5/23/2012

Capítulo 5 / La sospecha


Tan sólo eran las cinco de la tarde, hora propicia para los toros, pero para verlos en el coso y no para tener que lidiarlos.
Más, si el morlaco es un jodido castrón con fama de héroe.
Pues a esa ahora él capitán ya estaba requiriendo los servicios de su asistente y sin digerir del todo la comida y soltando eructos, le ordenó: “Imbécil, prepara la cama y descálzame que voy a dormir una siesta”.

Eso podía significar solamente lo que decía o por el contrario que lo que debía preparar era la boca y el culo para satisfacer la lujuria de aquel cerdo, que cada vez le repugnaba más.
Sobre todo cuando ya había probado otra polla y una leche mucho más caliente y que le entraba por la tripa con más fuerza que la del puto capitán de los huevos.

A Dani no le quedaba más remedio que obedecer a todo, sin olvidar decir bien alto ”si señor. A sus órdenes, mi capitán” y toda esa parafernalia cuartelera tan propia de las pelis sobre el ejército, sobre todo el de USA o el británico.
El chico puso el culo en posición de patada, agarrando con las dos manos la bota de caña alta de su jefe, y el bestia le asestó un empujón con la otra pierna que lo lanzó contra la mesa.

Frotándose el coscorrón de la frente, repitió la operación con la otra pata del puto mulo y esta vez fue a parar al suelo directamente, dándose de morros en un aparato propio para descalzarse, pero que el cabrito del capitán no usaba puesto que prefería a su asistente para ese y otro usos mucho más denigrantes.

La siguiente orden fue: “Lámeme los pies, jodido vago!”
Y Dani hizo de tripas corazón para poder acercar la boca a un tufo imposible de soportar, pero los lamió, los chupó y hasta se los besó, con tal de que al tío le diese el sueño y no quisiese que le comiese la verga y menos que le follase esa tarde.
Tenía el ojete destrozado y abierto por los vergazos de Raúl, que se había pasado un pelo dándole por el culo, y no creía que soportase otra sesión de rabo.
Pero lo más grave es que, o el capitán era bobo, que no tenía motivo para creerlo, o se daría cuenta que en aquel agujero había entrado otro inquilino hacia poco.
Y eso sería la guinda que rematase al chico definitivamente.

Oiría las trompetas del Apocalipsis y su final había llegado de la mano del ángel exterminador del infierno.
Y desde luego al fulano sable no le faltaba porque era de caballería.
Y lo que Dani temía llegó.

El capitán le dijo: “ Para ya con los pies, mamón! Ahora la polla, que debe estar cocida de llevarla todo el día dentro de estos pantalones que me achicharran de calor.
Cocida! Había dicho cocida el muy guarro! La tenía podrida a tenor del puto hedor que echaba el trozo de carne pringosa y cubierta de requesón que se sacó de la bragueta el puto cochino del jefe del muchacho.



Dani tuvo que pensar en la polla de Raúl y cerrar los ojos para darle el primer lametazo a semejante porquería.
Pero la mamó también y una vez pasado el primer mal trago, a fuerza de limpiársela con su saliva hasta cogió otro aspecto y sabor.
Y por supuesto dejó de oler tan mal.
Y también se cansó el jefe de la mamada y vino lo irremediable.
El culo.

Quería el culo del muchacho.
Dani no sabía que hacer pero nada podía evitar con resistirse, si no quería poner peor las cosas.
Y se entregó al sacrificio como un cordero pascual.
El capitán le dio la vuelta y le separó las nalgas.
Sin decir nada lo puso boca abajo sobre sus rodillas y empezó el examen.

Abrió el ojete con los dedos.
Metió uno dentro. Se fijó en la pequeña fisura. Metió más adentro el dedo. Hurgó. Lo sacó. Lo olió. Lo hundió otra vez en el culo del chico y después de hurgar otro ratito lo sacó y lo olió más despacio.
Y gritó: “Que te pasó en el culo, hijo de puta!... con que te hiciste esta herida?.. Habla o te capo, maricón!”

Y todas esas preguntas y amenazas fueron acompañadas de unos puñetazos terribles en las nalgas.
Dani no sabía como salir del paso, pero habló: “Mi capitán, me lastimé con una botella. El plástico estalló y me rascó el ano, señor”.
Pero el capitán no tragó: “Me tomas por tonto, gilipollas? Qué coño es eso de una botella?  Es que te masturbas el culo con eso a falta de mi polla, maricón?  Eres una guarra de lo peor, Explícame eso o te meto un tiro por el culo aquí mismo!”

Dani estaba cagado de miedo y de no haberse vuelto a limpiar las tripas con otra botella de litro, hasta echar cuanto le quedaba del semen de Raúl, seguro que pondría el suelo de la tienda de su capitán salpicada de leche o de restos de cualquier otra cosa. Vamos, como un cagadero de la letrinas sin limpiar en tres días.
 Y se explicó mejor: “Señor, para estar limpio para que me folle, me metí un litro de agua con una botella y al apretarla se rompió un poco el borde y me raspó el ojo del culo. Por eso tengo esa herida, mi capitán”.

El oficial abrió un maletín y sacó unas bridas, espuelas y fusta y dijo: “No me creo nada, pero por si crees que soy idiota, te voy a dar un buen escarmiento para que aprendas a no ponerle el coño a otra verga que no sea la mía... Ponme las botas otra vez y cálzame las espuelas...No me oyes, cretino? Más rápido, hijo de mala madre, que te voy a montar como a una potra sin domar”.

Y dicho y hecho. El capitán le hizo morder un bocado con bridas y se montó sobre el lomo del chaval, azuzándolo como a una caballería y fustigándole las ancas con un látigo corto, y para mayor realismo lo espoleó clavándole las espuelas en los muslos.
El chico sangraba y con el peso de aquel bruto innoble se derrumbó en el suelo, babeando y llorando de dolor y rabia.
El capitán le echó alcohol en las llagas y lo tiró boca arriba sobre la cama, follándoselo con las patas en alto.
 La fisura se le abrió otra vez y el esfínter también le sangraba como la parte baja de las cachas.
Y tuvo que limpiar de nuevo las botas de su capitán para sacarle brillo a lametadas.

Dani volvió a su tienda hecho una pena, casi sin poder andar y con el culo roto y el ano enrojecido como un fresón aplastado y pisoteado por un caballo.
Y allí y en ese estado, tuvo que enfrentarse a la mirada escrutadora de Raúl. “Te ha vuelto a follar ese chulo?” le espetó el otro soldado.
“No puedo más Raúl”, le dijo el chaval aún llorando y amargado por su destino en el ejército.
“Contestame, cuando te pregunte!”, le chilló el otro y le arreó un castañazo en la cara que lo tumbó la suelo.
Y Dani le contó a su compañero, mostrándole las heridas: “Sí... Sí me folló y me montó como a una potra y mira... Me clavó las espuelas para que no volviese a ponerle el culo a otro... Eso es lo que me hizo además de azotarme con su fusta”.

Pero el consuelo de Raúl no fue todo lo que Dani esperaba.
Cogiendo un botiquín le dijo: “Ese gilipollas no sabe como curar, pero al menos el cabrón de mierda sabe tratar a una zorra como tú que va buscando pollas para que se las metan por el coño”.
Le puso un desinfectante y le tapó con gasa las marcas de los puyazos y después añadió: “Luego vete a lavarte y procura que nadie se de cuenta de todo esto. Y vuelve como una centella. Y esta noche, por culpa de ese mamón, me voy a quedar sin poder follarte porque te dejó el coño hecho mierda... Pero ya se me ocurrirá algo para hacer contigo cuando todo esté en silencio... Quítate toda esa ropa y no tardes en ir a límpiate puerca!

Dani, con una mirada desgarradora le dijo: “Yo soy un hombre y no tengo coño ni soy una puta de mierda. Sólo me gusta que un tío como tú me folle”.
Y Raúl se rió con gesto de burla y contestó: “Tú eres un puto marica! Y una basura de tu especie en un cuartel sólo sirve para ser la zorra de la tropa y poner el culo, que es un coño para usarlo los machos. Y la boca, claro. Porque haces unas mamadas del carajo. Esta noche me vas a comer el culo, cabrón.


Seguro que me lo dejas como una patena de limpio, como para no volver a usar la mierda del papel higiénico que nos dan, que rasca como la lija. Además ya estarás acostumbrado de tanto lamérselo al capitán. Y desde ahora me limpias también mis botas con la lengua. Mientras sea tu jefe ese mal nacido. eres su asistente. Pero desde este mismo instante serás mi esclavo”.

No cabe duda que Dani podía estar contento.
Había conseguido su deseo de ser usado por Raúl.
Lo que pasa es que ahora, en lugar de tener una bestia sin alma que lo vejaba sin límite, además era propiedad de un amo que lo despreciaba.
Por suerte todavía no lo trataba peor que el jodido capitán, aunque si Raúl le hiciese todas la cabronadas que padecía con su jefe, no le hubiese importado.

El mozo guapo, fuerte y moreno, le gustaba. Lo deseaba y sentía placer tanto con su sexo bestial, como con sus desprecios y malos tratos.
Quería ser suyo a costa de lo que fuese necesario para complacerlo.
Pero también deseaba que se apropiase de él en exclusiva para librarlo de los abusos de eso otro animal al que Dani odiaba.
Y eso era con lo que soñaba cada noche el martirizado joven.

Dani ya era consciente de que había nacido para ser el esclavo de un macho, sin límite de ninguna clase para servirlo y darle todo el placer que su dueño exigiese de su puta. Pero todavía pretendía tener derecho a ser él quién eligiese a ese macho que sería su señor.
Y nada está más lejos para un puto objeto de uso sexual o de otra clase, que tener voluntad o capacidad de decisión sobre algo.
Ni siquiera respecto al futuro de su existencia.
Y mucho menos para elegir quién ha de usarlo y follarlo.
Pero el paso de los días iba a enseñarle, a base de amarguras y un interminable calvario de vejaciones y abusos, cual sería su verdadero dueño.
Quién de los dos brutos vencería y ganaría la propiedad de aquella puta zorra compartida hasta el momento por ellos.
El culo y la boca del chaval estaban en juego.

1 comentario: