6/10/2012

Capítulo 11 / El parque


Dani amaneció temprano, a pesar de estar molido a polvos y golpes, pero su amo tenía muy mal dormir y no paró de moverse y dar vueltas en la cama, hasta que por dos veces tiró al pobre chico al suelo.
Y el coitado terminó quedándose sobre la moqueta envuelto una manta que encontró dentro del armario.
Al menos ahí ya no se daba más batacazos, puesto que más abajo ya no caía.
Y sobre las diez, Raúl se despertó empalmado y quiso servirse del agujero anal de su propiedad para bajar la presión de sus cojones y aliviar la vejiga sin necesidad de ir al baño.


Y cuando le salió del culo se levantó, le ordenó a Dani que le preparase la bañera con agua caliente y espuma y una vez maqueado y hecho un pincel, le pagó los servicios al esclavo con una patada en el culo y se fueron a que el señor desayunase para recuperar fuerzas e ir al parque en condiciones, a cazar algún buen cliente para su zorra.

A Dani le dio a comer una de las puntas del cruasán, que estaba algo tostada de más, y un café para quitarle la cara de sueño, que le marcaba las ojeras y deslucía el producto para la venta.
Llegaron al parque y se fueron directamente a la zona en la cual, según se había informado Raúl en una guía gay, había ligoteo y oteó el entorno en busca de una buena presa.

No había mucho personal a esas horas y Dani se cansó de dar vueltas por los paseos accesorios, mirando con pudor a los tíos del tipo que su amo le había indicado como probables clientes, hasta que con los pies doloridos de andar despacio de de un lado a otro, se sentó en un banco exponiéndose a las represalias de Raúl.
Allí estaba sentado, cuando se acercó un hombre fuerte, con el pelo cortado al cepillo y, aunque Dani no era demasiado perspicaz para calcular edades, le echó alrededor de los treinta.
Llevaba ropa deportiva y por sus modales y gestos se le veía muy macho.


El hombre se paró frente al chico y le preguntó: “Puede sentarme?”
Dani lo miró de reojo y dijo: “Sí”.
"Dando un paseo?”, volvió a decir el tío.
Y Dani sólo respondió: “Sí. Bueno. Estoy con... (no podía decirle a aquel hombre que estaba con su amo y pensó como referirse a Raúl)... con un compañero... Estamos en el ejército, pero ahora tenemos permiso”.
“Ah. Yo también estoy de paso y me apeteció pasear por el parque... Tu amigo es ese que viene por ahí?”
 Al chico se le mudó la color, como se decía en las novelas de antes, y Raúl ya traía cara de contar dinero alquilando a su esclavo para un rato de sexo.

“Hola”, saludó Raúl.
“Hola”, contestó el tío y continuó: “Ya me dijo tu camarada que sois militares y estáis de permiso... Yo tampoco vivo aquí. Mejor dicho, tengo una casa en esta ciudad pero ahora estoy fuera por un tiempo. Y por lo que veo a los tres nos gusta pasear y disfrutar del aire libre y tranquilo”.
Raúl miró con dureza a su esclavo, como anunciándole que lo de camaradas y andar perdiendo el tiempo contando lo que no debía a un desconocido le iba a costar muy caro. Y quiso cortarle el rollo al intruso, que ya estaba sentado al lado del su zorra: “Nosotros tenemos que irnos... Dani, levántate que se hace tarde”.

El chaval obedeció como un autómata y el hombre volvió a decir: “Sabéis algún sitio mejor que este parque para ligar?”
A Raúl se le pusieron tiesas las orejas y añadió: “Depende de lo que busques”.
“Un chaval como tu amigo, por ejemplo”, respondió el hombre sin inmutarse ni pestañear. y a Raúl le pareció que la mañana no había sido un fracaso como ya creía. Y se soltó el pelo sin tapujos: “Este tiene un precio... Y depende para qué lo quieras usar... Además es mío y yo controlo el asunto estando delante”.
“Es tu novio?”, preguntó el fulano.
“Yo no soy marica!”, respondió Raúl indignado.
“Entonces? Por qué dices que es tuyo. El sí es marica y tú no?”, inquirió el tío.
“Eso es. Yo no lo soy, pero él sí... Es mi puta mientras no tenga una tía de verdad, pero folla con otros tíos, por pasta, claro... Gratis sólo se la meto yo”, aclaró Raúl, por si aún le quedaban dudas al hombre aquel.
Y éste añadió: “Ah... Y por cuanto lo vendes?”
Raúl le dio la lista de precios y servicios , pero el fulano le dijo muy serio: “Me refiero a que por cuanto lo vendes a él... Por lo que parece es tu esclavo sexual o de todo tipo, eso aún no lo sé, y lo que quiero es comprártelo. Me explico?  Lo quiero para mi... Para que sea mi esclavo”.

Raúl se quedó parado y tardó en reaccionar, pero preguntó: “Cuanto ofreces?”
Y a todo esto Dani no podía creer lo que estaba oyendo.
Era como una vaca o una mula y estaban hablando de su venta como un par de tratantes en una feria.
El hombre se puso en pie y adoptó un aire seguro y de conseguir cuanto se proponía. Y respondió: “Tendría que examinarlo y verlo al natural. Desnudo. Y tantear que mañas tiene o si pretendes ocultarme algún defecto que lo haga inservible para que me sirva como quiero”.
Y Raúl, copiando la aptitud del tío, dijo: “Tú lo quieres para puta. Para follarlo y alquilárselo a otros. Y, naturalmente, hay que tener en cuenta el beneficio que ganas tú y pierdo yo... Eso también vale dinero”.
Y el tipo, añadió: “De acuerdo. No pretendo aprovecharme de ti. Pero comprenderás que antes he de saber bien lo que compro... Te propongo ir a mi casa y allí veo mejor la mercancía y negociamos tranquilamente. Estoy seguro que llegaremos a un acuerdo ventajoso para los dos... Te parece?”.
“Sí... Está bien... Vamos”, dijo Raúl empujando a Dani para que moviese el culo y dejase de poner cara de idiota.

El tío del parque tenía un piso bastante apañado y bien situado, a una mazana de allí, por lo que tardaron poco en recorrer la distancia hasta la casa.
Al entrar, los llevó directamente al dormitorio y le dijo a Dani que se desnudase.
El chico miró a su amo y éste también le hizo una seña para que obedeciese y se quitase la ropa.
Y Dani quedó desnudo a la vista de los dos machos que trataban sobre su venta.
El comprador le dijo que se acercase y le palpó los brazos y los muslos, apretándolos con los dedos, y subió a los glúteos abriendo y cerrando las manos sobre ellos. Parecía que el cuerpo de Dani le gustaba y cumplía las expectativas para el destino deseado por aquel hombre, así que dieron paso al regateo.

Entonces Dani se atrevió a decir: “Mañana tengo que ir a mi nuevo destino y presentarme en el cuartel, señor... No puedo quedarme aquí”.
La ira de Raúl no se hizo esperar y atizándole en toda la boca le gritó: “Calla, imbécil...Tú crees que alguien te va a echar de menos, puta!  Será maricón de mierda! Te quedarás o irás donde tu nuevo amo te diga. Puta del carajo! Joder! Ya estoy deseando perderte de vista para que no me traigas más líos”.
Y dirigiéndose al otro, añadió: “Por su culpa tuvimos que cambiar de regimiento. Es una zorra y por eso sólo sirve para ser puta”.
Y dijo el fulano: “Está bien. No le pegues que si lo compro no lo quiero estropeado o con golpes que le desfiguren la cara... Hace bien advertirlo, pero eso no importa...No te van a ir a buscar donde yo te llevaré. Por eso no hay problema...Fijemos le precio de una vez. Y será mejor dejarlo atado al pie de la cama y nosotros hablaremos en la sala sin que se entere de nuestros trato. Eso sólo nos importa a nosotros... No es cierto?”
“Desde luego”, aseveró Raúl, viendo ya el dinero en su mano. Con pasta lo de menos era encontrar una puta como es debido. Y lo principal es que la nueva tuviese unas peras como melones, para achuchárselas y mordérselas mamando como un niño de teta.
Y el amo Raúl no se cortó un pelo en atar al esclavo con una cuerda que le dio el otro y dejarlo tirado con la espalda apoyada en los pies de la cama.

La angustia no le dejaba ni tragar al pobre Dani, pero ya no le salía ni una lágrima.
Sus lagrimales estaban secos de tanto llorar por las noches sin que lo oyese su amo. Pero era cierto lo que le estaba pasando? Raúl lo vendía sin el menor problema de conciencia ni remordimiento y se quedaba en manos de otro tío que no lo conocía ni sabía que pretendía hacer con él.
Lo primero que se le ocurrió fue chillar pidiendo socorro y eso no fue la mejor idea. Entró el fulano con un trapo en al mano, le hizo un nudo gordo y se lo metió en la boca, atándoselo con fuerza por detrás de la cabeza.


Ahora ya no tenía escapatoria. Amarrado y amordazado sufría un verdadero secuestro. Y no supo más del asunto que se traían entre manos los dos mercaderes en el salón de la casa.
Oía sus voces, pero no entendía que decían.
Y también le llegaban sonidos como de algo que diese contra un cristal. Supuso que podían ser hielos dentro de vasos y algunos más fuertes podrían deberse al ruido que hacían al posarlos sobre la mesa.
Pero todo era confuso, puesto que escuchaba una música pop-rock que resonaba desde la sala donde se hacía el trato.
El chico no podía calcular exactamente el tiempo que llevaban los otros dos discutiendo, pero si le preguntasen diría que horas.

Cerró los ojos y quiso recordar su vida anterior a entrar en el ejército, pero no encontró en su evocación nada que le compensase más que el tiempo pasado con Raúl.
Era consciente que ese chulo no lo quería más que para usarlo y sacarle provecho económico, pero él si lo deseaba y era feliz viendo su placer aunque para ello sintiese dolor y soportase insultos y golpes.
Pero ahora lo vendía, harto de usarlo y, según le había gritado, de tenerlo a su lado porque le causaba problemas.
Y lo dejaba abandonado en manos de otro tío sin preocuparle nada de lo que le pasase.
Como si nunca lo hubiese conocido ni existiese en su vida.
A Raúl le daba igual para que adquiría aquel hombre a Dani.
Tanto le daba que fuese para matarlo y hacer chuletas con su cuerpo, o para venderlo a su vez en un mercado de esclavos sexuales en algún país lejano.
Y enfrascado en estos oscuros pensamientos oyó ruido de puertas que se abrían y cerraban.

Seguramente Raúl ya no estaba en la casa y ahora él sólo era un esclavo sin ninguna esperanza y el corazón roto por la mitad en poder de un puto desconocido, que todavía podía ser peor y más cruel que el jodido capitán o su adorado Raúl.

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