6/16/2012

Capítulo 13 / El collar


 
El amo despertó a su esclavo y le dijo: “Tengo que salir, pero volveré para darte la cena. Y no duermas más porque esta noche no tendrás sueño y mañana saldremos temprano. Voy a dejarte atado, pero sólo por el cuello. No creo que intentes escapar pero aún es pronto para andar suelto estando solo. Con este collar cerrado con candado y esta cadena sujeta a la pared será suficiente. No es muy larga pero te permitirá moverte por la habitación. Y antes de irme dejaré que mees. Luego tendrás que aguantarte las ganas hasta que regrese otra vez. Voy a ver como va ese ojete, Ven y échate sobre mis piernas... Hum. Esto va mucho mejor. Al menos ya no hay herida y se está poniendo sonrosado como debe ser. A pesar de todo parece muy pequeño. Casi sin estrenar aún. Me gusta. Sabía que haría una buena compra. Un poco más de pomada y a esperar un poco más antes de usarlo”

José se marchó de la casa y el esclavo, amarrado por el cuello como un perro, quedó solo sin saber que hacer ni como matar el tiempo hasta que su amo volviese.
Se sentó en el suelo con la espalda apoyada en la cama y miró su pene, que en comparación con el de su nuevo amo era como de juguete, y se excitó al recordar el tamaño del miembro viril de su dueño.
Se dio cuenta que estaba ansioso por tener todo eso dentro de su cuerpo y no solamente en la boca.
Y se dijo: “Cuándo considerará que estoy listo para follarme y clavarme su portentoso instrumento en mi culo? Me va a partir, pero seguro que sabe hacerlo y no me dolerá tanto. Hasta puede que sienta gusto y tenga que hacer esfuerzos para no correrme. Dejará que me corra yo también? Seguro que prefiere tenerme con los huevos llenos. Pero si luego duermo abrazado a él y noto su polla pegada a mi, no sé si me saldrá toda la leche sin querer. Y entonces me pegará y ya me dijo que serían muy duros sus castigos. Pero eso no me da miedo porque no me hará daño. Sólo me dolerá y arderá el culo, seguramente, y ya estoy acostumbrado. Creo que me gusta la sensación de notar la carne como si estuviese ardiendo y el picor que dejan los azotes en el culo. Espero que me zurre pero que no me venda a otro por no obedecerle bien. Y si no le agrado cuando me de por el culo? Aunque me mate con su verga lo abriré a tope y al estar toda dentro apretaré el agujero para que le de mas gusto y quiera follarme más veces. Que me folle hasta si estoy dormido. Que no quiera más culo que el mío. Haré lo que quiera para ser la mejor zorra que haya tenido nunca. Al menos él no busca tías con tetas como melones y un coño en el sitio de la polla. Me la tocará alguna vez? No creo. Eso no lo hacen los machos. Joden a un marica como yo pero sólo les importa el ojo del culo y meterla hasta el fondo para disfrutar ellos a saco. Porque en realidad es como si estuviesen follando con un tía, pero con un solo agujero. Unicamente te pueden dar por detrás. Pero a mi me gusta que me la metan y me den fuerte. Cada vez me da más morbo y me gusta cuando entra de golpe y, sobre todo, al correrse dentro de mis tripas. Eso me gusta mucho. Más que en la boca, pero a casi todos les va más hacerlo así. Debe ponerlos cachondos ver como la traga otro tío. Bueno, un maricón. Y a mi ya me gusta el sabor del semen. Y el de mi nuevo amo es la hostia de bueno. Y que cantidad me dio! A ver si es verdad y tengo el mismo postre después de la cena. Y eso que el de Raúl siempre me supo muy rico. Pero él ya no está conmigo ni y sólo me soportaba mientras no tuviese un coño para meterla. Ahora soy de otro amo y tengo que complacerlo como sea porque no parece un mal tío y me gusta que me proteja, aunque después me castigue y me folle a lo bestia. Al fin y al cabo, al ser mi dueño y haberme comprado tiene derecho a eso, si le apetece. Y me gusta aunque me duela. Y ya no creo que llegue a hacerme daño”.

Habrían pasado unas cuatro horas y el amo llegó cansado al apartamento.
Lo primero que hizo fue ir a ver al chico y soltarle la cadena, pero no le quitó el collar.
Y le dijo: “Has pasado miedo estando solo?”
“No amo”, respondió Dani.
Y el amo continuó: “Tendrás hambre. Vamos a cenar. Te gustan las hamburguesas?”
“Sí amo”, contestó el chico.
“Sabes preparar una ensalada?”, le preguntó el amo.
“Sí amo”, dijo el chaval.
“Ok. Pero no le pongas demasiado vinagre Y antes de nada ve a mear”, puntualizó el otro.

Apenas habló el amo mientras comían y Dani lo miraba esperando que dijese algo.
Al menos si le parecía bien como le había aliñado la ensalada, pero José lo veía al servirle agua en el vaso y lo único que le dijo fue si quería algo más antes del postre.
El chico contestó que no y el amo le hizo una seña para que se acercase y se postrase a su lado de rodillas.
El amo giró la silla y separó las piernas para dejar a Dani entre ellas y se desabrochó la bragueta para darle la leche al muchacho.



Dani vio otra vez la verga de su amo, empinada como una torre, y la asaltó con la boca engulléndola despacio para no atragantarse.
El amo miraba al chico como le trabajaba el pene, para extraerle el esperma y dejar las pelotas vacías, y antes de dársela le dijo: “Te gusta?”
“Sí amo”, respondió el chaval.
“ Me refiero si te gusta ser un esclavo... Mi esclavo”, aclaró el amo.
“Sí amo. Antes no lo sabía, pero después de todo lo que pasó sé que nací para serlo. Y soy tu esclavo. Te pertenezco y mi cuerpo es tuyo”, le respondió el muchacho.
Y José le dijo: “No quiero ser dueño de tu cuerpo solamente... Soy tu dueño absoluto. De tu persona y me perteneces en cuerpo y alma. Por eso quiero dominar hasta tus pensamientos y no sólo tus necesidades fisiológicas. Lo entiendes?”
Dani, sin dejar de sostener la mirada de su dueño, le contestó: “Sí amo. Será como quieras y haré y pensaré lo que digas”.

José afirmó con la cabeza y añadió. “No me basta con que sea así porque yo te lo imponga... Tienes que desear lo mismo que yo deseo y hacer lo que yo quiera que hicieses aún si decírtelo. Tienes que ser parte de mi para servirme y complacerme... Pero eso ya lo comprenderás más adelante... Ahora limítate a obedecer”.

Dani se tocaba el collar como para que su amo se diese cuenta que no se lo había quitado, Y José le dijo: “Voy a salir otra vez, así que tendré que atarte... Por eso llevas el collar puesto...Te molesta?”.
“No amo”, dijo Dani.
Y su amo le puntualizó: “El collar es como un signo de pertenencia a un amo. Es como con los perros. Si llevan collar quiere decir que tienen dueño y no son vagabundos. Y así no los meten en la perrera municipal. Por eso a los esclavos también se les pone un collar. Y además sirve para tenerlos sujetos cuando el amo lo cree necesario. Por ejemplo si te llevase a los bares que frecuento, no podrías ir sin tu collar o cualquier otro amo creería que eres un pobre perro sin amo y se apoderaría de ti. E incluso en esos sitios es conveniente tenerte amarrado por la cadena por si acaso. Un cachorrillo como tú puede ser una presa fácil y apetecible para más de uno. Comprendes por que te puse el collar y no te lo he quitado?”
 “Sí amo”, dijo Dani mirando al suelo.
Y el amo le aclaró: “Pero no lo llevarás siempre, ni tampoco en casa. Y menos en la cama porque no podría morderte el cuello si me apetece. Pero ahora te dejaré atado otra vez porque me voy, aunque no volveré muy tarde. Tenemos que dormir para salir mañana de viaje”.

Dani quedó solo otra vez, sentado en el suelo y atado a la cama por el cuello con la cadena sujeta al collar.
No entendía el miedo del amo a que se escapara si cerraba la puerta con llave y cerrojo. Y, además, no se había dado cuenta todavía que él no se escaparía a ninguna parte aún estando la puerta abierta de par en par?
 Adonde iba a ir estando solo!
 Cómo podría hacer para que su amo lo conociese mejor y supiese que estaba a gusto siendo su esclavo y no era necesario un collar para demostrar que era suyo ni la cadena para sujetarlo a su lado.
Y cómo podía saber el chico que el amo ya lo conocía desde el primer día que llegó al acuartelamiento para las maniobras!
Le dolió su mirada triste y el caminar humillado de aquel muchacho tan joven que con sólo mirarle a los ojos nadie podría ser capaz de causarle ningún daño.
Pero se le veía infeliz y con miedo a cuanto le rodeaba.
Y eso primero le extrañó y luego le preocupó, hasta averiguar las razones del infortunio del chico y empezar a poner remedio.
Lo que no había imaginado era hasta que punto estaba en malas manos el chaval.
Ni mucho menos que clase de camarada le había tocado en suerte.
Pero ahora el objetivo era educar bien al muchacho para que lo complaciese sexualmente.
Y también hacer que los maltratadores lamentasen haber vejado gratuitamente al chaval que él había elegido para ser su esclavo desde el momento en que lo vio con el capitán al que servía de asistente.



La tortura no se justifica si no acompaña al placer de causarla y sufrirla por amor, tanto por parte del amo como del esclavo.

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