo de camaradas y andar perdiendo el tiempo contando lo que no debía a un desconocido le iba a costar muy caro. Y quiso cortarle el rollo al intruso, que ya estaba sentado al lado del su zorra: “Nosotros tenemos que irnos... Dani, levántate que se hace tarde”.

El chaval obedeció como un autómata y el hombre volvió a decir: “Sabéis algún sitio mejor que este parque para ligar?”
A Raúl se le pusieron tiesas las orejas y añadió: “Depende de lo que busques”.
“Un chaval como tu amigo, por ejemplo”, respondió el hombre sin inmutarse ni pestañear. y a Raúl le pareció que la mañana no había sido un fracaso como ya creía. Y se soltó el pelo sin tapujos: “Este tiene un precio... Y depende para qué lo quieras usar... Además es mío y yo controlo el asunto estando delante”.
“Es tu novio?”, preguntó el fulano.
“Yo no soy marica!”, respondió Raúl indignado.
“Entonces? Por qué dices que es tuyo. El sí es marica y tú no?”, inquirió el tío.
“Eso es. Yo no lo soy, pero él sí... Es mi puta mientras no tenga una tía de verdad, pero folla con otros tíos, por pasta, claro... Gratis sólo se la meto yo”, aclaró Raúl, por si aún le quedaban dudas al hombre aquel.
Y éste añadió: “Ah... Y por cuanto lo vendes?”
Raúl le dio la lista de precios y servicios , pero el fulano le dijo muy serio: “Me refiero a que por cuanto lo vendes a él... Por lo que parece es tu esclavo sexual o de todo tipo, eso aún no lo sé, y lo que quiero es comprártelo. Me explico?  Lo quiero para mi... Para que sea mi esclavo”.

Raúl se quedó parado y tardó en reaccionar, pero preguntó: “Cuanto ofreces?”
Y a todo esto Dani no podía creer lo que estaba oyendo.
Era como una vaca o una mula y estaban hablando de su venta como un par de tratantes en una feria.
El hombre se puso en pie y adoptó un aire seguro y de conseguir cuanto se proponía. Y respondió: “Tendría que examinarlo y verlo al natural. Desnudo. Y tantear que mañas tiene o si pretendes ocultarme algún defecto que lo haga inservible para que me sirva como quiero”.
Y Raúl, copiando la aptitud del tío, dijo: “Tú lo quieres para puta. Para follarlo y alquilárselo a otros. Y, naturalmente, hay que tener en cuenta el beneficio que ganas tú y pierdo yo... Eso también vale dinero”.
Y el tipo, añadió: “De acuerdo. No pretendo aprovecharme de ti. Pero comprenderás que antes he de saber bien lo que compro... Te propongo ir a mi casa y allí veo mejor la mercancía y negociamos tranquilamente. Estoy seguro que llegaremos a un acuerdo ventajoso para los dos... Te parece?”.
“Sí... Está bien... Vamos”, dijo Raúl empujando a Dani para que moviese el culo y dejase de poner cara de idiota.

El tío del parque tenía un piso bastante apañado y bien situado, a una mazana de allí, por lo que tardaron poco en recorrer la distancia hasta la casa.
Al entrar, los llevó directamente al dormitorio y le dijo a Dani que se desnudase.
El chico miró a su amo y éste también le hizo una seña para que obedeciese y se quitase la ropa.
Y Dani quedó desnudo a la vista de los dos machos que trataban sobre su venta.
El comprador le dijo que se acercase y le palpó los brazos y los muslos, apretándolos con los dedos, y subió a los glúteos abriendo y cerrando las manos sobre ellos. Parecía que el cuerpo de Dani le gustaba y cumplía las expectativas para el destino deseado por aquel hombre, así que dieron paso al regateo.

Entonces Dani se atrevió a decir: “Mañana tengo que ir a mi nuevo destino y presentarme en el cuartel, señor... No puedo quedarme aquí”.
La ira de Raúl no se hizo esperar y atizándole en toda la boca le gritó: “Calla, imbécil...Tú crees que alguien te va a echar de menos, puta!  Será maricón de mierda! Te quedarás o irás donde tu nuevo amo te diga. Puta del carajo! Joder! Ya estoy deseando perderte de vista para que no me traigas más líos”.
Y dirigiéndose al otro, añadió: “Por su culpa tuvimos que cambiar de regimiento. Es una zorra y por eso sólo sirve para ser puta”.
Y dijo el fulano: “Está bien. No le pegues que si lo compro no lo quiero estropeado o con golpes que le desfiguren la cara... Hace bien advertirlo, pero eso no importa...No te van a ir a buscar donde yo te llevaré. Por eso no hay problema...Fijemos le precio de una vez. Y será mejor dejarlo atado al pie de la cama y nosotros hablaremos en la sala sin que se entere de nuestros trato. Eso sólo nos importa a nosotros... No es cierto?”
“Desde luego”, aseveró Raúl, viendo ya el dinero en su mano. Con pasta lo de menos era encontrar una puta como es debido. Y lo principal es que la nueva tuviese unas peras como melones, para achuchárselas y mordérselas mamando como un niño de teta.
Y el amo Raúl no se cortó un pelo en atar al esclavo con una cuerda que le dio el otro y dejarlo tirado con la espalda apoyada en los pies de la cama.

La angustia no le dejaba ni tragar al pobre Dani, pero ya no le salía ni una lágrima.
Sus lagrimales estaban secos de tanto llorar por las noches sin que lo oyese su amo. Pero era cierto lo que le estaba pasando? Raúl lo vendía sin el menor problema de conciencia ni remordimiento y se quedaba en manos de otro tío que no lo conocía ni sabía que pretendía hacer con él.
Lo primero que se le ocurrió fue chillar pidiendo socorro y eso no fue la mejor idea. Entró el fulano con un trapo en al mano, le hizo un nudo gordo y se lo metió en la boca, atándoselo con fuerza por detrás de la cabeza.


Ahora ya no tenía escapatoria. Amarrado y amordazado sufría un verdadero secuestro. Y no supo más del asunto que se traían entre manos los dos mercaderes en el salón de la casa.
Oía sus voces, pero no entendía que decían.
Y también le llegaban sonidos como de algo que diese contra un cristal. Supuso que podían ser hielos dentro de vasos y algunos más fuertes podrían deberse al ruido que hacían al posarlos sobre la mesa.
Pero todo era confuso, puesto que escuchaba una música pop-rock que resonaba desde la sala donde se hacía el trato.
El chico no podía calcular exactamente el tiempo que llevaban los otros dos discutiendo, pero si le preguntasen diría que horas.

Cerró los ojos y quiso recordar su vida anterior a entrar en el ejército, pero no encontró en su evocación nada que le compensase más que el tiempo pasado con Raúl.
Era consciente que ese chulo no lo quería más que para usarlo y sacarle provecho económico, pero él si lo deseaba y era feliz viendo su placer aunque para ello sintiese dolor y soportase insultos y golpes.
Pero ahora lo vendía, harto de usarlo y, según le había gritado, de tenerlo a su lado porque le causaba problemas.
Y lo dejaba abandonado en manos de otro tío sin preocuparle nada de lo que le pasase.
Como si nunca lo hubiese conocido ni existiese en su vida.
A Raúl le daba igual para que adquiría aquel hombre a Dani.
Tanto le daba que fuese para matarlo y hacer chuletas con su cuerpo, o para venderlo a su vez en un mercado de esclavos sexuales en algún país lejano.
Y enfrascado en estos oscuros pensamientos oyó ruido de puertas que se abrían y cerraban.

Seguramente Raúl ya no estaba en la casa y ahora él sólo era un esclavo sin ninguna esperanza y el corazón roto por la mitad en poder de un puto desconocido, que todavía podía ser peor y más cruel que el jodido capitán o su adorado Raúl.

6/07/2012

Capítulo 10 / La chapa


Entraron en el bar de copas y varios chavales con pinta de chaperos los miraron aviesamente puesto que sin duda suponían más competencia para ellos, mermando la posibilidad de cazar alguno de los pocos clientes que había en el local esa noche.

Ambos eran guapos y Raúl, un tío cachas, con cuerpazo, paquetón y un color moreno que invitaba a sobarlo, llamaba la atención y le entraba por los ojos tanto a chulos como a clientes potenciales, sin resultarle indiferente a un par de camareros también.
Por supuesto Dani, aunque más menudo de talla, tenía una cara muy guapa y su redondo culete, así como todo su cuerpo, incitaba a morderlo y comérselo a pequeños bocados.
Dani era una trufa de chocolate apetitosa para cualquier paladar, que todavía conservaba cara de niño, lo que lo hacía mucho más atractivo en un lugar de ese tipo.
Y pronto se pegó a él un moscardón llamado por el dulzor del chiquillo.
El tío ya no cumplía los cincuenta, pero aún estaba de bastante buen ver y, sobre todo, parecía pudiente como para pagar un buen precio para usar al chico.
Raúl, pasó de perder el tiempo en palabrería y pamplinas y entabló negociaciones con el fulano, diciéndole directamente que el chaval era su puta y si quería follárselo tenía que llevarse a los dos y darle el dinero a él, por supuesto.

El señor, que era muy educado, le dijo: “Por lo que veo tu eres activo y él es el pasivo. No es cierto?”
A Raúl esa terminología le era desconocida pero intuyó que debía referirse a cual de los dos era el marica, y le contestó. “Yo soy macho. El marica es él. A mi no me van los tíos, pero esta es mi puta mientras no encuentre una con un coño de verdad y un buen par de melones, que es lo que me gusta”.
El señor, muy fino y educadamente, de entrada sólo dijo: “Ya... Y bien, os llevo a los dos a mi casa. Y tú te lo follas mientras yo miro... Más tarde, si me apetece, lo vuelves a follar y él me la chupa. En cualquier caso os pago por toda la noche y para hacer lo que yo diga”.
Pero Raúl saltó como si la banqueta de la barra tuviese un muelle roto: “Un momento. Yo no pongo el culo ni mamo pollas. Y sólo me follo a éste”.
“Sí. De acuerdo. Yo no quiero follarte ni que me folléis ninguno de los dos. Está claro?”, dijo el tío rico.
“Sí... Pero toda la noche tiene un precio y más siendo los dos”, advirtió Raúl.
“Lo supongo”, dijo el señor. Y añadió: “Trescientos”.
Raúl se quedó pensando porque a penas podía creer que le diesen tanto dinero por follarse a su esclavo y el tío volvió a decir: “Por cada uno”.
No podía haber oído bien. Y soltó en tono de admiración mal disimulada: “Trescientos por cada uno... Es decir seiscientos pavos por la noche en su casa?”
“Sí. Eso he dicho exactamente”, ratificó el fulano.

Eso era una chapa y lo demás cuentos, pensó Raúl.
Hasta podría darle descanso a Dani y follárselo él solo un par de días.
Así disfrutaría más de su puta porque estaría más perra por sentir una polla dentro del culo.
Como si no se diese cuenta que a Dani la única verga que le ponía como una zorra en celo era la de su amo y no el resto que le obligaba a tragar por dinero.
Y salieron del bar acompañando al señor, que los llevó en su coche hasta su casa, para que le hiciesen el servicio que había contratado con Raúl.

El hombre vivía en un barrio elegante y el salón de la casa era formidable.
Le preguntó a Raúl que le apetecía tomar y el chico dijo que un whisky con hielo. A Dani ni le preguntaron nada ni él tampoco abrió la boca tan siquiera para decir que tenía sed.
Dani no contaba a no ser para ser usada su carne como objeto de sexo y nada más.
De marcar la diferencia y dejar clara cual era la posición del chaval ya se había encargado Raúl al decirle al cliente que aquello era su puta y lo usaba como esclavo sexual para sacar pasta.
Mentira! Lo usaba para todo, incluso como retrete cuando no le daba la gana moverse ni para mear.
Dani no tenía más derechos para su amo que el de no molestarlo si no estaba de humor para que se la chupase o darle por el culo.


El señor dijo que Dani se desnudase y que Raúl le mostrase lo bien que tragaba su esclavo por el culo, metiéndole una amplia colección de dildos y conos de látex que el tío trajo a la sala en una bolsa de deportes.
Puso un bote de crema sobre una mesa baja de cristal y Raúl principió la penetración del culo de su puta con un consolador negro de bastantes centímetros de largo y suficientemente gordo como para que el esfínter del chico se resistiese a engullir semejante tarugo.
Pero con más crema y media docena de azotes, sonoros y con toda la mala baba del mundo, el ano de Dani fue admitiendo el pollón de goma hasta que los falsos cojones en que terminaba el dildo se pegaron a su ojete, que entraba y salía hacia fuera con los movimientos de vaivén que Raúl le imprimía al juguete.

Los probó todos, incluso uno descomunal que casi le raja el ojo del culo a base de que su amo forzase para clavarle aquel ariete idóneo para derribar murallas más que para follar culos de críos todavía tiernos.
Y después de la exhibición, el cliente le ordenó a Raúl que también se quedase en bolas y luciese su espléndida anatomía ante él.
A Raúl le daba reparo mostrarse como le obligaba a hacer a su esclavo, pero aquel tío les iba pagar una pasta gansa por esa noche, así que no se lo pensó dos veces y se puso en pelotas agarrándose el cipote, que ya estaba duro como una estaca de tanto meter cosas por el culo de Dani.



El señor lo miró, admitiendo con la cabeza que realmente era un ejemplar admirable, y sacándose el nabo por la bragueta empezó a masturbarse.
Raúl estaba cortado por servir de objeto erótico como si fuese una tía buena de las que se ven en los calendarios que llevan los camioneros, pero el que paga manda y al tío le ponía ver el cuerpo del muchacho y su miembro viril crecido y tieso como una vela con el capullo encendido como si fuese la llama.

Y una vez que aquel tío se corrió, le dijo a Raúl que le zurrase a su zorra con una fusta, que tenía el fulano escondida en un lateral del sillón.
Y como si mentalmente el chaval repitiese “tus deseos son órdenes”, fusta en mano agarró a Dani por una oreja y lo tiró de bruces contra el sofá y le descargó en ambas nalgas una serie de azotes que pronto le dejaron las carnes maceradas otra vez.

Y cuando el señor dijo basta, Raúl aún le dio un par de golpes más todavía más fuertes como remate. “Y ahora, fóllatelo y llénale la barriga de semen. Quiero que lo preñes como a una puta perra. A cuatro patas y que el destroces el coño como un buen macho. Demuéstrame lo que vales y si eres un hombre de verdad... Dale por culo a esa puta basura y enséñale quien es su chulo... Jódelo vivo, cabrón! Que para eso te pago. Gánate el dinero si quieres cobrarlo, chulo de mierda!” Gritaba el cliente, salido de madre.

Raúl estaba alucinado y boquiabierto ante la reacción de aquel tío, que parecía tan tranquilo y moderado, pero ni se atrevió a replicar, ni a mirarle a la cara, y enganchó a Dani por las caderas y se pusieron a follar como perros sobre la alfombra.
El fulano volvía a machacarse el rabo y azuzaba a Raúl animándolo como si fuese un semental cubriendo a una hembra en un establo.

Y en el punto álgido de su excitación, se levantó del asiento y con la fusta le atizó dos trallazos al culo de Raúl que le provocaron un repentino y brutal orgasmo.

Dani estaba empalmado, pero su pene se limitaba a babear solamente, mientras dejaba salir el esperma de Raúl por el ano.
Durante el trabajo no le permitía su dueño correrse, so pena de ser machacado aún más de lo que ya estaba.
Raúl quedó desinflado y avergonzado por haberse corrido tan rápido y, encima, a causa de los dos fustazos que el cliente le había pegado en sus nalgas, que enseñaban dos rayas coloradas de lado a lado.
Pero el pago fue más generoso de lo acordado y recibió otro tanto por el escozor que llevaba bajo los pantalones.

Volvieron al hotel con el bolsillo de Raúl lleno y su dignidad de macho por el suelo, pero se consoló rápido contando la pasta y arreando un par de tortazos en la cara de su esclavo, porque él era muy hombre y, además, porque le salía de la pelotas.

Con aquella chapa y algún trabajito más de su puta, sin duda Raúl se montaría en el dólar fácilmente.
Y ahora sólo le preocupaba como gastárselo dándose un homenaje que bien merecido lo tenía después de que le zurrasen el culo por culpa de esa mierda de zorra que ponía cachondos a los tíos hasta sacarlos de quicio.

Y mirando a Dani, le atizó otros dos castañazos en la boca.

6/04/2012

Capítulo 9 / La capital


Raúl ya había descubierto el filón que tenía con su esclavo para darle ganancias y no se cortó a la hora de buscar un alojamiento adecuado para pasar esos día de relajo antes de volver a vestir el uniforme militar.
Era mejor alojarse en un hotel para gays, ya que tendría menos problemas para meter en la habitación a cualquier cliente que no dispusiese de sito para follarse a Dani.
Eso le daba mucha más autonomía y aumentaba considerablemente sus expectativas de negocio.
Ahora sólo tenía que buscar un lugar adecuado para enseñar a su puta y establecer los contactos necesarios para embolsarse un dinero fácil, que le permitiría una desahogada estancia en al ciudad y darse más de un capricho a costa de las babas de la boca y del sudor del culo de su esclavo.

Pero lo primero era darle un repaso a Dani, nada más entrar en la habitación del hotel, porque estaba hasta los cojones del tren y le salía de los mismos joderse a su zorra sin más tardanza.

Sin deshacer los petates, el amo le dio un capón al esclavo y le arrancó la ropa a tirones, dejándolo como había venido al mundo, pero algo más magullado y no traumatizado, puesto que a Dani, cada segundo que pasaba con su amo, le iba más la marcha y los malos tratos que ese chulo le dispensaba.
Realmente eso le hacía sentirse como una verdadera puta chuleada por un macarra, pero tan sólo oír la voz de su dueño su polla se empinaba y en dos segundos ya había mojado los calzoncillos por delante y por detrás.


Podrá parecer increíble, pero Dani sentía orgasmos por el pito y por el culo con sólo imaginar que su amo lo agarraba y después de calentarle el cuerpo a hostias bien dadas, lo follaba como un bruto animal, sin medirse ni preocuparse en el daño que podría causarle.

La mayor parte de la veces en que Raúl le daba por el culo, a Dani ya no le quedaba semen que soltar por la polla, ya que se corría por detrás lubricando constantemente el pene de su amo durante la follada.
Y eso era un ventaja para el chico, puesto que Raúl no le permitía que se vaciase ni sintiese placer físico, no fuese que estropease su buen hacer con un cliente potencial.

Raúl observó el cuerpo de su esclavo y le ordenó que diese vueltas lentamente, como en un exhibidor en el que se muestran los bombones o los pasteles en las confiterías, y se sentó en la cama, fumando y sin articular ni una puta palabra.
Así permaneció unos minutos, mirando a Dani girar sobre si mismo, y simplemente le hizo una señal con un dedo para que se aproximase.
El chico se acercó con algo de miedo al no saber que debía esperar de su dueño, y éste le dijo: “Ponte de rodillas, cerda... sácame la polla de la bragueta... Con cuidado, estúpido! Así... Ahora lámela de abajo arriba y me chupas los huevos también... Eso es... Joder! Eres el mejor mamón de este país. No me extraña que tu capitán quisiese joderte a todas horas...Lo que se ha perdido el muy cabrón! Bueno, mejor dicho lo que le he birlado al muy hijo de puta. Porque ahora eres mía, zorra... Mi esclavo y me vas a hacer rico con esa boca y ese culo que te lo voy a romper dentro de unos minutos. Qué suerte tuve eligiéndote como compañero de tienda en el campamento...Vamos... Mama un rato el capullo solamente... Eso es.... Tengo que enseñarte a darle gusto a los tíos para sacarte más dinero como puta... Me han hablado de un bar de chulos, al que van tíos de pasta buscando carne fresca, y puede ser un buen sitio para ganar dinero. Así que mientras yo ceno en algún buen restaurante por allí cerca, tú vas moviendo el culo por el bar y echándole el ojo a algún gachó con pinta de rico. Luego, cuando yo vaya, ya hablaré con el fulano de pasta, según lo que quiera hacerte. Y nada de hacer alguna cosa allí con nadie, porque te forro a hostias y te descalabro con dos punterazos en los riñones... Nunca te olvides que eres mío. Mi puta. Y si otro te toca un pelo sin pagar y sin que yo lo sepa, te mato a leches... Chupa y no me mires, joder! Serás puta!. Maricón. Si con esos ojos hasta pareces una tía enamorada de mi. No me mires, Hostia!”
 Y le propinó una leche en la cara que se la torció para la izquierda.
Sacó un cinto de cuero del petate y le gritó otra vez: “Ponte de pie... Echate sobre mis rodillas... Así, hostias! con el culo en pompa que te lo voy a dejar caliente para un par de horas, por marica”.

Raúl se enrolló el cinturón del uniforme en la mano derecha, dejando una lengüeta de unos centímetros de largo, y le atizó al esclavo en el culo tantos azotes como pavos le pagara el cliente por darle por el culo.
Y también en dos tandas, ya que habían sido dos polvos de cien machacantes cada uno.
Su follada en el intermedio no se la cobró a Dani, pero le arreó otra paliza con la verga clavada en el culo al mismo ritmo que se lo follaba.
Raúl rayaba la perversión con su esclavo, pero jamás había segregado tanto esperma como en el tiempo que llevaba usando a Dani.
El chico lo tenía permanentemente encelado y con dolor de huevos si no se los vaciaba más de dos veces al día.
Desde que salieron del campamento su polla estaba en erección casi continua y, aunque no se lo confesase ni a sí mismo, ya ni pensaba ni se escudaba en coños ni tetas al metérsela a su esclavo.
Le miraba el culo y el cuerpo tan bien formado y rematado por delante por dos huevitos pequeños y un pito que al ponerse duro crecía más de lo imaginable al verlo arrugado y dormido.
Se fijaba en la espalda del chico, que se estrechaba en al cintura y formaba unas caderas que lo ponían burro al agarrarlas para atraerlo hacia su cuerpo, pegándose como una lapa a Dani al sentir que su semen salía por su uretra y fecundada a ese crío, que usaba como a la puta más despreciable de un lupanar para estibadores y marineros de la peor estofa.

La ceguera de Raúl había dejado el culo de su esclavo amoratado y marcado por el cuero y quedaba poco tiempo para que la piel recuperase su bonito color original, que lógicamente sería mucho más atractivo para los clientes.



El amo tumbó al chico en la cama con el culo para arriba y lo untó de pomada para reabsorber los moratones y bajar el tono lívido de las nalgas del chaval.
Dani hasta hubiese preferido otra paliza si eso le evitaba hacer de puta y que su amo vendiese otra vez su cuerpo, pero eso no era asunto suyo ni debía pensarlo siquiera. Raúl tenía derecho a su cuerpo y a obtener la satisfacción que desease, fuese física, mental o crematística.
Y él solamente era un objeto, propiedad de su amo, y sin voluntad ni cerebro para desear o pensar por su cuenta.
Y mucho menos para cuestionar las decisiones de su dueño.
Aunque querer, sí quería.
Quería a Raúl y también quería ser suyo sin esperar que su amo lo quisiese también a él.

Ante el miedo de ver peligrar su negocio, Raúl le aplicó a Dani hasta fomentos calientes en el culo y lo embadurnó de crema hidratante para restablecer la preciosa redondez y el suave tacto de sus posaderas.
Eso sí. Echándole la culpa al crío porque había sido él quien lo había cabreado con su mirada de puta marica, hasta sacarlo de quicio.
Y naturalmente no pudo por menos que darle la tunda que merecía por zorra.
Pero como antes de salir a ganar los cuartos no estuviese en condiciones de encandilar a los clientes, llevaba otra paliza aún peor que la anterior.
Así aprendería para siempre a no enfadar a su amo con mariconadas que no venían a cuento.
El era un macho y no un sarasa como su esclavo.
O le quedaba eso muy claro a Dani, o su amo se lo metería en el coco a golpes.
 Pero como el rubor y el malva aún no habían desaparecido del culo de Dani, Raúl se fue a cenar solo y dejó al esclavo en el hotel, sin comer y con las nalgas a remojo en agua con sal, para ver si con un par de horas más, la carne se le ponía más aceptable para el comercio del sexo.

Cuando regresó Raúl, el chico tenía las marcas del borde del bidé en el trasero, pero el color se había recuperado lo suficiente como para poder ir a ganar la vida para su amo. Y sin más, Raúl le ordenó que se metiese en la ducha, descolgó la alcachofa para desatornillarla de la manguera de goma y le metió la punta del tubo por el ano, abriendo el agua a media presión.
El vientre del chico se hincho, lleno de agua y después de darle friegas en la barriga lo sentó en el retrete para evacuar. Raúl también sabía como preparar a su puta para dar un servicio esmerado a los clientes.

 
Luego los dos se metieron juntos en la ducha y se lavaron mutuamente todo el cuerpo. Pero el amo no pudo resistirse sin darle un puntazo al esclavo al agacharse a recoger el jabón que se la había caído de las manos a su dueño.
Le dijo que echase fuera el semen que le había dejado en la tripa, aunque si quedaba algo tampoco importaba, ya que los clientes lo follarían con condón y no notarían que ya llevaba algo de leche dentro.

Terminadas la abluciones y perfumados un poco, se vistieron con vaqueros ajustados y los de Dani algo rotos en el trasero, unas camisetas, marcando pecho en el caso de Raúl, zapas, y a la calle a hacer la noche a un bar de chulos.

6/01/2012

Capítulo 8 / El permiso


Raúl se presentó a primera hora, tras el toque de diana, ante su comandante, y su jefe le comunicó que debía ir al despacho del coronel a media mañana para recibir órdenes.
El chico, temblando como un flan, llamó con los nudillos en la puerta del despacho del jefe del regimiento y una voz autoritaria le ordenó que pasase.

“A las órdenes de Usía, mi coronel”, dijo Raúl al entrar.
Y el gran jefe le habló en estos términos:
“Descanse, soldado... el comandante me puso al corriente del problema de su compañero de tienda. Y del suyo, claro. Porque si algo dan los años es experiencia y conocimiento. El capitán ha sido destinado a una misión en el extranjero, así que por esa parte la cuestión está resuelta. Y del asunto no se volverá a hablar.. Entendido, soldado?”
“Sí mi coronel”, respondió Raúl.
Y prosiguió el jefazo: “Entonces ese tema queda zanjado... Y ahora vamos a otra cosa. Sus nuevos destinos... Sí. Me refiero al servicio que prestarán los dos a partir de la semana próxima. Aquí tiene sus órdenes y las de su, llamemos “amigo”. Desde este momento quedan francos de servicio por una semana. Y en la fecha que indican las instrucciones contenidas en esos sobres, se presentarán a mi nuevamente en ese lugar. Eso es todo, soldado. Comuníqueselo a su compañero. Ya pueden abandonar el campamento para disfrutar su permiso”.

Raúl no entendía nada, pero tampoco preguntó. Se limitó a saludar marcialmente y abandonar el despacho del coronel.
Dani estaba en la tienda ya vestido con el uniforme, pero Raúl simplemente le dijo: “Quítate eso y vístete de paisano... Nos vamos... Lía los petates y date prisa...Vamos maricón! No quiero empezar el permiso zurrándote la badana”.
Dani sólo abrió el pico para decir: “Sí amo”.
Raúl se dirigió al mostrador de información en la estación del ferrocarril y cogió un folleto informativo sobre horas y trenes con destino a la ciudad.
Luego le ordenó a su esclavo que cargase con los dos petates y le siguiese.
Dani obedeció como un cordero, sin plantearse cual era su situación ni el motivo por el que ahora se iba de viaje con su amo.
Pero a él no le correspondía otra cosa que callar y cumplir lo que su dueño dispusiese en todo momento.
Salieron de la estación y caminaron hasta una pensión cercana, en la que a Raúl le pareció bien albergarse, hasta que, al día siguiente, pudiesen viajar a la capital del país para pasar unos días de asueto con su esclavo, antes de reincorporarse a su nuevo destino.

El problema es que no andaba muy sobrado de recursos económicos y debía poner remedio a esa pequeña cuestión.
Y que mejor que usar para ello a su propio esclavo.
Al fin y al cabo era su puta y a una zorra se le puede sacar beneficio cuando es preciso.
Y lo mejor era prostituirlo.

Dejaron los bártulos en la habitación de la casa de huéspedes y volvieron a la estación del ferrocarril.
Allí siempre pululan por los servicios tíos de todas la edades buscando sexo y Dani era lo suficientemente guapo como para tener éxito para enganchar algún cliente que le pagase por una mamada.
Raúl le mandó merodear a la puerta de los urinarios. Y en cuanto él viese un posible cliente, Dani entraría para ponerse a mear a su lado y provocarle enseñándole la polla empalmada.
Y si el tío le entraba al trapo, el chico le diría al fulano el precio fijado por su amo por una mamada.
O el correspondiente por mamársela a Dani.
Pero si querían el culo del esclavo, ya tendría que negociar el precio con el amo directamente.
Y para eso Raúl se quedaba fuera esperando y vigilando que su puta cumpliese bien con su trabajo y le trajese pronto el fruto de sus servicios.

En algo más de media hora a Dani le salieron dos clientes para mamada y el chico se las hizo a satisfacción dentro de un retrete, puesto que un hombre, ya mayor, incluso le dio más de lo establecido a priori por Raúl.
Pero el otro individuo, que era todavía joven, sólo le dio lo pedido por el trabajo.
Y El amo ya tenía unas perras, pero no eran suficientes aún.
Dani debía esforzarse más para venderse y sacar pasta más de prisa, puesto que Raúl ya estaba cachondo y quería irse a la pensión para darle una somanta por zorra y follarlo hasta por la orejas.


Y apareció otro hombre de unos cuarenta años, bien parecido, que en cuanto vio al muchacho le tiró los tejos, antes de entrar en los servicios, y Raúl presintió que allí podría haber negocio.
Le hizo una seña a Dani para que le entrase y frotándose el índice y el pulgar de la mano derecha le indicó que había dinero para sacar y le dejase claro al tío que era un putito dispuesto a poner el culo por algo de pasta.
A Dani le daba una vergüenza terrible todo eso, pero la voluntad de su amo era su única ley y cumplirla su destino.
El fulano entabló conversación con Dani frente a la entrada del WC y llegado a un punto de la charla ambos miraron para Raúl.
La negociación había llegado al punto de fijar el valor del culo del chico y ese trato sólo el amo podía cerrarlo.
Raúl se acercó con aire chulesco y el individuo le dijo: “Parece ser que es tuyo y tengo que negociar contigo el precio para darle por el culo. Cual es la tarifa para un polvo completo y en mi casa”.

Raúl se lo pensó un momento y respondió: “Si es en tu casa tengo que estar yo delante. Además si se pone tonto tengo que calentarle la cara o el culo y sólo yo le pongo la mano encima a mi chico".
Raúl no quiso decir que Dani era su esclavo, pero si dejó claro que quien mandaba era él y el cuerpo del chaval era suyo.
El cliente accedió pero volvió a insistir en el precio.
Y Raúl habló: “Un polvo con goma y con mamada previa, cien pavos. Y yo mismo le abro bien las nalgas para que se la metas de golpe y le des por el culo todo el tiempo que quieras hasta que te corras”.
Y aclaró el tío: “Es decir, por cada polvo con corrida son cien. Y eso incluye mamadas antes o después de darle por el culo, pero dentro la meto con goma. Y me puedo correr fuera sobre el chico?”
“Sí”, afirmó Raúl.
“Ok. Trato hecho... Vamos. Es aquí cerca”, añadió el hombre.

Y los dos chavales lo acompañaron a su casa para que usase a Dani como a una puta. Raúl le bajó los pantalones a Dani y le enseñó su culo al cliente para que comprobase la calidad de la mercancía, tal y como le había anunciado al hacerle el artículo para ajustar el precio, y le separó las nalgas metiéndole un dedo por el ano afirmándole que el chaval estaba poco usado y casi podía decirse que aún estaba virgen.
Ya se sabe que un comerciante algo fullero intenta siempre aumentar el interés del comprador aunque para ello haya de mentir sobre el producto objeto de venta.

El tío se acercó a la pareja y palpó la carne del esclavo y con un gesto de aprobación dijo: “Bien. Que se desnude del todo y se ponga de rodillas para hacerme una mamada”.
Dani obedeció sin mirar al cliente y se prestó a realizar el servicio, concentrándose en la verga que le metían por la boca para que la chupase.
La práctica es la mejor escuelas y el chico sabía succionar un rabo como la mejor puta del oficio.
Tanto que el fulano tuvo que sacársela violentamente para no correrse y pagar un servicio que aún no estaba completo.
El hombre le dijo a Raúl que pusiese a Dani a cuatro patas sobre la cama y le abriese bien el culo para enfilárselo y clavársela de golpe, lubricado con un poco de saliva que el mismo Raúl le escupió en el ojete al chico.

 La follada no fue demasiado larga, pero le dio con fuerza para que se notase que era un macho activo de verdad.
Y terminado el polvo el cliente le dijo a Raúl: “Cien más si te lo follas tú ahora a pelo y lo preñas... Y para comprobar que le llenas bien las tripas, cuando la saques quiero ver como le sale por el culo la leche”.

Y no hicieron falta más palabras. Raúl, que ya estaba caliente como un hornillo eléctrico, le hundió la verga a Dani en el ojo del culo y le metió brasa hasta que entró en convulsión y con varios espasmos le dispensó tres lechadas que colmaron el vientre del chaval.
Cuando Raúl le saco el carajo del culo a su esclavo, le separó a tope la carne de los glúteos, forzando la abertura del ano, para que el pagano viese los borbotones de semen que cagaba Dani, tirándose algún pedo que otro por el aire acumulado con tanto bombeo.


A la puta, su dueño le había prohibido correrse durante el trabajo, así que su pito se mantenía tieso y pringoso de babas y sus huevos seguían llenos e inflados por la presión del esperma elaborado en su interior.

Pero el cliente se puso cachondo viendo el polvo de los muchachos y quiso volver a montar a Dani, previo pago de otros cien pavos.

Y de ese modo el negocio fue todo un éxito desde el primer día. Durante el resto de la tarde podrían sacar algo más y a Raúl le quedaba toda la noche para ponerle el culo a su esclavo como una amapola pisada por un mulo al borde de un camino.

Y al día siguiente, con el bolsillo de Raúl forrado con más dinero del que esperaba, subieron a un tren con rumbo a la capital.
El amo, además de un esclavo, también tenía un chollo para ganar pasta alquilando el cuerpo de su puta zorra para uso sexual.