9/15/2012

Capítulo 40 / El Sol


Edu, desnudo boca abajo sobre una toalla enorme que no llegaba a ocupar todo su cuerpo, arqueaba ligeramente el abdomen para alzar un poco el culo, remarcando con el brillo del sol sobre su piel mojada la redondez exultante de sus nalgas.


Se le iba la vista de reojo hacia el pene de Raúl, que tan bien lo había follado antes de tomar el postre su amo, y tampoco olvidaba el portentoso cipote de José, que aunque aún no lo había probado ni por la boca ni por le ano, éste se le hacía burbujas de gaseosa imaginando como sería la entrada de toda esa cacho polla dentro de su cuerpo y sentir como se movía con tanta fuerza y violencia como lo había hecho con Dani sentado en ella.

Su amo no estaba mal dotado, pero no tenía un rabo comparable al de ese otro amo y al de su musculoso esclavo, que sí había catado hasta perder la respiración y nublársele la vista sobre el mantel.

El mulato desplegaba sus encantos y Dani no le sacaba ojo de encima.
Y no porque le atrajese el muchacho, sino para vigilarlo y marcarlo de cerca si fuese necesario.
Incluso José le preguntó. “Es que acaso te gusta su culo?”
“No, amo. Lo que no me gustan es su manera de lucirlo para provocar a Raúl y atraerte a ti”, respondió el chico.
José se rió y le dijo fingiendo asombro: “Estás celoso? Tienes miedo que deje tu culo por el suyo? O tampoco te agrada que se lo folle Raúl?”
Dani se puso algo colorado y contestó: “No es eso, amo... Si tú quieres Raúl lo folla, que para eso eres el amo.
O si su amo te lo cede y te gusta ese mulato, se la meterás si lo deseas y ni él ni nosotros dos, que somos tuyos, podemos abrir la boca si no es para mamarte la verga... Pero me da rabia que sea tan zorra e intente seducir a un macho sin que se lo ordene ni permita su dueño”.
Y José le reprendió: “Eso a ti ni te importa ni eres quien para juzgar a ese otro esclavo y menos lo que le deje o no le deje hacer su amo... Aunque sé que no es el castigo más apropiado para ti, cuando estemos en la casa de mi amigo te voy a poner el culo como un brasero. Y ya sabes lo que duelen los azotes con mi mano abierta para cubrirte bien la nalga con ella y dejarte las dos igual de doloridas y encarnadas”.

El chaval miró la arena y contestó bajito: “Perdón, amo... Sé que no debo decir esas cosas... Te pido perdón otra vez, amo. Tener celos del amo no es propio de un esclavo. Perdóname, amo”.
Pero aún en tono más bajo, que no pudo escucharlo su amo, añadió: “Pero a zorra no me gana nadie. Y menos esa puta mulata de los cojones. Ya veremos de que culo te encoñas después y más si me lo breas con toda tu mala hostia y lo dejas ardiendo como a ti te gusta follármelo... Como me llamo Dani, que desde que me zurres hasta que te duermas esta noche me das por el culo tres veces por lo menos. Y conque le des una vez más a Raúl, a ver que leche te va a quedar en los huevos para malgastarla con esa puta... Será una perra muy ardiente, pero no va a probar la tranca de mi amo ni por la punta del capullo, la muy guarra! Que se meta un nabo de huerta si no le basta la picha de su amo a esa puta!”
Y de inmediato e instintivamente, el muchacho empezó a segregar feromonas y a expandir por el ano la fuerza de su atracción que pronto embotó el olfato de su amo y de Raúl.



Y hasta el del otro amo que se acercó a su esclavo para sobarlo y morderle las orejas, metiéndole tres dedos por el ojo del culo.
Y no hizo falta mucho para que lo montase allí mismo aplastando su lascivia contra la arena.
A Raúl, tendido al sol panza arriba, el glande le alcanzaba el ombligo y todo el cipote le latía nervioso, acumulándose en su miembro la sangre caliente del chico.
A la belleza de su cuerpo desnudo sobre la arena, se unía la hermosura de su verga en plena expansión de su potencia.

José también se tumbó más cerca de Dani y le dijo: “Eres muy puta y no hay ninguna zorra que sepa mejor como atraer a un macho... Te has ganado un polvazo de esos que te dejan el culo para el arrastre, pero que son los que más nos gustan a los dos... Ven... No quiero que a Raúl le estalle la polla y los cojones. Sería una lástima, no crees, perra?”
 “Sí, amo”, se limitó a decir el chaval, que ya iba a lograr el primer polvo sin que aún le diese su amo el castigo prometido.
O quizás pensaba dárselo ahora también, a la par que romperle el culo con su tranca ya en ristre para ensartarlo bajo el calor del sol.

José casi arrastró a Dani y en una hondonada entre las dunas lo puso a cuatro patas en un trozo de sombra.
Se sacudió las arenas de su verga y las del ojete del chico, pero se la hizo chupar para que no quedase ni un solo grano que pudiese rozar el recto del chaval.
Luego le puso abundante saliva en el agujero del culo, con tres escupitajos que dieron de pleno en la diana, y se la encasquetó entera como se debe hacer cuando se cubre a una perra de buena raza.
Y para que el muchacho no se apartase ni un milímetro más de lo necesario al darle fuertes empellones, lo engancho con firmeza por las orejas y tiraba de ellas a modo de bridas para controlar mejor la monta.
Cuando el amo le llenó la barriga de leche, el crío ya se había corrido mucho antes en la arena, pero seguía abriendo el culo y jadeando como una zorra para que su amo se la metiese más adentro y no le quedase duda que lo preñaba.

No lo zurró, por lo que todavía a Dani le esperaba lo mejor, como era recibir una formidable tunda en los glúteos, dada por la mano de su amo.
Y a continuación otra follada, haciéndole ver todos los astros de un nítido cielo en una noche de verano con el más ligero roce de los muslos de su dueño en sus nalgas sensibilizadas y ardientes por la paliza.
Y ese sólo sería el primero de los otros que esperaba recibir el muchacho, encelando a su amo para evitar que se le ocurriese gozar al mulato ni siquiera con el pensamiento.

Como mucho podría salir de su culo para meterse en el de Raúl, que eso estaba dentro del guión y era una leche que quedaba en casa.
Dani no era precisamente desprendido a la hora de desperdiciar el semen de José, o que éste lo repartiese en cuerpos ajenos a los de sus esclavos.
En eso era totalmente avaricioso y toda la savia de su amo la quería para él, aunque no le importaba repartirla con Raúl, que algunas veces le daba la suya, también muy rica, muy blanca y muy espesa y abundante.
Para Dani, después de la de su amo, no había otra leche tan buena como la de este chaval.
Si bien sabía que no tenía derecho alguno al ser sólo un puto esclavo, eso no le impedía intentar luchar por conservar en su provecho la leche de esas magníficas ubres, que eran los testículos de ambos machos.
Y si fuese necesario y le permitía su dueño hacerlo, hasta le arrancaría los ojos a la zorra que intentase arrebatársela.
 A no ser que su amo lo castigase dándosela a otro que no fuese Raúl.
Puesto que en ese caso solamente le quedaría la tristeza y el hambre en el alma por la falta de su principal alimento.

Al volver de nuevo José y Dani, Antonio ya dormitaba tendido al lado de su puta y Raúl conservaba todavía una calentura que escandalizaba al viento al rozar los hilos de baba que pingaban desde el capullo sobre al abdomen del chaval.
El esclavo estaba como una plancha sobre la que se friesen huevos.


Y si no pasó eso con los suyos fue porque tuvo la precaución de separar las patas y dejar que colgasen entre los muslos reposando sobre la arena.

El amo se echó encima suya y lo morreó jugando con la lengua del chico.
Y no fue necesario demasiado tiempo para que al deslizarse José hacia un costado del chaval, los dos estuviesen pringados con el esperma de Raúl.
Cosa que Dani aprovechó para lamerlos a los dos sin pedir permiso a su dueño.
José no le regañó y se rió con Raúl de su glotonería, diciendo: “Este puto cabrón es la hostia! Has visto alguna vez algo más vicioso que esta puta, Raúl? Sería feliz si lo alimentasen sólo de semen... Pero en realidad es una perra encantadora y no tenemos más remedio que quererla. No te parece?”
“Sí, amo. Dani cada día está más guapo y con mejor culo... Es imposible que no se ponga tiesa la polla al mirarle ese trasero, amo”, constató Raúl.
“Es verdad”, afirmó José.
 
Y añadió: “Esta noche te voy a dejar que lo folles después de que yo le de por el culo. Y en cuanto nos recuperemos se la metemos los dos juntos... Mañana se sienta en cuclillas por perra y provocarnos con ese olor que suelta por el culo la muy zorra... Y sólo va a descansar las asentaderas en los calcañares como si estuviese poniendo un huevo”.

A Dani todo aquella conversación de su amo con el otro esclavo le sonaba a música celestial y le auguraba una dulce noche pasando de polla a polla, hasta terminar relleno con las dos al mismo tiempo.
Qué más podía pedirle a la vida el chaval?
Uno de sus máximos placeres estaba dentro de su culo y esa noche tenía las dos mejores vergas del país sólo para él.

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