5/21/2012

Capítulo 4 / El muerdo


Aquella mañana ya se debió levantar con mal pie el pobre asistente del capitán, porque su jefe le mandó aviso muy temprano para que se presentase a él cagando leches.
Dani perdió el culo por vestirse y salir como una bala en dirección al aposento de su capitán y ni le dio los buenos días a su compañero, pero algo le decía que el horno no estaba para bollos ese día.

El puto bruto lo esperaba sin terminar de ponerse el uniforme y nada más entrar el chico le metió un soplamocos por hacerlo esperar demasiado.


Lo puso contra una mesa de campaña, arrancándole literalmente los pantalones, y le dijo: “Dóblate, zorra, que me va a salir la leche por las orejas de no follarte lo suficiente en estos dos días. Mañana quiero que vengas con otras braguitas más sexis que estos jodidos gallumbos de puto turuta, porque se suspenden las maniobras hasta pasado y tengo todo el día para joderte y darte lo que te mereces por maricón. Abrete de patas, puta guarra!”
"Mi capitán. Un momento, señor”, decía el chaval.
“Qué hostias quieres , jodido cabrón?. Es que ahora te pones mojigata o es que te va que te patee el culo para todo?” le gritaba el cabrón galardonado.
Y el chico repuso: “Mi capitán, necesito ir la retrete o voy a mancharle, señor”.
“Cagar a estas horas?”, dijo la bestia. Y prosiguió: “Por qué no lo has hecho antes de acostarte, puto de mierda? O es que pretendes hacer tiempo para librarte de mi rabo? No será que te folla el puto cabrito que te buscaste de compañero de tienda? Por la cuenta que te tiene ya te libraras de hacer nada con ese o con otro marica de estos putos niñatos que no tienen ni una hostia para romperles la cara y mandarlos a la mierda. Las putas zorras necesitan que un hombre les parta el coño. Y tú eres la mayor guarra que he conocido en mi vida. Venga, pon el culo que si me manchas lo limpias con la lengua, cerdo de los cojones!”.

El chico cerró los ojos y apretó los puños mordiéndose los labios y rezó para que su culo no dejase nada impropio en la puto carajo del burro que ya lo montaba.
El capitán estaba salido de veras, porque en el punto más álgido del éxtasis de la follada, le mordió en la base del cuello, dejándole los dientes marcados en rojo, y no tardo en verter toda su lascivia dentro del chico, que se mordió la lengua para no chillar como un gorrino con el puntazo y el bocado que le metió aquel cabrón.
Y ahora venía la prueba del algodón como en los anuncios de limpiadores domésticos. El oficial sacó el miembro del ano del chaval y Dani no quería ni verlo ni imaginar lo que podría ser tener que lamer su propia mierda pagada en el badajo del jodido militar. Ya olía a rayos el pito del muy cerdo, como para que se lo diese sazonado con otras esencias aún peores.
Le dolía el pescuezo, casi encima del hombro, y oyó a su jefe: “Serás jodido! Debes andar estreñido porque andas muy duro, pero aquí, justo en la punta del capullo, me dejaste una lenteja. Cómetela”.
Y le metió la churra en la boca al crío si darle tiempo a pestañear.
Al asistente le dieron nauseas, pero otra hostia que le puso la cara del revés hizo que también se las tragase.
 Y el capitán le dijo: “Mañana caga antes de venir o te parto el lomo a bastonazos, marrano! Y ahora saca brillo a los herrajes de mi uniforme y lame mis botas, que es para lo único que sirves, puta! Pero no te olvides de pasar la lengua por las suelas que ayer debí pisar mierda de caballo y me huelen mal. Así también te acostumbras a otros sabores más espesos y no montas el número de los vómitos otra vez. Estúpido marica! Voy al cuartel general y hasta la tarde no necesito de tus servicios, sucia ramera”.

Ese era el único motivo de alegría del chaval. Hasta la tarde no tenía que ver al asqueroso capitán y podía estar con su compañero de tienda.
Pero, cómo le explicaría lo del muerdo si se fijaba en su cuello? Además tenía que vaciarse las tripas porque la leche de su jefe, aunque lograse que se corriese al entrarle en el cuerpo, le escocía como lava hirviendo y no podía soportar la sensación de asco que le causaba ese gusto, una vez que sus huevos quedaban vacíos.

“Imagínate que Raúl se decida a follarme y, además de darle asco por estar sucio y sacar la polla oliendo a caca o, aún peor, manchada, note la leche de este hijo de puta dentro de mi culo”, pensaba el chaval. “Tengo que meterme una lavativa y no dejar rastro de nada en mi barriga”, se dijo decidido a limpiarse los bajos para ser usado por Raúl, que era lo que ahora le ilusionaba más que otra cosa.

Estaba claro que su condición era ser maricón.
Y ya era consciente de que sexualmente le gustaba que un tío le diese por el culo bien dado.
Descubrir su auténtica sexualidad era lo único que podía agradecerle al desgraciado de su capitán.
Pero no soportaba el mal trato y las vejaciones continuas a que lo sometía ese bruto hijo de la gran puta, que su jodida madre lo parió cagándolo en una porqueriza.
El problema era cómo se iba a enchufar una lavativa por el culo en las letrinas comunes del campamento. Y de dónde carajo sacaba un irrigador o una pera de goma para hacerlo?
Pero Dani era un tío de recursos y se fue a la cantina a comprar una botella de agua mineral de un litro y medio, de plástico no demasiado duro, y con ella en la mano se fue a un retrete.
El mozo de la cantina le había preguntado si la quería fría o del tiempo y Dani le dijo que muy fría le tomaba la voz y le irritaba la garganta.
Como si el agua le fuese a llegar tan arriba al presionar la botella con las manos, con el cuello dentro de su culo.
Y Así lo hizo el chico. Se introdujo el pitorro del envase por el ano, agachó la cabeza, levantando lo más posible las posaderas y apretó con todas sus ganas el plástico dejando que el líquido invadiese poco a poco sus tripas.
Vaciado el contenido dentro de su vientre, lo frotó con la mano haciendo círculos y al rato un retortijón de pelotas le obligó a sentarse en al taza para cagarse por la pata abajo.

El agua salía con fuerza haciendo ruido contra el retrete y amortiguando un poco el chapoteo de los restos orgánicos del muchacho al caer en ella.
Los pedos eran tremendos y sonaban como redobles en una precesión de semana santa.
Tardó unos quince minutos en desahogarse del todo, pero cuando por fin se subió los pantalones estaba feliz, imaginándose puesto a cuatro patas y con la verga de Raúl dándole caña por el culo.
Hasta podía darle unos azotes porque no le importaría nada y los tomaría como una agradable caricia del guapo muchacho.
Y con esa ilusión entró en la tienda, donde ya estaba su compañero en calzoncillos haciendo flexiones en el suelo como un jabato.

Lo cierto es que el ambiente estaba algo cargado y olía a sudor y a calcetines sucios, pero aquel cuerpo musculoso y atlético le dejaba los sentidos embotados para percibir otra cosa que no fuese el aroma del par de cojones de Raúl.
Y éste le dijo a Dani: “Qué pasa, chaval? Ya terminó de tocarte los huevos tu capitán? Mi comandante se fue con la mujer que vino a verlo y yo estoy aquí mazándome el cuerpo un poco. Venga ponte en calzones y ven a hacer ejercicio... Que chupes la polla no significa que seas tan maricón como para no fortalecer un poco tus músculos. Yo... ya llevo un porrón y empiezan a dolerme los brazos. Quítate el uniforme, jodido!”

“No, Raúl. Estoy cansado. Mi jefe me balda con tanto lustrarle las botas y cepillarle la guerrera”.
Y no le dijo nada sobre si le tocaba las pelotas su capitán, porque lo que si le había sobado bien era otra cosa.
Raúl se levantó y agarró el chico por la espalda diciendo: “Venga que hoy te desnudo yo” y le bajó por detrás el cuello de la camisa, dejando al descubierto el mordisco del capitán.
Y el morenazo exclamó: “Hostias!. Menudo muerdo te han dado! Y eso? Quién te metió los dientes, cabrón? Aquí no hay ninguna guarrilla. No andarás calentando a otro?”
Dani se puso como una grana y quería que un rayo lo fulminase antes de morir de vergüenza.
Y le suplicó a su compañero: “Raúl, por favor. Déjame. No caliento a nadie”.
Pero el otro chaval insistió: “Me parece que hay gato encerrado”.
Y sin más le metió la mano por dentro de los calzoncillos tocándole el culo. Y añadió: “Me lo imaginaba. Fresquito y húmedo. Te fuiste a lavar el culo, verdad?  Y allí un salido te quiso violar y te metió este muerdo. No es cierto?
Dime quién fue y le parto el alma. Pero lo tienes abierto! Joder! Te entran los dedos para dentro. Quién te folló?”

Dani no podía más y se echó a llorar diciéndole a Raúl: “ No me preguntes eso, te lo suplico. Déjame”.
Pero ni Raúl le sacaba la mano del culo ni Dani hacía el menor ademan para librarse del acoso de su camarada de tienda.
Y Raúl prosiguió: “Dime quién te folla, cabrón. Habla o te mato a hostias, maricón!” Dani era un mar de lágrimas y musitó: “No, Raúl. No me pidas eso. Me he ido a lavar el culo para ti. Soy marica pero me gustaría hacerlo sólo contigo. Por favor. No me lo hagas más difícil, Raúl”.

El joven chulo de piel tostada le bajó los pantalones y mirándole los calzoncillos por detrás, dijo; “Y esa mancha es de agua o de semen, zorra?”
Le bajó los slips y le metió los dedos por el culo sin ningún miramiento, hurgando dentro como si buscase algo concreto.
Y le dijo a Dani, cuyas mejillas no podían alcanzar mayor rubor: “Voy a ver si dentro aún tienes leche de otro. Porque joder! te han jodido a gusto para dejarte el ojete así de grande. O es que eres la puta de todo el regimiento?”
Sacó los dedos por el ano de Dani y los olió. Y volvió a metérselos añadiendo: “No huelen a semen pero hay agua dentro. Qué hiciste, puta?”

 El chico casi no era capaz de articular palabra pero dijo: “Ya te lo conté. Me lave el puto culo para ti... Me fui al retrete y me metí por el culo una botella de agua, entera, para estar limpio para que tú me follases”.
“Te la metiste entera, jodido, cabrón?  No me extraña que te hayas dejado el ojete así! se asombró el otro chaval.
“El agua. No la botella, Joder!”, gritó Dani desesperado.
 “Pero eso no justifica el mordisco, guarra... Habla o no te dejo ni un diente en la boca”, le amenazó Raúl, forzándolo a contestar retorciéndole un brazo.
“Me haces daño. Suéltame!” grito el pobre chico.
“Habla!”, grito el otro mucho más cabreado.
Y Dani estalló: “Mi capitán! Es mi jefe el que me folla y me arrea golpes y me llena la boca con su asquerosa leche de burra sin entrañas. Es el capitán!”

Y Dani se derrumbó sobre el pecho de su compañero.
Raúl le dio un empujón y lo tiró de morros sobre el catre.
Y dijo: “Así que eres la puta del capitán! No tiene mal gusto ese hijo de puta engreído. Una putita con un culito de melocotón, sin un puto pelito, y se apropia de un coñito para él solo. Vaya! Qué cabrón! Y a su zorra no le basta con la polla del oficial que busca la verga de un soldado, más macho que su jefe, para que la sacie bien de rabo y leche... Pues ya que quieres polla, claro que te la voy a dar, guarra. Todo un privilegio compartir la puta con un militar con tanto mérito”.


“A la fuerza no. No me violes como ese cabrón... Contigo quiero disfrutar y sentirte dentro”, gimió el chico.
Pero Raúl se rió y dijo: “Ja Ja Ja... Vamos, cerda. Pues claro que vas a sentir mi tranca hasta en la boca del estómago... Abre el culo y no me hagas que te lo rompa a patadas. Verás como te gusta más que te lo parta a pollazos, puta de mierda!”
 Y Raúl amarró a Dani por las caderas y lo empaló de golpe hasta el fondo, levantándole los cuartos traseros casi en vilo.

Lo folló con más violencia y brutalidad que el capitán y no paró de darle fuertes azotes en las nalgas y llamarle puta zorra y apelativos similares.
Realmente lo forzó y llegó a rasgarle un poco el esfínter, pero para Dani el polvo fue diferente al repulsivo acto sexual que se veía obligado a realizar con su jefe.
La verga de Raúl lo llenaba y le destrozaba el interior de su cuerpo, rascándole el recto como una lija devastadora.
Sin embargo, Cada embate, cada pellizco en los pezones, cada golpe bestial en su carne, cada mordisco en su cuello y sus orejas, eran un escalofrío de placer para el chico, porque sentía también el desenfrenado ímpetu pasional de su compañero, que por el calor de su cuerpo, la dureza de su pene y la tensión de sus músculos, le indicaba que en realidad lo estaba gozando y disfrutando como un animal salvaje cubriendo a una hembra de su misma especie, para preñarla y aparearse con ella.

Y Raúl lograba que Dani se sintiese totalmente suyo. De su total propiedad para hacer lo que le diese la puta gana con él. La cuestión que ensombrecía la alegría de Dani era otra. Qué pasaría si el capitán sospechase que ya tenía un rival y otro más macho y bruto que él montaba a su puta?

1 comentario:

  1. Muy bienvenida esta reedición. Tendré la precaución de copiar los textos para cubrirme de la posible censura de los idiotas.
    Besos para el autor y el editor.

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